Cincuenta años al servicio del diálogo judeo-católico

El rabino Elio Toaff analiza la situación internacional

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ROMA, 21 octubre 2001 (ZENIT.orgAvvenire).- A los 86 años, el profesor Elio Toaff ha presentado su dimisión como rabino jefe de la comunidad judía de Roma. En su despacho conserva en lugar preferente la foto que inmortaliza el momento en que recibió al Papa en la Sinagoga. Cuando llegó a Roma, hace cincuenta años, acababa de vivir una guerra terrible. Ahora deja el servicio con el espectro de otra guerra.

–¿Habría imaginado otra guerra?

–Elio Toaff: Nunca habría pensado que pudiera llegar algo así. Naturalmente, a cada acción terrorista se debe responder con la voluntad de restaurar la justicia y castigar a los culpables y todo esto lleva a una conmoción en la sociedad.

–¿Cómo es posible hacer justicia?

–Elio Toaff: Sólo descubriendo a los responsables y golpeándoles severamente porque se trata de la muerte de miles de inocentes.

–Pero cuando estos culpables, en cierta manera, implican a una nación, justicia puede querer decir también guerra.

–Elio Toaff: No necesariamente porque, si en esta nación hay personas y autoridades que pueden ejercerla, arrestando al movimiento terrorista, no hay necesidad de guerra, sino de un servicio de policía que va en beneficio de todos. Se quitan de la circulación individuos que causan un grave daño a la sociedad. Esta nación, si es civil y bien organizada, debe saber aislar y castigar a quienes van contra las leyes morales y contra los ideales que nacen de la civilización y de la religión.

–Se ha dicho que no puede haber paz en el mundo hasta que no haya paz en Jerusalén y, según los árabes, es justamente Israel quien no la quiere…

–Elio Toaff: Aquí cada uno dice lo que le conviene… Si usted habla con los israelíes, oirá exactamente lo contrario. La cuestión no debe ser resuelta con el terrorismo o con una lucha más o menos descubierta, sino sentándose en la misma mesa y discutiendo. Cada problema hay que resolverlo pacíficamente. Mientras haya acciones de guerra, no se llegará nunca a nada positivo porque a cada acción corresponde una reacción, a menudo incluso mayor.

–La visita de Juan Pablo II a su sinagoga, la primera de la historia de un Papa después del siglo I, ¿sirvió para superar las barreras entre las dos religiones también en otras partes del mundo?

–Elio Toaff: No se puede nunca hablar de manera absoluta. En la vida de cada día, dialogamos. Puede haber un gran consenso pero siempre hay alguno que se opone. Este Papa ha viajado a Jerusalén, ha estado ante el Muro de las Lamentaciones y se ha detenido allí en oración. Son signos que han impresionado a toda la comunidad judía en el mundo en un sentido muy positivo. El diálogo está en los inicios pero la totalidad del consenso nunca podremos tenerla ni de una parte ni de la otra. Por lo que a mí respecta, este diálogo permanece como un gesto de civilización que entra en el espíritu de la Iglesia y del Judaísmo, que quieren el encuentro y no el desencuentro.

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ZENIT Staff

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