Cincuenta años de sacerdote y obispo misionero entre los mayas

Habla monseñor Jorge Bernal Vargas, L.C.

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CHETUMAL, domingo, 30 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Cincuenta años de sacerdocio misionero de los cuales 35 pasados como obispo entre las poblaciones de mayoría maya en el estado mexicano de Quintana Roo, así podría sintetizarse la vida de monseñor Jorge Bernal Vargas.

Nacido el 28 de febrero de 1929 en Tepeyahualco, Tlaxcala (México), fue ordenado sacerdote el 15 de septiembre de 1957 en Lourdes, Francia, como uno de los primeros sacerdotes de la naciente congregación de los Legionarios de Cristo.

El 16 de julio de 1970 el Papa Pablo VI lo nombró administrador apostólico de la prelatura de Chetumal, en el sureste de México, y el 7 de diciembre de 1973 le elegía como obispo titular de Velefi y prelado de Chetumal.

Actualmente es obispo emérito, pero sigue trabajando como misionero en Chetumal, donde ha concedido a Zenit esta entrevista.

–¿Cómo encontró la Prelatura cuando se formó y le fue encomendada por el Papa Pablo VI a los Legionarios de Cristo en 1970 y cómo es ahora? ¿Qué cambios ha habido?

–Monseñor Jorge Bernal Vargas: Cuando llegué por primera vez iba en compañía de los obispos de Yucatán y Campeche, quienes atendían esa zona, eran comunidades muy pequeñas que recorríamos desde Mérida hasta Chetumal, gente muy buena que nos recibían con mucho entusiasmo, porque además encabezaba la comitiva el señor arzobispo Pío Gaspari, delegado apostólico de Su Santidad en México.

Las comunidades tenían un fervor religioso, sembrado por algunos misioneros de la congregación de Maryknoll que habían sido los primeros en reemprender la evangelización después de los disturbios provocados por la así llamada «guerra de las castas» del siglo XIX. Se contaban cerca de 88 mil habitantes para ser atenidos por un servidor y otros seis sacerdotes legionarios de Cristo en comunidades muy pequeñas y muy dispersas en un territorio de unos 50.000 kilómetros cuadrados.

Ahora ya son más de 1 millón 200 mil habitantes, en su mayoría inmigrantes de otros estados y países, nosotros ya somos 53 sacerdotes y más de 360 parroquias y capillas, que hemos podido construir en estos años.

–¿Por qué es tan importante la labor evangelizadora en esta zona de México donde hay un mosaico de ambientes, desde el fuerte desarrollo turístico hasta las comunidades mayas más alejadas?

–Monseñor Jorge Bernal: Bueno, nosotros estamos evangelizando todos los sectores, de manera especial damos atención a los empleados y servidores de las poblaciones, que en su mayoría son de origen maya, con esto buscamos que la gente que llega encuentre en Cancún y demás poblaciones un ambiente católico, cristiano, incluso ofreciendo misa en capillas de algunos hoteles e impartiendo los sacramentos.

–¿Qué tipo de trabajo hacen por las comunidades mayas?

–Monseñor Jorge Bernal: En la zona maya y en las colonias, se trabaja por medio de las parroquias, a través de las distintas áreas de la pastoral, con el apoyo de sacerdotes legionarios de Cristo, algunos franciscanos, mercedarios y diocesanos, catequistas y movimientos católicos como los Evangelizadores de Tiempo Completo, Legión de María, Adoración Nocturna, Servidores de la Palabra, Juventud y Familia Misionera, Movimiento Familiar Cristiano, Movimiento Regnum Christi, entre otros muchos que están trabajando muy duro en la zona de la selva maya y en apoyo a la población más necesitada, en condiciones muy adversas.

–¿Qué mensaje personal quiere dejar en estos días que celebra 50 años al servicio de la Iglesia?

–Monseñor Jorge Bernal: Son muchas emociones y pensamientos en 50 años de sacerdocio, pero lo más importante es amar a Jesucristo Nuestro Señor, imitarlo, amarlo, dar la vida por Él y tratar de vivir como él nos enseñó, hacer lo que Él hizo aquí en la tierra, eso es lo que nosotros hemos tratado de hacer. También es muy importante prepararse, prepararse siempre para ser más eficaces y servir mejor.

–¿Qué le diría a Dios o qué le pediría en esta etapa de su vida?

–Monseñor Jorge Bernal: A Dios Nuestro Señor le doy las gracias por haberme dado la vocación, por haberme permitido el don del sacerdocio y ayudarle en la misión de la salvación de las almas. Le pido me conceda la gracia de la fidelidad para seguir trabajando hasta que Dios Nuestro Señor quiera y le pido también perdón por las deficiencias.

También le pido a Dios por nuestro fundador, el padre Marcial Maciel, que tanto trabajó por nosotros, por nuestra formación, para que asistiéramos a las universidades y fuéramos sacerdotes bien instruidos, en lo académico y en lo espiritual; él trabajó, luchó y sacrificó su vida para formar sacerdotes y cumplir con la misión que Dios le encomendó y que le ha costado en ocasiones mucho sufrimiento.

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ZENIT Staff

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