Claves para descubrir a quien pretende imponer un «laicismo excluyente»

De acuerdo con el arzobispo de Valencia (España), monseñor García Gasco

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VALENCIA, viernes, 8 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Críticas de cualquier proposición de la Iglesia, intento de impedir la manifestación pública de la creencia cristiana, eliminar símbolos religiosos, son algunas pistas que permiten detectar «el laicismo excluyente», alerta el arzobispo de Valencia (España).

La carta de esta semana de monseñor Agustín García Gasco advierte de que hay grupos interesados en excluir la religión católica, según difunde la agencia «Avan» del arzobispado valenciano.

Denuncia la misiva, de hecho, los intentos de «imponer el laicismo excluyente» con el fin de «excluir a la religión y especialmente a la confesión católica de cualquier manifestación pública, negando el derecho de expresión y apartándola de cualquier diálogo».

Pero hay claves que permiten «descubrir a quien, bajo la etiqueta de la laicidad, en realidad pretende imponer el “laicismo excluyente” como si de una nueva religión estatal se tratara», apunta.

Entre tales pistas están «la crítica continua de cualquier proposición que proceda de la Iglesia, el intento de que los cristianos no puedan manifestar en público sus creencias, la eliminación de signos y símbolos religiosos, o la reducción de las creencias a la “esfera íntima de la persona”, privando al cristianismo de su dimensión social inherente».

«Los católicos lo proclamamos bien claro –recuerda el prelado-: Iglesia y Estado son dos esferas distintas», y la doctrina social católica «no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado, ni mucho menos imponer a los que no comparten la fe sus perspectivas y modos de comportamiento».

Pero la laicidad del Estado debería ser «respetuosa con todas las confesiones religiosas y receptiva al diálogo», aclara.

«El Estado no puede imponer la religión -puntualiza-, pero tiene que garantizar que los seguidores de las diversas religiones vivan en libertad y paz»; y «la Iglesia tiene su independencia y vive su forma comunitaria basada en la fe, que el Estado debe respetar».

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ZENIT Staff

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