BOGOTÁ, 20 enero 2002 (ZENIT.org).- Un joven sacerdote colombiano, que había salvado la vida a víctimas de la guerrilla y de los paramilitares, fue asesinado en la tarde del viernes pasado.
El padre Arley Arias García, según informaron fuentes de la policía, cayó víctima de una emboscada junto a otras dos personas, cuando se dirigía a la iglesia de la que era párroco, en la localidad de Florencia (municipio de Samaná), a unos 300 kilómetros al noroeste de la capital colombiana.
Arias García tenía 30 años de edad. Hace 9 años había sido ordenado sacerdote y llevaba cinco años y medio en Florencia. Era presidente de la Junta de Paz de la localidad. Había ayudado a liberar varios secuestrados, y evitó, en varias ocasiones, que la guerrilla y los paramilitares asesinaran ciudadanos.
Las otras dos personas asesinadas con él son un joven que ayudaba al sacerdote en sus tareas pastorales, Carlos Pérez, de 21 años, y su primo Fernando Pérez de 16 años, ahijado del padre.
Después de que la guerrilla tomara por segunda vez Florencia, en mayo de 1999, destruyendo la iglesia, el sacerdote asesinado había vuelto a reconstruir el templo.
El 22 de noviembre del año pasado desconocidos asesinaron a uno de sus hermanos, en Samaná, que trabajaba en servicios de salud.
El asesinato del padre Arias tiene lugar cuando la localidad de San Diego, a pocas horas de Florencia, sufre el mayor de sus desplazamientos (mil 500 personas), debido al enfrentamiento entre guerrilla y paramilitares.
Ese mismo día el gobernador de Caldas, Luis Alfonso Arias Aristizábal, envió una carta al ministro de Defensa, Gustavo Bell Lemus, pidiéndole presencia del Ejército para restablecer el orden en el municipio de Samaná.
