Colombia: El asesinato de sacerdotes deja de ser noticia

Denuncia de los misioneros en Italia

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ROMA, 25 septiembre 2002 (ZENIT.org).- La sangre de sacerdotes asesinados en Colombia ha dejado de ser noticia, denuncia la publicación del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), «Mondo e Missione».

La fría cronología de atentados contra personas de la Iglesia es más elocuente que las palabras.

Este viernes fue asesinado en Medellín el padre José Luis Arroyave Restrepo, mediador en el conflicto que padecen los habitantes de barrios marginados de la ciudad, ante la indiferencia informativa internacional.

Tras el asesinato del monseñor Isaías Duarte, arzobispo de Cali, el pasado 16 de marzo, el 6 de abril, presuntos miembros de la columna móvil Teófilo Forero, de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) asesinaron al sacerdote Juan Ramón Nuñez Palacios, párroco de La Argentina (Huila), mientras daba la comunión en la iglesia.

El mismo día, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) secuestró a Saulo Carreño y Luis Teodoro Gonzáles, párrocos de Saravena y Arauquita (Arauca), mientras, con fines humanitarios, trataban de obtener la liberación de algunos políticos secuestrados.

El 8 de abril, el padre Gersaín Paz, director de la oficina de prensa del arzobispado de Cali y estrecho colaborador de Duarte, se vio obligado a salir de Colombia, antes las repetidas amenazas de muerte.

El 21 de abril, miembros de las FARC secuestraron a algunos obispos y sacerdotes, temporalmente, durante una marcha por la paz cerca de Medellín.

El 2 de mayo, en un suceso casi olvidado por las grandes agencias, 118 personas, entre ellas más de 40 niños, murieron carbonizadas en la iglesia de Boyacá, en el pobrísimo departamento de El Chocó, en su mayoría afroamericanos, por una bomba arrojada por las FARC.

Según un informe del Ejército colombiano, desde 1998 han sido asesinados 26 religiosos católicos. De ellos, 11 a manos de las FARC, dos por el ELN, uno por paramilitares, y 12 por desconocidos, probablemente delincuentes comunes.

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ZENIT Staff

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