Colombia: La esperanza atraviesa la cordillera con «Telesantiago»

La emisora iniciada por el arzobispo de Tunja llega a zonas inaccesibles

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TUNJA, 3 diciembre 2002 (ZENIT.org).- Un canal de televisión ayuda a Colombia a cambiar, relatando a través de las imágenes que el bien vence siempre y que la esperanza está arraigada en el corazón de mucha gente. Este fue el origen de «Telesantiago».

Desde abril de 1999, el canal televisivo de la archidiócesis de Tunja, en las montañas de la Cordillera oriental de Colombia, programa sus emisiones bajo la dirección del arzobispo Luis Augusto Castro Quiroga, informa la agencia Fides .

La región montañosa de Boyacá, sobre la Cordillera Oriental, es conocida por la belleza de sus paisajes y la riqueza de la vegetación. Los chibchas, antiguos habitantes de la zona, la consideraban santuario de la flora y de la fauna.

Un tercio de la población de Boyacá, aproximadamente 300.000 habitantes, reside en Tunja, la capital. El resto vive en el campo, donde se dedican principalmente a la agricultura y al pastoreo.

En marzo de 1998, monseñor Castro Quiroga, misionero de la Consolata, fue nombrado arzobispo de Tunja. El prelado siempre recalcó que la evangelización pasa a través de los medios de comunicación, capaces de acortar distancias y de llegar a los grupos más aislados.

Pocos meses después de su llegada, tras visitar la archidiócesis de Tunja –bella y rica en valores tradicionales, pero surcada por mucha pobreza y privada de canales de comunicación–, monseñor Castro Quiroga dio vida al semanario «Puente Boyacense».

La publicación se convirtió en un medio para unir las 54 parroquias de la archidiócesis y para presentar actividades sociales y culturales de la región. Cada semana, uno de los obispos de la archidiócesis escribe el editorial, iniciativa que resalta la comunión del episcopado de Boyacá y que permite profundizar en temas y dificultades comunes de forma diversificada.

Nace «Telesantiago»
Habían transcurrido pocos meses desde la publicación del semanario católico cuando monseñor Castro presentó a la Comisión de las Comunicaciones Sociales Nacionales la petición de activar un canal televisivo diocesano. Se concedió el permiso y «Telesantiago» empezó a funcionar en abril de 1999.

Cuando se inauguró la emisora, monseñor Castro, agradeciendo a quienes habían hecho posible la existencia de una televisión católica en su archidiócesis «de montaña», escribió: «Los pesimistas dicen siempre: “siembra vientos y recogerás tempestades”. Puede que sea así, pero aún hay que probarlo. Sin embargo yo propongo otro lema: siembra buenas imágenes y recogerás personas capaces de hacer el bien».

«Telesantiago» de Tunja, a pesar de ser un canal sin ánimo de lucro, está dotado de alta tecnología que le permite llegar a todas las zonas, hasta las más aisladas e inaccesibles. El canal se sostiene económicamente por instituciones locales, sacerdotes, religiosos, comunidades parroquiales, familias y voluntarios.

Numerosas instituciones y ciudadanos a título individual establecen convenios con la emisora para usar espacios televisivos y lanzar propuestas y mensajes educativos. Además no faltan patrocinadores que contribuyen a su sostenimiento comprando algunos espacios publicitarios.

La emisora ofrece espacio a todas las manifestaciones sociales, políticas y eclesiales de interés para los ciudadanos y promueve su participación en las campañas a favor de la justicia, de la paz y del diálogo.

Se hace también hueco a entrevistas y sondeos para conocer las expectativas de la población y se destinan amplios espacios a las campañas regionales y nacionales de ecología y alfabetización.

En colaboración con los padres de familia, se realizan programas de entretenimiento para niños y jóvenes, y no falta la presentación de nuevos métodos para hacer trabajos artesanales y las indicaciones para poner en marcha microempresas para la venta de los productos.

A través de los programas de «Telesantiago» de Tunja, monseñor Castro y su equipo intentan construir la cultura del amor, capaz de caldear los corazones de los habitantes de Boyacá, donde el termómetro nunca supera los 12 grados centígrados y el viento procedente de los 5.220 metros del macizo de Sierra Nevada del Cocuy no da tregua.

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ZENIT Staff

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