«Comboni es venerado también por los musulmanes sudaneses»

Habla el padre Miguel Ángel Ayuso Guixot, profesor en el Instituto de Estudios Islámicos

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CIUDAD DEL VATICANO, 5 octubre 2003 (ZENIT.org).- El padre Miguel Ángel Ayuso Guixot, misionero comboniano y actualmente profesor del PISAI (Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos), comenta para Zenit el significado de la canonización de este domingo de Daniel Comboni (1831-1881), obispo, fundador de los misioneros y misioneras combonianos.

Doctor en teología dogmática por la Facultad de Teología de Granada, este misionero comboniano nacido en Sevilla, que ha desempeñado su misión en Egipto y Sudán desde 1982, analiza asimismo las repercusiones del anuncio de la próxima creación como cardenal de monseñor Gabriel Zubeir Wako, arzobispo de Jartum.

–¿En qué sentido Daniel Comboni es misionero, padre y profeta?

–Ayuso: Daniel Comboni, uno de los más grandes misioneros del Africa del siglo XIX, entregó toda su vida a favor de los africanos con una única pasión: hacer presente a Cristo en el mundo africano. En el corazón de esta pasión se encontraba su «plan» para la regeneración de África por medio de los africanos. Dio su vida por ellos y murió entre ellos. Vivió la misión en un espíritu de eclesialidad y de entrega supremos, convirtiéndose en un padre, pastor y amigo para los africanos; en un profeta a favor de África ante sus contemporáneos, por su animación misionera en Europa y por su lucha contra la trata de esclavos, defendiendo, por encima de todo, la dignidad humana, particularmente de los más pobres y abandonados.

–Comboni llega a los altares «gracias» al milagro experimentado por una musulmana. ¿Un hito en el diálogo interreligioso?

–Daniel Comboni vivió su pasión por África en un contexto islámico. Mantuvo una relaciones cordiales con todos, un diálogo de vida con sus gentes, en su mayoría musulmanes, con quienes compartió su vida hasta la muerte. Fueron unas relaciones amistosas a nivel de relaciones cotidianas. Daniel Comboni, fue sensible a las necesidades de todos, cristianos y musulmanes.

Mantuvo buenas relaciones con las autoridades musulmanas, promovió la educación, y colaboró al desarrollo de la asistencia sanitaria en Sudán, a beneficio de los musulmanes también. En este contexto he leído e interpretado el milagro de Lubna Abdel Aziz, una joven madre musulmana, curada milagrosamente por la intercesión de Daniel Comboni en Jartum. Y es que el amor de Dios no tiene fronteras, no es exclusivista, sino que transciende la realidad humana de una Iglesia siempre en camino hacia la realidad del reino de Dios, que permanece siempre abierto a todos, sin exclusión alguna.

El milagro de Daniel Comboni es para mí como un gesto profético del amor de Dios y un ejemplo más sobre la importancia del diálogo interreligioso en la realidad eclesial de hoy y particularmente del futuro de la humanidad.

–¿Cómo acogerán los católicos sudaneses esta canonización?

–Ayuso: La canonización de Daniel Comboni tiene un significado particular para la iglesia de Sudán. Daniel Comboni siempre ha permanecido vivo y presente entre los sudaneses. La iglesia sudanesa está particularmente vinculada a él, considerado como padre, cuyo espíritu misionero sigue presente entre sus gentes que testimonian a Jesucristo en medio de no pocas dificultades. La canonización les llevará, sin duda alguna, a ser confirmados en la fe recibida, gracias a la obra que el Espíritu ha operado en Daniel Comboni, así como en todos aquéllos que, desde entonces se han hecho eco de la Buena Noticia. Este respeto y veneración hacia Comboni está presente también entre musulmanes de buena voluntad, que han visto en el pasado y que ven hoy también en él a un hombre de Dios, que «actuaba como el profeta Jesús». Comboni es venerado también por los musulmanes sudaneses. Esta canonización es pues una gran celebración para el Sudán.

–¿Seguirán los combonianos evangelizando África, o debido a la falta de misioneros en Europa cambiarán de objetivo?

–Ayuso: El objetivo primordial de los misioneros combonianos es el anuncio del amor de Dios. Siguiendo el ejemplo de nuestro fundador, nos hemos dedicado de lleno al continente africano, pero sin exclusivismos, abiertos a las exigencias de la Iglesia. Así la presencia comboniana se ha extendido al continente americano y asiático con la misma pasión: anunciar el amor de Dios a todas las gentes, siguiendo el ejemplo de Comboni. Faltan vocaciones en Europa, es cierto, pero han aumentado en otros continentes. Hoy muchos misioneros combonianos, provienen de América y Asia. Muchos de ellos trabajan en el continente africano. Nuestra misión es la evangelización más allá de las fronteras nacionales o continentales. ¿Serán los africanos quienes nos evangelicen un día?

–¿Cómo ilumina Daniel Comboni la vida de un comboniano como usted?

-Ayuso: Daniel Comboni se inspiró profundamente en la espiritualidad de su tiempo y respondió a los retos de su época con audacia, generosidad y entrega. Hoy nosotros intentamos también inspirarnos en la espiritualidad de nuestro tiempo y de responder a los retos actuales. Comboni ayer, combonianos hoy. He vivido 17 años en Egipto y Sudán. Mi misión se ha desarrollado entre musulmanes. El diálogo interreligioso es parte integrante de la misión y desafío para todos ante este nuevo milenio. La santidad de Daniel Comboni me invita a ser signo visible del amor de Dios por todos los seres humanos, independientemente de la religión que profesen. Y allí en donde domina la injusticia, particularmente hacia las minorías cristianas, intentar hacerme «voz de los sin voz» para trabajar en favor de los derechos humanos, del respeto, de la justicia y de la paz. En todo esto, Daniel Comboni es realmente «iluminador».

–¿Piensa que es significativo que Comboni sea beatificado precisamente el mismo mes que la madre Teresa de Calcuta?

-Ayuso: Octubre es el mes misionero. Todos vivimos con mayor intensidad nuestra dimensión misionera. Y en el corazón de Octubre celebramos el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), un día particularmente amado por todos, por su dimensión universal y por la generosidad de tantos misioneros que testimonian a Jesucristo en el mundo. Me parece muy acertado que en este contexto misionero, este domingo hayan sido canonizados misioneros de la talla de Daniel Comboni, de Arnold Janssen, fundador de la Sociedad del Verbo Divino y de Josef Freinademetz, misionero en China. Me parece estupendo que Juan Pablo II, en su 25° aniversario de Pontificado, celebre el día del DOMUND con la beatificación de Madre Teresa de Calcuta, la «santa de su pontificado». Maravilloso. Todo un programa para el mes misionero lleno de grandes acontecimientos, que deseo sirva de renovación espiritual y de compromiso para toda la Iglesia.

–¿La reciente nominación de cardenal al arzobispo de Jartum puede fortalecer a la comunidad católica sudanesa?

–Ayuso: El Señor es el que obra todo en todos, pero, evidentemente, la nominación de cardenal de monseñor Gabriel Zubeir Wako va a fortalecer a la comunidad cristiana. Su nominación la interpreto como un gesto de reconocimiento del Santo Padre hacia el máximo representante de una iglesia que sufre, desde hace varias décadas, las consecuencias de una de las «guerras olvidadas». Creo que ha sido un gran gesto del Papa. Un apoyo a continuar a caminar como iglesia en la defensa de los derechos humanos, particularmente hacia las minorías religiosas y a continuar promoviendo el pluralismo religioso en tan sufrido país por medio del diálogo interreligioso. Cuando oí por radio su nominación, me alegré mucho, sobretodo por la Iglesia en Sudán.

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ZENIT Staff

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