¿Cómo apartar a los niños de los trabajos peligrosos?

Un informe de UNICEF detalla los abusos

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LONDRES, sábado, 5 marzo 2005 (ZENIT.org).- 180 millones de niños corren especial peligro a causa de condiciones laborales de alto riesgo, declara un informe publicado por el comité británico del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Hecho público el 18 de febrero, el estudio «End Child Exploitation: Child Labor Today», («Terminar con la explotación de los niños: el trabajo infantil hoy»), afirma que, en el mundo, 1 de cada 12 personas con menos de 18 años está implicado en un trabajo peligroso: esclavitud, trabajo forzado, explotación sexual o participación en el ejército. De estas personas, el 97% se encuentran localizadas en países en desarrollo.

UNICEF propone como solución mejorar las condiciones económicas de estos países. En la nota de prensa que acompañaba al informe, el director ejecutivo de UNICEF en Gran Bretaña, David Bull, explicaba: «Una forma de poner fin a la explotación de niños subrayada en este informe es llevar a cabo acciones que hagan que la pobreza sea historia y asegurar un mayor y mejor compromiso de la ayuda internacional».

El informe estima que hay trabajando más de 350 millones de niños, en edades entre los 5 y los 17 años. De los considerados suficientemente mayores para trabajar, según los estándares internacionales, cerca de 60 millones sufren peligro de sufrir daños por su implicación en las «peores formas» de trabajo infantil. UNICEF calcula además que cerca de 211 millones de los niños que trabajan tienen menos de 15 años, y más de la mitad están implicados en las «peores formas» de trabajo. Combinando los totales de estos grupos se alcanza la cifra de 180 millones.

El problema es especialmente importante en África. Allí, se sabe que trabaja el 41% de quienes tienen entre 5 y 14 años, en comparación con el 21% de Asia y el 17% de América Latina y el Caribe. Sin embargo, debido a su mayor población, Asia tiene el mayor número total de niños trabajando, el 60% del total del mundo.

Mientras que la mayor parte de los problemas se localizan en países en vías de desarrollo, el informe observa que los niños también corren riesgo en países occidentales, aunque sea en cifras reducidas. En Estados Unidos, los hijos de los inmigrantes de habla hispana son puestos en ocasiones a trabajar en granjas. La edad legal de la mayoría de los trabajadores agrícolas es sólo de 12 años, si están acompañados de sus padres.

En algunos países europeos, grupos minoritarios como los rumanos (o los gitanos) e inmigrantes llegados recientemente envían a sus hijos a trabajar aunque todavía están por debajo de la edad laboral legal. El informe de UNICEF observaba que se están llevando a los países de la Unión Europea niños de Europa del Este y de África para su explotación económica y sexual.

El informe también criticaba la situación en Gran Bretaña, donde un entramado de leyes y normas sobre empleo infantil lleva a una situación legal confusa. Asimismo, el gobierno ha mostrado escaso interés en hacer cumplir las leyes que protegen a los niños.

Explotación infantil
La explotación infantil ha recibido cada vez mayor atención a nivel internacional. En 1999, se adoptó una nueva convención internacional en la Conferencia Internacional del Trabajo anual, la «Convención sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil» (también conocida como Convención 182 de la OIT).

La convención entró en vigor el siguiente año y, a finales de junio, 150 países la habían ratificado. Por su parte, UNICEF ha combatido el problema dando una prioridad especial a la educación, para asegurar que los niños van a la escuela en vez de comenzar a trabajar a temprana edad.

No es fácil definir exactamente qué constituye trabajo infantil, puesto que las legislaciones nacionales sobre el tema varían ampliamente. Por esta razón la convención de la OIT de 1999 se titulaba «Las Peores Formas de Trabajo Infantil», porque intentaba eliminar las formas de trabajo que son inherentemente peligrosas para los niños. La convención subrayaba algunos criterios para identificar áreas problemáticas, a saber:

— Abuso físico, psicológico o sexual.

— Trabajo subterráneo, bajo el agua, a alturas peligrosas o en espacios confinados.

— Trabajo con maquinaria, equipo y herramientas peligrosas, o que implican trabajo manual o transporte de cargas pesadas.

— Trabajo en ambiente malsano que expondría a los niños a sustancias, agentes o procesos peligrosos, o a temperaturas, niveles de ruido, o vibraciones que podrían dañar su salud.

Desde la adopción de esta convención, el término «trabajo infantil» ya no se refiere sólo exclusivamente a los niños que trabajan antes de los 14 ó 15 años. Ahora incluye todos los casos en los que los niños están expuestos a daños en el trabajo, incluyendo los que les privan de otros derechos básicos, como su derecho a la educación, o que les exponen a abuso físico o sexual.

Además, las normas de la convención no contienen una prohibición general del trabajo infantil o del ganar dinero. Es razonable que los niños ayuden en el hogar y contribuyan al negocio familiar, observa el estudio, pero sólo siempre y cuando esto no deteriore su educación o les exponga a daños.

Problemas subyacentes
El informe también observaba que la experiencia desde que se introdujo la convención de la OIT demuestra que no es suficiente con intentar prohibir simplemente las prácticas que explotan a los niños.

Es necesario tratar la pobreza que aflige a las familias de los niños para permitirles evitar trabajar e ir a la escuela. Esta pobreza puede ser resultado de los bajos salarios que ganan sus padres, o porque la familia ya no tiene al varón que ganaba el pan, debido al divorcio. Las guerras y los conflictos, como el genocidio de Rwanda de 1994, crean gran número de huérfanos, que son obligados a volverse mano de obra.

En algunas zonas el VIH/Sida causa también dificultades, con hogares encabezados ahora por niños, que tienen que salir a trabajar. Otros problemas tienen lugar entre las comunidades indígenas que sufren discriminación y se ven reducidas a la pobreza. El informe también pide el fin de la discriminación contra las niñas, que suelen ser obligadas a trabajar mientras los niños continúan su educación.

Encontrar una solución a estos problemas no es fácil, admite el informe, y se necesita una variedad de iniciativas. A corto plazo, se podría ayudar a las familias a costear la educación de sus hijos a través de donaciones. A largo plazo, se necesitan reformas económicas a nivel nacional e internacional para abordar el problema de la pobreza. El informe también invitaba a los gobiernos a establecer (y hacer cumplir) leyes y políticas que protejan a los niños.

El informe de UNICEF también se centraba en por qué es vital resolver el problema subyacente de la pobreza. A mediados de los 90, en Bangla Desh, por ejemplo, miles de niñas adolescentes fueron despedidas de modo sumarísimo cuando sus patrones pensaron que Estados Unidos estaba a punto de imponer un boicot sobre la ropa fabricada con la ayuda de niños.

Otro caso, en 1996, tuvo que ver con una fábrica en Marruecos que empleaba a chicas jóvenes. Tras un documental de televisión que generó protestas, las chicas fueron despedidas, dando como resultado que estuvieran en una situación peor.

Para tratar el problema subyacente de la pobreza, UNICEF invitaba a los gobiernos a mantener su promesa a largo plazo de dar el 0,7% de los ingresos nacionales en ayuda a los países en desarrollo. El informe también observaba que la ayuda se debe utilizar con más eficacia, gastándola por ejemplo en servicios sanitarios y de educación básica – áreas críticas para la gente pobre.

Se necesita estructurar también la ayuda para que apoye los planes hechos por los países pobres en su e
strategia de superación de la pobreza. También es necesario hacer predicciones más fiables, para que los gobiernos puedan hacer planes eficaces.

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ZENIT Staff

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