¿Cómo inculturar el Evangelio? Responde el cardenal Poupard

En una conferencia en el marco de la preparación de la asamblea del CELAM (2007)

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BOGOTÁ, lunes, 11 octubre 2004 (ZENIT.org).- ¿Cómo articular la inculturación del Evangelio? O más bien, ¿cómo evangelizar las culturas? A esta doble pregunta respondió el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, al intervenir en el «Encuentro continental de acompañamiento y fortalecimiento de la pastoral de la cultura».

La ponencia, que tuvo lugar este lunes en el sede del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), se enmarcó en la preparación de la Quinta Asamblea General del CELAM, que se celebrará en febrero de 2007 en Roma.

Ante todo, el purpurado, en su ponencia pronunciada en español, invitó a la Iglesia ha hacer un esfuerzo de discernimiento.

«La inculturación del Evangelio precisa discernir los puntos de apoyo, en las expresiones culturales y anticulturales de la propia sociedad», explicó.

«De este discernimiento emergen los puntos de apoyo, es decir aquellos elementos dinámicos que el hombre de cada época enarbola como vitales y valiosos para realizar su existencia», siguió constatando.

«Desde estos puntos de apoyo, se elige un lenguaje adecuado que permita el diálogo desde el Evangelio –consideró–. La continuación de este dialogo en parte inédito y en parte conocido, es la base de una nueva iniciación cristiana».

«Ser iniciado remite a una paulatina introducción en el Misterio del hombre y de Dios revelado en Jesucristo. De la introducción vivificante en este Misterio surge una criatura nueva, cuyo ejercicio de libertad es también nuevo», consideró el purpurado francés.

«A este segundo movimiento, consecuencia de la acogida del Evangelio, lo podríamos denominar evangelización de las culturas, precisamente por haber transformado en expresiones evangélicas, la nueva relación del hombre consigo, con los demás, con el mundo, con Dios», reconoció el hombre del Papa para la cultura.

«Nueva criatura significa nueva consistencia interior y nuevas relaciones interpersonales y cósmicas –subrayó–. En este proceso exige en encuentro personal con Jesucristo y la vida comunitaria, vida que en el contexto contemporáneo de valoración de la subjetividad, no puede ser sino pequeña comunidad».

La piedad popular en América Latina, constató, «no sólo es un laboratorio para el diálogo fe y cultura, tradición y progreso, es decir de inculturación del Evangelio, sino también una verdadera ocasión de iniciación cristiana».

Ahora bien, el cardenal consideró que la evangelización de la cultura, en los países de tradición cristiana, en particular, en los latinoamericanos, exige «una continua nueva evangelización, no re-evangelización».

Esta segunda, aclaró, «supondría entre otras cosas que el proceso mismo de evangelización tiene un término y que dado el olvido de lo “aprendido” hay que repetir la lección».

«No, como sabemos, el Evangelio no es un contenido abstracto, sino una Persona Viva, Jesucristo muerto y resucitado, primicia y plenitud del Reino de Dios en el corazón humano. Un Evangelio que no conoce límite y por ello, tampoco repetición», concluyó.

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ZENIT Staff

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