Cómo mejorar nuestra predicación sagrada

PREDICACIÓN DE EJERCICIOS ESPIRITUALES IGNACIANOS (7)

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Hoy terminamos con las reglas de discernimiento que pone san Ignacio de Loyola en sus ejercicios. 

REGLAS DE DISCERNIMIENTO PARA LA SEGUNDA SEMANA

[328] REGLAS PARA EL MISMO EFECTO CON MAYOR DISCRECION DE ESPIRITUS, Y CONDUCEN MAS PARA LA SEGUNDA SEMANA. 

[329] La primera. Propio es de Dios y de sus ángeles, en sus mociones, dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación que el enemigo induce; del cual es propio militar contra la tal alegría y consolación espiritual, trayendo razones aparentes, sotilezas y asiduas falacias. 

[330] La segunda. Sólo es de Dios nuestro Señor dar consolación a la ánima sin causa precedente; porque es propio del Criador entrar, salir, hacer moción en ella, trayéndola toda en amor de la su divina majestad. Digo sin causa, sin ningún previo sentimiento o conocimiento de algún obyecto por el cual venga la tal consolación mediante sus actos de entendimiento y voluntad. 

[331] La tercera. Con causa puede consolar al ánima así el buen ángel como el malo, por contrarios fines: el buen ángel por provecho del ánima, para que crezca y suba de bien en mejor; y el mal ángel para el contrario, y adelante para traerla a su dańada intención y malicia. 

[332] La cuarta. Propio es del ángel malo, que se forma sub angelo lucis, entrar con la ánima devota y salir consigo, es a saber, traer pensamientos buenos y santos conforme a la tal ánima justa, y después poco a poco procura de salirse, trayendo a la ánima a sus engańos cubiertos y perversas intenciones. 

[333] La quinta. Debemos mucho advertir el discurso de los pensamientos; y si el principio, medio y fin es todo bueno, inclinado a todo bien, seńal es de buen ángel; mas si en el discurso de los pensamientos que trae, acaba en alguna cosa mala, o distrativa, o menos buena que la que el ánima antes tenía propuesta de hacer, o la enflaquece o inquieta o conturba a la ánima quitándola su paz, tranquilidad y quietud que antes tenía, clara seńal es proceder de mal espíritu, enemigo de nuestro provecho y salud eterna. 

[334] La sexta. Cuando el enemigo de natura humana fuere sentido y conocido de su cola serpentina y mal fin a que induce, aprovecha a la persona que fue de el tentada mirar luego en el discurso de los buenos pensamientos que le trajo y el principio de ellos, y cómo poco a poco procuró hacerla descendir de la suavidad y gozo espiritual en que estaba, hasta traerla a su intención depravada; para que con la tal experiencia, conocida y notada, se guarde para adelante de sus acostumbrados engańos. 

[335] La séptima. En los que proceden de bien en mejor, el buen ángel toca a la tal ánima dulce, leve y suavemente, como gota de agua que entra en una esponja; y el malo toca agudamente y con sonido y inquietud, como cuando la gota de agua cae sobre la piedra; y a los que proceden de mal en peor tocan los sobredichos espíritus contrario modo. Cuya causa es la disposición del ánima ser a los dichos ángeles contraria o símilar, porque, cuando es contraria, entran con estrépito y con sentidos, perceptiblemente; y cuando es símilar, entra con silencio, como en propia casa a puerta abierta. 

[336] La octava. Cuando la consolación es sin causa, dado que en ella no haya engańo, por ser de solo Dios nuestro Señor, como está dicho [330], pero la persona espiritual, a quien Dios da la tal consolación, debe con mucha vigilancia y atención mirar y discernir el propio tiempo de la tal actual consolación del siguiente, en que la ánima queda caliente y favorecida con el favor y reliquias de la consolación pasada; porque muchas veces en este segundo tiempo, por su propio discurso de habitos y consecuencias de los conceptos y juicios, o por el buen espíritu, o por el malo, forma diversos propósitos y pareceres que no son dados inmediatamente de Dios nuestro Señor; y, por tanto, han menester ser mucho bien examinados, antes que se les dé entero crédito ni que se pongan en efecto. 

Hay otras reglas ignacianas para Sentir con la Iglesia, y para discernir los escrúpulos. Pero, bastan las que hemos expuesto.

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Antonio Rivero

El padre Antonio Rivero nació en Ávila (España) en 1956. Entró a la congregación de los Legionarios de Cristo en 1968 en Santander (España). Se ordenó de sacerdote en Roma en la Navidad de 1986. Es licenciado en Humanidades Clásicas en Salamanca, en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma y en Teología por la Universidad de santo Tomás también en Roma. Es doctor en Teología Espiritual por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (Roma) donde defendió su tesis el 16 abril del año 2013 sobre la dirección espiritual en san Juan de Ávila, obteniendo “Summa cum laude”. Realizó su ministerio sacerdotal como formador y profesor de Humanidades clásicas en el seminario en México y España. Fue vicario parroquial en la ciudad de Buenos Aires durante doce años. Durante diez años fue director espiritual y profesor de teología y oratoria en el Seminario María Mater Ecclesiae en são Paulo (Brasil), formando futuros sacerdotes diocesanos. Actualmente es profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y ayuda en el Centro Logos, en la formación de sacerdotes y seminaristas diocesanos. Ha dedicado y dedica también parte de su ministerio sacerdotal a los Medios de Comunicación Social. Ha publicado catorce libros: Jesucristo, Historia de la Iglesia, Los diez mandamientos, Breve catequesis y compendio de liturgia, El tesoro de la Eucaristía, El arte de la predicación sagrada, La Santísima Virgen, Creo en la Vida eterna, Curso de Biblia para laicos, Personajes de la Pasión, G.P.S (Guía Para Santidad, síntesis de espiritualidad católica), Comentario a la liturgia dominical ciclo A, Comentario a la liturgia dominical ciclo B, Comentario a la liturgia dominical ciclo C. Ha grabado más de 200 CDs de formación. Da conferencias en Estados Unidos sobre pastoral familiar, formación católica y juventud. Y finalmente imparte retiros y cursos de formación a religiosas, seminaristas y sacerdotes diocesanos en México, Centroamérica y donde le invitan.

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