Cómo mejorar nuestra predicación sagrada

Columna del P. Antonio Rivero, L.C. Doctor y profesor de Teología y de Oratoria en el Seminario Mater Ecclesiae en São Paulo, Brasil

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  ¿Cómo hacer un estudio del guión que llevaremos el día de la predicación?

Pasos sugeridos:

– Subrayemos en amarillo o en rojo en el texto de predicación las palabras que queremos decir a toda costa.

– Repasemos varias veces en nuestra habitación el guión tal como está.

– Cerramos los ojos, relajamos el cuerpo en un asiento cómodo y repetimos lo que hemos leído sin pronunciar una sola palabra, como mudos.

– Pronunciemos la predicación en el cuarto, tal como la queremos tener ante nuestros oyentes. Bien pronunciado. Si disponemos de magnetófono, podemos grabar la predicación y la escuchamos a continuación. El magnetófono es el mejor crítico.

¿Qué normas ayudan para la predicación?

– Concéntrate en lo esencial: no lo digas todo. No expliques las tres lecturas ni todos los textos de la liturgia. Ten en cuenta todo eso al prepararlo, pero después cíñete a lo esencial.

– Predica una sola idea: el público sólo asimila una idea. Di esa idea, repítela, resúmela. Y vete.

– Breve y sustancioso. Despacio pero con vida. Cambio de ritmo y tono.

– Buen comienzo y buen final, pues “exordios y despedidas dan a los sermones vida”.

– Ejemplos con gracia y sal. Haz como Jesús: usa ejemplos, parábolas, historietas, alegorías, comparaciones, refranes y frases populares.

– Vocabulario sencillo, al hablar de términos bíblicos, teológicos o filosóficos.

– Quizá sea más prudente llevarla escrita y leer. Si se hace así, es más fácil lograr que tenga brevedad, una sola idea, ejemplos dosificados, vocabulario asequible. Si no se lee, ha de partirse de un esquema que ayuda a mantener esos puntos.

– Y hablar al micrófono, que ha de ser como oído del oyente: alejándose si se levanta la voz, acercándose si se baja. No es necesario gritar, son preferibles los tonos graves y han de evitarse los movimientos de la cabeza, que desvían la voz del micrófono1.

¿Cuál sería el proceso semanal de la predicación?

La predicación dominical debe ser el resultado de un esfuerzo que se extienda a lo largo de toda la semana. Se aconseja lo siguiente, si se cuenta con tiempo:

– Concentración, silencio y calma durante la semana sobre todo de lunes a viernes.

– El lunes se podría dedicar a la lectura de los textos y a la elección de uno de ellos que determinará el tema de la predicación.

– El martes es el día de la exégesis para descubrir el sentido principal del texto. Es el día más laborioso.

– El miércoles es el día de la actualización. ¿Qué pasa hoy en la vida de los oyentes?

– El jueves es el día de la oración personal del predicador. Aquí ya sale la formulación del tema de la predicación.

– El viernes está dedicado a la preparación del guión.

– El sábado queda libre de la preparación de la predicación. Ese día el predicador tiene que estar sereno y descansado, y puede dar una ojeada al guión para memorizarlo del todo o parcialmente.

¿Cuál sería también el proceso creativo?

En lenguaje psicológico significa evitar la tendencia a la rutina en el pensamiento y estar continuamente renovándose con modelos de predicación. En ese proceso creativo hay unas fases:

– La fase de preparación: aquí se ojean los problemas, se recoge material, se piensa a fondo el problema, se leen predicaciones serias y bien preparadas de otros.

– La fase de incubación: esas ideas reposan y hay que darles vuelta. Es la gestación.

– La fase de iluminación: nace ya la idea que quiero transmitir, y descarto las demás.

– La fase de verificación: se verifica con la vida de los oyentes.

¿Puedo servirme de ayudas para la predicación sacadas de libros o internet?

Aquí se trata de ver qué materiales pueden ayudar al predicador. Este material puede ayudar al sacerdote que tal vez lleva muchos años predicando y ahí puede encontrar alguna luz o intuición, que después él la desarrollará con su propio carácter y temperamento. Ahora bien, el predicador no puede hacer un plagio de ese material y dar tal cual ese prefabricado a los oyentes. El predicador tiene que preparar su predicación, hacerse tiempo para prepararla bien, leer los textos de la misa, meditarlos, confrontarlos con la situación de los oyentes y los acontecimientos actuales.

Estos materiales pueden tener tres funciones:

– Una función de apoyo: para el encuentro con el texto bíblico o con el tema principal.

– Una función de control: controlar el propio esquema, completarlo, podarlo o pulirlo.

– Una función de estímulo: para superarse en la predicación. Si no, pronto caeríamos en el aburrimiento.

A modo de conclusión de lo dicho…

– Leer los textos de la liturgia dominical.

– Hacer la labor exegética y dogmática una semana mínimo.

– Meditación personal de esos textos durante esa semana.

– Consultar alguno de los libros homiléticos que puedan inspirar alguna idea.

– Elaborar la propia predicación, con el objetivo concreto para el auditorio concreto.

– Pronunciar la predicación con convencimiento, expresividad, entusiasmo y lógica.

Cualquier duda o sugerencia, comuníquese, por favor, con el padre Antonio Rivero a este email: arivero@legionaries.org

1 Estos consejos están recogidos del libro “Última asignatura: la homilía” del padre Carlos Muñiz, S.J.

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Antonio Rivero

El padre Antonio Rivero nació en Ávila (España) en 1956. Entró a la congregación de los Legionarios de Cristo en 1968 en Santander (España). Se ordenó de sacerdote en Roma en la Navidad de 1986. Es licenciado en Humanidades Clásicas en Salamanca, en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma y en Teología por la Universidad de santo Tomás también en Roma. Es doctor en Teología Espiritual por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (Roma) donde defendió su tesis el 16 abril del año 2013 sobre la dirección espiritual en san Juan de Ávila, obteniendo “Summa cum laude”. Realizó su ministerio sacerdotal como formador y profesor de Humanidades clásicas en el seminario en México y España. Fue vicario parroquial en la ciudad de Buenos Aires durante doce años. Durante diez años fue director espiritual y profesor de teología y oratoria en el Seminario María Mater Ecclesiae en são Paulo (Brasil), formando futuros sacerdotes diocesanos. Actualmente es profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y ayuda en el Centro Logos, en la formación de sacerdotes y seminaristas diocesanos. Ha dedicado y dedica también parte de su ministerio sacerdotal a los Medios de Comunicación Social. Ha publicado catorce libros: Jesucristo, Historia de la Iglesia, Los diez mandamientos, Breve catequesis y compendio de liturgia, El tesoro de la Eucaristía, El arte de la predicación sagrada, La Santísima Virgen, Creo en la Vida eterna, Curso de Biblia para laicos, Personajes de la Pasión, G.P.S (Guía Para Santidad, síntesis de espiritualidad católica), Comentario a la liturgia dominical ciclo A, Comentario a la liturgia dominical ciclo B, Comentario a la liturgia dominical ciclo C. Ha grabado más de 200 CDs de formación. Da conferencias en Estados Unidos sobre pastoral familiar, formación católica y juventud. Y finalmente imparte retiros y cursos de formación a religiosas, seminaristas y sacerdotes diocesanos en México, Centroamérica y donde le invitan.

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