Cómo se construye el templo vivo de la Iglesia, explica el Papa

En la parroquia de Santa María del Rosario en los Mártires Portuenses

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ROMA, domingo, 16 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Es Jesús quien «nos reúne en la gran comunidad de la Iglesia» de todo tiempo y lugar; por eso, en la «iglesia edificio» y en la «Iglesia comunidad» todo habla de Él, explica Benedicto XVI.

La vista pastoral que hizo el Papa, en la mañana de este domingo, a la parroquia de Santa María del Rosario en los Mártires Portuenses, le dio oportunidad para profundizar en la construcción de la Iglesia como templo vivo.

Y lo hizo tomando imágenes de la liturgia de la Palabra y del rito con el que dedicó esta nueva iglesia del sector oeste de Roma, en Magliana, cerca de Fiumicino. 

«La comunidad viva es más sagrada que el templo material que consagramos», explicó el Santo Padre en la homilía de la Eucaristía que presidió.

«Y para construir este templo vivo, espiritual –que sois vosotros–, se necesita mucha oración, se necesita valorar toda oportunidad que ofrece la liturgia, la catequesis y las múltiples actividades pastorales, caritativas, misioneras y culturales que conservan «joven» a vuestra prometedora parroquia», dijo a la numerosísima congregación de fieles.

«Que la atención que mostramos por el edificio material –con la aspersión del agua bendita, ungiéndolo con óleo, incensándolo– sea señal y estímulo para una atención más intensa en la defensa y promoción del templo de las personas, formado por vosotros, queridos parroquianos», exhortó.

El Santo Padre se remitió a la página del Evangelio en la que Pedro, en nombre de los discípulos, declara que Jesús es el Mesías de Dios, el Cristo, el Hijo del Dios vivo. «Y el Señor le dice solemnemente: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»; «Pedro se convierte en la piedra, asociado por su fe en Jesús», subrayó.

Y «vemos que es Jesucristo la única e indefectible roca sobre la que se apoya nuestra fe, sobre la que se construye esta parroquia –añadió–. Y encontramos a Jesús en la escucha de las Sagradas Escrituras; está presente y se hace alimento nuestro en la Eucaristía, vive en la comunidad parroquial».

Así que todo, «en la iglesia edificio y en la Iglesia comunidad, habla de Jesús; todo es relativo a Él, todo hace referencia a Él», recalcó Benedicto XVI; «y el Señor nos reúne en la gran comunidad de la Iglesia de todos los tiempos y lugares, enlazada en comunión con el sucesor de Pedro como roca de la unidad».

En este contexto, «la acción de los obispos y de los presbíteros, el compromiso apostólico y misionero de todo fiel es proclamar y testimoniar con la palabra y con la vida que Él, el Hijo de Dios hecho hombre, es nuestro único Salvador», apuntó.

En su saludo de acogida al Papa, en el inicio de la Misa, el párroco –el sacerdote irlandés Gerard McCarthy– había invitado a la comunidad: «El Señor nos pide que su templo se haga no sólo de piedras bellas, sino sobre todo de piedras vivas, y que cada piedra se haga de la obra de nuestra propia vida, con nuestros sacrificios y nuestra pasión por la gloria de Cristo».

Y no dudó en relatar un testimonio personal de diez años atrás, cuando había llegado a la parroquia: «Una niña de cinco años me saludó y me dijo: «Hola, Jesús». Y al final de Misa se despidió y me dijo: «Adiós Jesús, nos volvemos a ver el próximo domingo». Me di cuenta en ese instante de que el Señor me hablaba diciéndome que mi vida debería vivirla siempre ofreciendo todo para que Su presencia fuera reconocida y amada».

«Es Él quien nos ha elegido para llevar su presencia al mundo», reconoció el párroco.

«Santidad –dijo al Papa don Gerard McCarthy, visiblemente conmovido–: hoy resuena en nuestro corazón la voz de aquella niña; vemos en usted la dulce persona de Cristo que viene entre nosotros a tomar posesión de su iglesia, de su casa, y a decirnos que nunca debemos temer, porque Cristo está con nosotros y nunca estamos solos, porque la Iglesia es el Cuerpo de Cristo que se dilata en el tiempo y en el espacio».

«Gracias Santidad por su sí a Cristo y por su pasión por la verdad», concluyó, acompañado por los aplausos de todos los presentes.

Concelebraron la Eucaristía con el Santo Padre su vicario para la diócesis de Roma –el cardenal Camillo Ruini–, los obispos auxiliares monseñor Benedetto Tuzia –para el sector oeste– y monseñor Ernesto Mandara –secretario de la Obra Romana para la Preservación de la Fe y la Provisión de Nuevas Iglesias en Roma–, el párroco y monseñor Massimo Camisasca, superior general de la Fraternidad de los Misioneros de San Carlos Borromeo –expresión sacerdotal de Comunión y Liberación, a cuya atención pastoral está encomendada la parroquia–.

Hace nueve años que también acudió al lugar, en visita pastoral, Juan Pablo II, como recordó su sucesor en su homilía. Ampliación de la parroquia de entonces, Benedicto XVI ha dedicado la nueva iglesia.

Se enmarca en el proyecto «50 iglesias para Roma 2.000», iniciado en el Año Santo del Gran Jubileo por deseo del Vicariato de Roma. Se respondía así a las necesidades espirituales del fuerte crecimiento de población en diversos puntos de la circunscripción de Roma.

De hecho la zona de la parroquia de Santa María del Rosario en los Mártires Portuenses registraba hace diez años una población de 7.000 habitantes; actualmente es el triple, formada por personas muy jóvenes.

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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