Comunicado de la Red “Cardenal Van Thuân” ante la actual ronda del G8

“Responsabilidad, solidaridad y subsidiariedad”

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VERONA, jueves 26 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Ante la actual crisis económica y las próximas reuniones del G8 y del G20, la red internacional «Cardenal Van Thuân» ha emitido un comunicado llamando a la responsabilidad, solidaridad y subsidiariedad y afirmando la necesidad de buscar nuevas políticas de desarrollo. 

La Red internacional está integrada por el Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân sobre doctrina social de la Iglesia, de Verona, Italia; el Centro de Pensamiento Social Católico de Arequipa, Perú, y la Fundación Pablo VI, Madrid, España. 

En su comunicado afirma que, en los últimos decenios, hemos asistido a una crisis sustancial del modelo de ‘gobernanza’ (buen gobierno) global de la economía y de las finanzas, «construido sobre instituciones que no han sabido o no han querido profundizar en los temas relativos al desarrollo, la competencia leal y la evasión fiscal». 

De hecho, afirma el comunicado, «mientras se afirman ‘nuevos centros de poder’ -como, por ejemplo, el G7/G8–, en los cuales existe una verdadera posibilidad de incidir en los movimientos políticos y económicos del planeta, por otro, las atribuciones de las Naciones Unidas y de sus agencias pierden eficacia».

 En la actual crisis, según los firmantes del comunicado, se ponen en tela de juicio los fundamentos del modelo de desarrollo impuesto hasta ahora, por lo que parece imprescindible «dirigir una mirada crítica, precisamente a los mecanismos de ‘gobernanza’ global, para que estos no produzcan sólo medidas profilácticas que acaban defendiendo el ‘status quo’ -con todas sus evidentes injusticias–, sino una nueva política encaminada a la promoción del desarrollo humano».

 Por ello, la Red Van Thuân mira «con atención y esperanza hacia la reunión del G8, que se celebrará en el mes de julio en la isla de la Maddalena (Italia) y, en particular, a la reunión del G20 prevista para los primeros días del mes de abril en Londres.

 Y afirma que la nueva gobernanza global de «nacer de tres principios fundamentales: la responsabilidad, la solidaridad y la subsidiariedad».

 La «gobernanza» de la economía global, explica el comunicado, «debe partir de las responsabilidades individuales y comunitarias recíprocas, tan a menudo descuidadas en los caminos de crecimiento económico emprendidos por muchos países que hoy se consideran desarrollados».

 Responsabilidad, indica, «que significa consideración de la interdependencia de las acciones de los ‘grandes’ con respecto a los equilibrios globales, pero también con respecto a los equilibrios particulares de otros países».

 El comunicado cita al primer ministro inglés Gordon Brown, que escribía un artículo en «L’Osservatore Romano», con motivo de su visita a Benedicto XVI, en el que afirmaba: «Ha llegado la hora de incorporar a los países en vías de desarrollo al proceso de adopción de las soluciones internacionales que todos necesitamos».

 Según la Red Van Thuân, «se trata de un imperativo ético, pero también de una oportunidad económica. Como afirma laSollicitudo rei socialis, los pobres no deben ser vistos como un peso, sino como un recurso. El fracaso de la política económico-financiera acerca de los temas del desarrollo y de la lucha contra la pobreza seguirá, si dicha política no se fundamenta en el principio de responsabilidad».

 Según los firmantes del comunicado los actuales problemas de la economía global «no tienen que ver sólo con las formas de reglamentación del mercado internacional de las finanzas y de sus productos» «sino también con la inclusión de los países menos desarrollados en los circuitos comerciales internacionales, con la competencia internacional leal que termine con los fenómenos especulativos sobre el coste y las condiciones del trabajo, con el acceso transparente a los mercados de los capitales y de los productos financieros; es decir, con la revisión de los llamados paraísos artificiales, con la reducción de la volatilidad de los capitales por la que los países pobres financian a los ricos, y con la lucha contra la corrupción».

Y afirman que no se puede salir de la crisis sin contar con los países pobres porque «trabajar para éstos significa trabajar para todos».

Todo ello, añaden, «sin vulnerar el principio de subsidiariedad». «La subsidiariedad -afirma- no impide prestar ayuda, antes al contrario, lo pide, pero con la única intención de reconocer el protagonismo de las entidades menores, si no en lo inmediato, sí, al menos, a medio o largo plazo. Este protagonismo, de hecho, constituye la premisa de un desarrollo humano auténtico, también en el campo económico».

El comunicado advierte sobre el riesgo de soluciones fáciles para sanear el presupuesto público procediendo al recortes del gasto que castigan a la sociedad civil cuando lo que hay que afrontar el la reforma de las administraciones públicas.

Y oncluye esperando que las próximas cumbres internacionales «consigan integrar, de forma estructural, las preocupaciones para conseguir un nuevo equilibrio financiero y una recuperación económica en los países desarrollados con la Declaración final de la Conferencia de Doha sobre financiación del desarrollo, así como con las propuestas contenidas en la Nota del Pontificio Consejo Justicia y Paz publicada el 18 de noviembre de 2008 con motivo de la citada Conferencia de Doha».

Por Nieves San Martín

 

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ZENIT Staff

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