Comunicadores piden al Papa la beatificación del primer periodista laico

Manuel Lozano Garrido vivió 28 años en una silla de ruedas

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MADRID, 27 agosto 2002 (ZENIT.org).- Más de doscientos periodistas y escritores han elevado una petición a Juan Pablo II para que eleve a la gloria de los altares a Manuel Lozano Garrido, periodista español que pasó 28 años en una silla de ruedas y durante 10 años quedó ciego.

Manuel, o «Lolo», como le llamaban sus amigos en España, podría ser el primer periodista laico beatificado.

«Creemos sinceramente que Manuel Lozano Garrido ‘Lolo’ pueda ser para nosotros, los periodistas y escritores católicos, y para toda la Iglesia, uno de los modelos de vida más luminosos y actuales de nuestro tiempo», explica la petición presentada por los profesionales de los más importantes medios de comunicación españoles.

«Sería una maravillosa gracia de Dios que él pudiera convertirse pronto en el primer periodista seglar canonizado –añaden–, para podernos encomendar a su intercesión, y esperanzadamente así lo confiamos y pedimos a Dios y a Vuestra Santidad».

Según ha comunicado don Rafael Higueras, promotor de la causa de beatificación del siervo de Dios, el proceso se encuentra en fase avanzada.

Manuel Lozano Garrido, nació en Linares (Jaén) en 1920. Comenzó a desarrollar su trabajo profesional como periodista en medios de comunicación religiosos como el diario Ya, Telva, Vida Nueva, la agencia Prensa Asociada, Signo…

En 1942 contrajo una grave enfermedad (espondilitis) que le deformó completamente el cuerpo y le dejó inválido. Por ese motivo tuvo que vivir durante 28 años «sujeto» a una silla de ruedas, regalo de sus compañeros periodistas.

Los últimos diez años de su vida los pasó completamente ciego. A pesar de este gran inconveniente, dictó nueve libros a su querida hermana Lucy y a sus amigos. Fundó la revista Sinaí para enfermos.

El testamento de «Lolo», fallecido el 3 de noviembre de 1971 es revelador de lo que fue su vida: «Amigos: por un tiempo no nos veremos; Me adelanto al encuentro del Padre; Os agradezco que hayáis estado junto a mi muerte, como estuvisteis junto a mi sillón de ruedas. sigo vuestro y os renuevo mi cita en la Alegría. Cuidad de Lucy. Y recordad que todo es gracia».

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ZENIT Staff

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