CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 26 junio 2008 (ZENIT.org).- Con su compromiso por combatir la pobreza y la violencia, y con su obra de educación, la Iglesia muestra el rostro misericordioso de Dios, asegura el Papa.
«De ahí que los obispos, como sucesores de los apóstoles, sean los primeros responsables de este servicio de caridad en las Iglesias particulares», aclaró.
El Papa, que en días pasados se había reunido en encuentros personales con los prelados hondureños, reconoció: «Sé bien cuánto os aflige la pobreza en la que viven tantos compatriotas vuestros».
De los siete millones de habitantes de Honduras, el 70 por ciento vive bajo el umbral de la pobreza.
Entre sus preocupaciones compartidas con los obispos del país, el Papa mencionó, además, el «aumento de la violencia, la emigración, la destrucción del medio ambiente, la corrupción o las carencias en la educación, entre otros graves problemas».
«Como ministros del Buen Pastor habéis desplegado, de palabra y de obra, una intensa labor de ayuda a los necesitados», aseguró Benedicto XVI.
Por eso, les exhortó «vivamente a seguir mostrando en vuestro ministerio el rostro misericordioso de Dios, potenciando en todas vuestras comunidades diocesanas y parroquiales un extenso y capilar servicio de caridad, que llegue de modo especial a los enfermos, a los ancianos y a los encarcelados».
En su discurso de saludo al Papa, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras, manifestó su preocupación por la «inhumana pobreza» que se ve ahora agravada por el aumento del precio del petróleo y de los alimentos.
Esta situación, denunció, lleva al éxodo de miles de ciudadanos, en busca de mejores oportunidades, que contribuye a la disgregación de las familias.
Al mismo tiempo, informó que el país está sufriendo la violencia y el crimen en una cultura de la muerte, motivo por el cual la Iglesia ha lanzado a nivel nacional una campaña a favor de la vida.
