Concluye el Jubileo de los profesores de religión

El desafío del catequista: La nueva evangelización

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 dic (ZENIT.org).- Han emprendido el regreso a sus casas los más de 7.500 catequistas y profesores de religión que de varios países del mundo se han congregado en Roma para vivir su propio Jubileo.

El encuentro terminó oficialmente ayer por la tarde, con un congreso internacional, celebrado horas después de que Juan Pablo II, en la eucaristía jubilar, les planteara los desafíos que tienen que afrontar a inicios de milenio: la transmisión de la fe íntegra en un mundo que busca religiones a la carta (Cf. «El Papa: separación fe y vida, «uno de los errores más grandes de hoy»»).

En la fase final del Congreso intervino el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien afrontó uno de los argumentos fundamentales del pontificado de Karol Wojtyla: «La nueva evangelización».

Un término que quiere ser una senda hacia «ese mundo» que todavía no ha recibido la evangelización «clásica», que de todos modos está siempre presente en la Iglesia y que tiene una importancia decisiva.

De este modo, el purpurado, interrumpido por los aplausos, delineó las características que deben distinguir al catequista hoy: desde la oración personal hasta la disponibilidad para dar la propia vida por los suyos y el mensaje de salvación que se le ha encomendado.

«Al anunciar la conversión –dijo el cardenal Ratzinger– tenemos que ofrecer también una comunidad de vida, un espacio común del nuevo estilo de vida». Frente a la tendencia cada vez más difundida de vivir «como si Dios no existiera», la nueva evangelización no debe ser una estructura social o política, sino Jesucristo, el Señor.

Al mismo tiempo, el catequista de la nueva evangelización debe recordar las responsabilidades de cada hombre: «las injusticias del mundo –añadió– no son la última palabra». Para comprender armoniosamente la justicia presente es necesario vérselas con la eternidad: «Sólo si la medida de nuestra vida es la eternidad, el valor de nuestra vida sobre la tierra será inmenso. Dios no compite con nuestra vida, sino que es el garante de nuestra grandeza».

A continuación, tuvieron lugar las intervenciones de varios representante del mundo de la catequesis. El escultor italiano Alessandro Romano ilustró cómo las artes plásticas pueden ser vehículo de este anuncio.

El profesor Iliano Piccolo, quien se fue desde Italia en 1979 a México con su familia como evangelizador, narró su experiencia como profesor en la Escuela de la Fe, institución dirigida por los Legionarios de Cristo. Tras 21 años de experiencia, subrayó la necesidad que existe en América Latina de este tipo de instituciones, especialmente entre las zonas más abandonadas.

«Estas comunidades rurales –dijo– eran visitadas por los párrocos y los misioneros pocas veces al año, de modo que quedaban a la merced de sectas religiosas. Ante esta situación, se formaron evangelizadores a tiempo completo, que han dedicado su vida al desarrollo integral de estas personas».

Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, propuso, «ante el peligro de la apostasía de muchos bautizados y ante la urgencia de salvar a esta generación», la idea de crear, tras el Jubileo del año 2000, «una Comisión Pontificia para la aplicación de la nueva evangelización, para ayudar a promover el anuncio del kerigma y la iniciación cristiana de los adultos».

Al concluir, el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación vaticana para el Clero dejó como compañero de camino de los catequistas el Catecismo de la Iglesia Católica, en toda su integridad, y agradeció al cardenal Joseph Ratzinger la reciente publicación de la Declaración «Dominus Iesus», sobre el carácter único y universal de la Salvación en Cristo y en la Iglesia.

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ZENIT Staff

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