Concluyó el año sacerdotal con multitudinaria eucaristía con el Papa

Más de 15.000 sacerdotes estuvieron presentes en este evento

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 11 de junio de 2010 (ZENIT.org) La imagen del santo cura de Ars era el centro de la fachada de la basílica de San Pedro esta mañana, en la misa concelebrada por 80 cardenales, 350 arzobispos y obispos y 15.000 sacerdotes de los cinco continentes con motivo de la clausura del año sacerdotal.

Desde las 7,30 horas, los sacerdotes comenzaron a entrar en el aula Pablo VI y la basílica Vaticana. Una hora después empezó la procesión para dar inicio a la misa.

Las campanas de la basílica de San Pedro empezaron a sonar fuertemente a las 8,45 horas para dar luego tiempo a la preparación para esta eucaristía, por medio de algunos cantos alusivos a la vocación del sacerdote y de la lectura de algunos textos que permitieron a los miles de concelebrantes, y participantes de este evento, recogerse para esperar esta eucaristía.

Predominaba en la plaza de San Pedro el color blanco, por la casulla que tenían los miles de sacerdotes. Este es el color litúrgico que se usa hoy por tratarse de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Como es costumbre y para mostrar siempre el carácter universal de la Iglesia, las lecturas fueron realizadas en diversos idiomas: la primera en español, hecha por Fermina Alvarez Alonso “Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo tu rastro” (Ezequiel 34). Luego el padre Maximiliano Nobile cantó el salmo 22 (23). “El Señor es mi pastor nada me falta”, finalmente la segunda lectura se hizo en inglés y estuvo a cargo de Anthony McFrath. “Cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores”. (Romanos 5, 5- 11)

Así dieron paso a la lectura del Evangelio, de la Parábola de la Oveja perdida y luego a la homilía del Papa, quien al hablar de la vocación sacerdotal dijo: “Dios se vale de un hombre con sus limitaciones para estar, a través de él, presente entre los hombres y actuar en su favor”.

El fuerte calor propio de finales de la primavera romana golpeaba fuertemente esta mañana en la plaza. Sin embargo, esto no impidió el silencio y el recogimiento de los miles de sacerdotes y fieles llegados de todo el mundo.

Después de la homilía, los sacerdotes renovaron las promesas hechas en el momento de su ordenación, respondiendo fuertemente “sí” ante las preguntas que realizó el Papa sobre la unión íntima con Jesús renunciando a si mismos y confirmando el sagrado compromiso, la fidelidad al ministerio por medio de la Eucaristía y de las acciones litúrgicas y la obediencia al dejarse guiar no por los intereses humanos sino por el amor a los hermanos.

A las 11,18 horas comenzó la procesión con las ofrendas, mientras que el coro de la Capilla Sextina entonaba el canto de Maior est caritas, inspirado en el Himno de la Caridad de San Pablo (1 Corintios 13).

Religiosos, laicos y sacerdotes llevaron las ofrendas al altar y, como es costumbre, intercambiaron algunas palabras con el Papa.

Un año de conversión personal

Sobre las impresiones personales acerca del año sacerdotal, y de estos últimos días de encuentro en Roma, ZENIT habló con algunos sacerdotes que vinieron especialmente para este evento:

Para el padre Tomas Surlis, de la diócesis de Achorny en Irlanda, uno de los aspectos en los que más a profundizado en estos días es el hecho de que el sacerdocio “no es sólo un trabajo sino una vocación y una profunda identificación”.

También se refirió la delicada situación del clero en su país: “El futuro es un poco incierto. Sin embargo, muchos fieles están contentos con sus sacerdotes. Siempre hay una esperanza para el futuro porque Jesús está con nosotros”, dijo.

Por su parte, el padre Armando Cruz Ventura, de la diócesis de San Miguel del Salvador, dijo que en estos días de encuentro “hemos recordado las puertas de nuestras iglesias de nuestras parroquias y hemos dicho ¡qué orgullo es ser católico y qué satisfacción es venir a la roca de Pedro para confirmar que la Iglesia abre puertas a la vida y a la esperanza!”

El sacerdote Alejandro Bertolini, de la diócesis de San Isidro, (Argentina) dijo que el mayor fruto que trajo este año para su vida fue el de “conversión personal”. Un año que le ha permitido “dejarme tocar por los signos de los tiempos”.

“Esta guerra mediática contra la Iglesia y a raíz del pecado de la Iglesia me hizo reflexionar y entrar en sintonía no sólo con la Iglesia sino con las víctimas. Esto lleva a la conversión sí o sí”, dijo el sacerdote en diálogo con ZENIT.

Al finalizar la eucaristía y con ella el Año Sacerdotal, Benedicto XVI pronunció así las palabras del rito de conclusión en una oración a la Virgen María: “Ayúdanos con tu potente intercesión a no desmerecer esta vocación sublime, a no ceder a nuestros egoísmos, a las lisonjas del mundo y a las sugestiones del Maligno”, dijo el Papa.

“Madre de la Iglesia”, oraba Benedicto XVI, “nosotros sacerdotes queremos ser pastores que no se apacientan a sí mismos sino que se entregan a Dios por los hermanos, encontrando en esto su felicidad. No sólo con palabras sino con la vida, queremos repetir humildemente, día a día nuestro aquí estoy”.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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