Condonar la deuda no basta para el desarrollo de los países, alerta el cardenal Martino

En un simposio internacional sobre «Pobreza y Globalización» celebrado en el Vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 13 julio 2004 (ZENIT.org).- Compartir oportunidades y responsabilidades, y no sólo condonar la deuda, ayudaría a resolver el problema de desarrollo de los países pobres, explicó el viernes el cardenal Renato Raffaele Martino en un seminario internacional celebrado en el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, que él preside.

La lucha contra la pobreza y los programas de financiación para el desarrollo en cooperación con las instituciones internacionales han centrado el encuentro, convocado bajo el lema «Pobreza y globalización: financiar el desarrollo y los objetivos de desarrollo del milenio».

El presidente del dicasterio organizador abrió los trabajos alertando de que «la condonación de la deuda de los países más pobres no basta para resolver el problema real de su desarrollo», aunque «puede ser una ocasión de reflexión y de implicación duradera entre los actuales acreedores y deudores».

El purpurado, que hace poco más de un mes tuvo oportunidad de viajar a la convulsionada Uganda, explicó cómo la crisis de los países pobres fuertemente endeudados involucra sobre todo a África.

En efecto, en el continente se ha cebado «una espiral de pobreza que se autoalimenta» con «sangrientos conflictos, enormes emergencias sanitarias, una estructura económica frágil y a menudo dependiente por completo de la exportación de pocas materias primas cuyos precios están en disminución».

De aquí la necesidad de encontrar una solución para la financiación al desarrollo.

El purpurado aludió a la Conferencia de Monterrey –marzo de 2002— que «marcó la aparición de un significativo consenso en torno a la consolidación de una “asociación” entre países desarrollados y países en vías de desarrollo basada en compartir oportunidades y responsabilidades».

Sin embargo lamentó que los datos más recientes indiquen que «el compromiso de los países adelantados de destinar un determinado porcentaje de su Producto Interior Bruto para la cooperación al desarrollo aún no haya sido respetado del todo».

Igualmente puntualizó que «no se trata sólo de un problema de cantidad de recursos financieros a disposición», sino de calidad.

Y es que la acción de cooperación al desarrollo «sufre de lentitudes burocráticas, impone a los países beneficiarios pesadas cargas para hacer frente a las peticiones de supervisión y de la valoración de los donantes, que son planteadas sobre la base de la operatividad interna de cada donante y que no ayudan al país beneficiario a desarrollar procedimientos propios, realistas y eficaces», recalcó el cardenal Martino.

En el contexto de la cuestión de la ayuda pública al desarrollo, el purpurado destacó la «International Finance Facility» del gobierno británico, «para cuya realización el Santo Padre ha prometido en numerosas ocasiones el apoyo moral de la Santa Sede» (Cf. Zenit, 9 de julio de 2004).

[El proyecto busca recoger durante diez años cincuenta mil millones de dólares anuales a través de la emisión de obligaciones en el mercado internacional de capitales. Los fondos se destinarán a mejorar las condiciones de hospitales y escuelas de países pobres. Gran Bretaña se compromete a patrocinar la iniciativa en el próximo año en el señor de los siete países más industrializados del mundo y Rusia (G8), del que Londres asumirá la presidencia de turno. Ndr]

En el camino de la lucha contra la pobreza, el cardenal Martino habló además de forma especial de la importancia del «reconocimiento de la centralidad de la persona humana, sobre todo de los pobres, en los grandes procesos económicos y sociales, que nunca pueden leerse de manera mecanicista».

«Este elemento forma parte de la gran tradición de la Doctrina Social de la Iglesia, “experta en humanidad”, pero halla múltiples indicios también en los resultados de la investigación económica y social más sagaz», concluyó.

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ZENIT Staff

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