Conferencia internacional reconoce la libertad religiosa como piedra angular

Promovida en Roma por la Embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede

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ROMA, viernes, 3 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Una conferencia internacional celebrada este viernes en la Universidad Pontificia Gregoriana por iniciativa de la embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede reconoció este viernes la libertad religiosa como «piedra angular de la humanidad».

En la Conferencia, han participado exponentes diplomáticos, representantes del Vaticano, entre ellos el secretario para las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, el arzobispo Giovanni Lajolo (Cf. Zenit, 3 de diciembre de 2004), exponentes del mundo de la información, de las universidades y de las organizaciones no gubernamentales.

Este acto cierra las celebraciones por los veinte años de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y la Santa Sede (10 de enero de 1984), tras 117 años de interrupción. El entonces presidente Ronald Reagan afirmó que este paso sirvió para «corregir una anomalía histórica».

El discurso inaugural estuvo a cargo del embajador estadounidense ante la Santa Sede, Jim Nicholson, seguido de monseñor Lajolo, secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, quien abrió el debate sobre un tema candente: «La libertad religiosa, garantía de seguridad y de estabilidad en el siglo XXI».

Kevin J. Hasson, presidente de la Fundación Becket, y el profesor Paolo Carozza, de la Universidad Notre Dame de Indiana (EE. UU.), debatieron sobre «Libertad religiosa, fundamento de la dignidad humana y del orden internacional».

John Hanfonrd, embajador plenipotenciario para la Libertad Religiosa Internacional, del Departamento de Estado de EE. UU., disertó sobre «Promover la libertad religiosa: el punto de vista estadounidense».

Intervinieron asimismo representantes de ONG en favor de la libertad de culto: Joseph K. Grieboski, presidente del Instituto de Religión y Política estatal de Washington, y Attilio Tamburini, director de la Sección italiana de la obra pontificia «Ayuda a la Iglesia Necesitada».

Los trabajos de la mañana concluyeron con una panorámica sobre la mejora de la libertad religiosa en algunas áreas del mundo, ofrecida por el director de «AsiaNews», el padre Bernardo Cervellera; el padre David-Maria Jaeger, OFM, del Pontificio Ateneo Antonianum de Roma; y el padre Daniele A. Madigan, SJ, vicepresidente del Instituto de religiones y Culturas de la Pontificia Universidad Gregoriana.

En una entrevista concedida en exclusiva a Zenit, Jim Nicholson, al explicar los motivos de esta conferencia, afirma: «La libertad religiosa está hoy amenazada en muchos países del mundo y millones de personas han sido privadas de su libertad más fundamental como seres humanos. Esto debería hacer de esta libertad una prioridad para todos aquellos a quienes preocupa la dignidad humana».

«Aumentando la conciencia sobre los problemas que los creyentes afrontan en varios países, y aprovechando lo que Estados Unidos, la Santa Sede y otros estados pueden hacer para ayudarles, nuestro objetivo es el ampliar el alcance de la libertad religiosa y, por tanto, de la dignidad humana», añade.

El embajador subraya la profunda relación entre libertad religiosa, paz y estabilidad mundiales, afirmando que «donde no se respeta, donde la tolerancia religiosa y el respeto de los derechos de los demás son minusvalorados, aumentan los conflictos y la violencia».

«Por este motivo, la libertad religiosa y los temas con ella relacionados tales como la tolerancia religiosa y el diálogo interreligioso, están hoy en primer plano en la política internacional y, por esto, durante la conferencia examinaremos la libertad religiosa como piedra angular de la dignidad humana y del orden internacional», prosigue Nicholson.

«La libertad religiosa es también un valor y un objetivo que compartimos con la Santa Sede, y una cuestión sobre la que colaboramos de cerca», subraya el embajador, declarándose satisfecho de que el arzobispo Lajolo haya realizado la primera intervención.

En cuanto a la amenaza fundamental, de varios gobiernos y grupos extremistas, que quieren controlar la libertad de conciencia de los individuos, Nicholson comenta que «los regímenes totalitarios y autoritarios, como los de Corea del Norte y China (…) tratan de controlar las prácticas o el credo religioso», mientras que «otros estados, como Arabia Saudita o Eritrea, son hostiles a las minorías y religiones no aprobadas».

«Algunos estados discriminan o persiguen a los miembros de religiones minoritarias, o imponen legislaciones o políticas discriminatorias», lesionando o violando «el derecho humano más fundamental, el de credo o conciencia». «Esperamos haber arrojado luz sobre todos ellos durante nuestra conferencia», declara a Zenit.

«Al reunir a los líderes mundiales y expertos para reclamar su atención sobre los problemas existentes, podemos ejercer presión sobre los gobiernos para que vean estas amenazas y busquen modos para ampliar la cooperación global y promover la libertad religiosa», afirma.

El embajador indica que Estados Unidos «mediante el Informe Anual sobre Libertad Religiosa Internacional, realizar un seguimiento del estado de libertad religiosa en el mundo y puede imponer sanciones a los estados que no progresen en esta línea».

En especial, los países que han cometido violaciones graves del principio de libertad religiosa son catalogados como «países a vigilar especialmente».

En el sexto informe anual, publicado el 15 de septiembre pasado por el Departamento de Estado de EE.UU., se lee que sigue habiendo cinco países «a vigilar especialmente» (Birmania, China, Irán, Corea del Norte y Sudán), y hay que añadir Arabia Saudita, Eritrea y Vietnam.

Sobre la situación de Arabia Saudí, el informe revela que los no musulmanes no son las únicas víctimas. Incluso los musulmanes que no son wahabitas corren el riesgo de ser discriminados y, a veces, fuertes restricciones en el ejercicio de la propia fe.

El informe nota que «ha habido diversos momentos en los que los predicadores de las mezquitas, cuyos salarios son pagados por el Gobierno, han usado un lenguaje violento antijudío y anticristiano, en sus exhortaciones religiosas».

Por otra parte, los no musulmanes «pueden ser arrestados, detenidos, fustigados, deportados y a veces torturados por haber realizado actividades religiosas que atraen la atención de las instituciones».

El Gobierno eritreo, desde 2002, ha prohibido toda actividad religiosa, fuera de los cuatro grupos reconocidos. Más de 200 protestantes y testigos de Jehová siguen en prisión por su fe. Se considera también que algunos de ellos han sido gravemente torturados o presionados para que apostaten.

En Vietnam, al menos 45 creyentes siguen detenidos, entre ellos algunos seguidores de los credos budista y cristiano (católicos y protestantes). Se ha presionado incluso con violencia a muchas minorías étnicas protestantes, en el intento de hacerles renunciar a su fe. Cientos de iglesias y lugares de culto, en el altiplano central, han sido cerrados.

El embajador Nicholson subraya la aportación, en la lucha contra la discriminación religiosa, de la Iglesia católica y de Juan Pablo II, en especial, el cual «desde su primer llamamiento en las Naciones Unidas, en 1979, hasta hoy, ha mostrado que el respeto a la dignidad humana exige el respeto del derecho fundamental de libertad de conciencia de cada hombre y de cada mujer sobre la tierra».

«El Papa, ha querido también afrontar el problema de los gobiernos que conceden una libertad religiosa limitada y, de este modo, ha hecho una gran aportación a la difusión de la libertad en el mundo, sobre todo con la caída de los regímenes comunistas de Europa del Este».

«El impulso estadounidense a la protección de la l
ibertad religiosa –declaró a Zenit– nació con nuestra propia historia, como ha dicho el Papa; se ha reforzado con nuestra determinación de promover en el mundo los derechos humanos fundamentales de las personas».

«Los Estados Unidos ha sido fundados, en gran medida, por personas que huían de la persecución religiosa (…), gente que buscaba un paraíso en el que vivir su propia fe sin tener miedo de las interferencias o represalias gubernamentales», afirma

«Esto queda como un principio fundamental de nuestra política, interna y externa. El ejemplo de unos Estados Unidos, en los que la gente de todo credo pueda vivir pacíficamente, queda como un gran signo de esperanza para la paz y la comprensión, en los lugares en los que estas características faltan», observó el embajador estadounidense.

«La libertad religiosa es un elemento central de la política exterior estadounidense (…), lo hemos hecho desde los días de la declaración de Jorge Washington que afirma: “El Gobierno de Estados Unidos… no sanciona el sectarismo, no promueve la persecución…”».

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ZENIT Staff

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