Congreso del laicado católico: ¿Ser cristiano? Una vocación

El desafío: «Reconoce, cristiano, tu dignidad»

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CIUDAD DEL VATICANO, 26 nov (ZENIT.org).- Tras la invitación lanzada ayer por Juan Pablo II a redescubrir la actualidad del mensaje del Vaticano II, el Congreso del laicado católico continuó hoy reflexionando precisamente sobre la vocación de los seglares, en el alba del milenio.

La jornada fue inaugurada por el obispo de Namur (Bélgica), monseñor André Mutien Léonard, quien insistió en la actualidad a la frase de san León Magno: «Reconoce, cristiano, tu dignidad».

En su intervención, el prelado explicó que por el Bautismo los cristianos están llamados a la santidad, uno de los temas más importantes del último Concilio y fundamento de la concepción del apostolado de los laicos.

Escuchaban al obispo los más de 550 representantes de los laicos de todo el mundo (en representación de Conferencias Episcopales, de movimientos y organizaciones católicas internacionales, líderes profesionales, etc.) que participan en este Congreso celebrado en concomitancia con el Jubileo del apostolado de los laicos, presidido ayer por el Papa en la plaza de San Pedro del Vaticano.

La conciencia de la identidad bautismal fue subrayada también por Dino Boffo, director del diario católico italiano «Avvenire». Según explicó, la secularización está llevando a debilitar ese lazo por el cual el hombre no se considera como un ser aislado, sino «una pieza en un proyecto que nos involucra».

Por este motivo, el cristiano no sólo debe tener viva la conciencia de su misión –explicó Boffo–, sino que además debe ayudar a todo hombre y mujer con quien se encuentra a ser consciente de la suya.

En su intervención, Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, ilustró la manera en que los miembros de su movimiento viven la vocación cristiana, recorriendo el nacimiento de ese carisma desde los tiempos de la segunda guerra mundial. Mientras las bombas caían, la sed de paz de la gente se hacía más grande. De este modo, los frutos del carisma de los Focolares –explicó Lubich– derrumban ahora prejuicios en muchas personas y suscitan incluso conversiones.

El testimonio de tantos cristianos mártires del siglo XX, en fidelidad a su vocación, fue ilustrado por el ruso Alexei Ioudine, quien recorrió los años de la cruel persecución religiosa padecida por su país. En los Gulags, como el de Solovkí, se dieron testimonios conmovedores de unidad entre católicos y ortodoxos. Su ejemplo es un desafío. Por una parte, al mundo de hoy, pues demuestra que, a pesar de las profecías de Nietzsche sobre el final del cristianismo, sigue siendo hoy una realidad viva y dinámica; por otra parte, para los líderes religiosos cristianos que deben contribuir en la superación del escándalo de la desunión.

Los cristianos se encuentran hoy frente a una decisión –constató por su parte el australiano Brian Smith–: contribuir en una civilización del amor o abandonar al mundo en una barbarie como nunca ha conocido.

Por último, el profesor senegalés Théodore Ndiaye, insistió en que es precisamente la misión de servir y amar a los hombres, como Dios les ama, la clave para comprender la vocación del cristiano hoy, y de manera elocuente en la flagelada África.

Durante el resto del día se dio amplio espacio a las intervenciones de los laicos participantes en el Congreso, una especie de gran Parlamento de los mil millones de católicos, que con los principios de la comunión, está afrontando los horizontes del testimonio y la presencia de los seglares en las próximas décadas.

El Congreso del laicado católico, inaugurado el sábado pasado, concluirá el próximo jueves.

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ZENIT Staff

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