Congreso sobre la «Populorum Progressio»: combatir la pobreza creando riqueza

Organizado por el Acton Institute en el 40 aniversario de la encíclica social de Pablo VI

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ROMA, martes, 4 marzo 2008 (ZENIT.org).- Cuando se considera el problema de la pobreza, en lugar de mirar por qué la gente es pobre, habría que considerar qué es lo que crea riqueza, propuso uno de los expertos que participaron en Roma en la conferencia para conmemorar la encíclica Populorum Progressio.

Michael Miller, director de programas del Acton Institute, un equipo de expertos con base en Roma y en Michigan, Estados Unidos, llegó a esta conclusión el pasado 28 de febrero, durante una conferencia en el Instituto sobre el tema «¿El desarrollo internacional ha rechazado a los pobres?».

El evento conmemoró el 40 aniversario de la encíclica social Populorum Progressio del  Papa Pablo VI (1967).

«Pablo VI se quedó profundamente impresionado por la pobreza y la Populorum Progressio fue una llamada a los católicos y a toda la gente de buena voluntad a empeñar el corazón, la mente, las capacidades y los recursos para ayudar a los pobres. Y aquella dura realidad de la pobreza permanece con nosotros», dijo Miller.

«El economista peruano Hernando de Soto, escribiendo sobre los países en vías de desarrollo, ha afirmado: «Pululan los empresarios». Y lo que queremos preguntar es cómo este espíritu empresarial puede ser liberado de modo que los más pobres de los pobres puedan vivir de modo digno».

El padre Thomas Williams LC., profesor de Teología, autor y comentarista del canal estadounidense de televisión CBS, dijo durante el evento que «la pobreza es el estado natural del hombre», y por tanto es fácil ver sus causas. «Es el estado innatural de la riqueza el que de verdad necesita ser analizado. Se presta una atención insuficiente a los factores que lo provocan».

«El primero de éstos –observó– es la educación. Un pueblo no educado carece del instrumento más fundamental para la mejora económica y social. Pablo VI afirma de modo enérgico que «la educación básica es el primer objetivo de un plan de desarrollo». «El hambre de educación no es en realidad menos deprimente que el hambre de alimentos: un analfabeto es un espíritu subalimentado»».

«La educación es un factor primordial de integración social así como de enriquecimiento personal, y para la sociedad un instrumento privilegiado de progreso económico y de desarrollo», añadió el padre Williams citando la Populorum Progressio. «La educación y la tecnología no sólo son una forma de riqueza en sí mismas sino, algo más importante, garantizan la posibilidad de una creación de riqueza continuada para la gente que las posee. La riqueza inmaterial tiene valor propio porque es una fuente de riqueza renovable».

Pablo VI, recuerda el padre Williams, afirma en la encíclica: «Necesaria para el crecimiento económico y el progreso humano, la introducción de la industria es al mismo tiempo signo y factor de desarrollo. Mediante la aplicación tenaz de su inteligencia y de su trabajo, el hombre arranca poco a poco sus secretos a la naturaleza, favoreciendo un mejor uso de sus riquezas. Mientras imprime una disciplina a sus hábitos, desarrolla al mismo tiempo en sí mismo el gusto de la investigación y de la invención, la aceptación del riesgo calculado, la audacia para emprender, la iniciativa generosa, el sentido de responsabilidad».

Considerando la cuestión de la ayuda a los países en vías de desarrollo, el padre Williams subraya cómo «Pablo VI insiste en términos inequívocos: «Las naciones desarrolladas tienen el urgentísimo deber de ayudar a las naciones en vías de desarrollo». A pesar de estos repetidos llamamientos a la solidaridad y a la ayuda, reconoció también un elemento fundamental de lo que luego sería llamado «desarrollo sostenible»».

«Para que se produzca el desarrollo sostenible –observó el profesor de Teología–, el desarrollo no debe ser momentáneo, o ligado a una sola causa contingente, sino estable y duradero. No debe depender de la continua intervención externa sino alcanzar una cierta independencia e interdependencia. En varias ocasiones, Pablo VI insiste en la necesidad de que las naciones en vías de desarrollo asuman una responsabilidad personal en el propio desarrollo. Declara que «artífices del propio desarrollo, los pueblos son los primeros responsables del mismo»».

Philip Booth, director editorial y de programas en el Institute of Economic Affairs de Londres, explicó cómo la ayuda gubernamental ha demostrado no ser una fuente eficaz de creación de riqueza en los países en vías de desarrollo.

«Cuando se escribió la Populorum Progressio –dijo Booth–, había un amplio consenso sobre el hecho de que las causas de la pobreza en el mundo subdesarrollado eran tales que la pobreza podía ser atenuada o aliviada por las ayudas. Actualmente no hay tal consenso sobre la teoría y hay una gran cantidad de pruebas empíricas relativas a la falta de éxito de las ayudas en promover el desarrollo».

El problema de las ayudas gubernamentales, explicó Booth, está en que pasa por manos de responsables irresponsables. «Las ayudas recompensan a las élites gobernantes en aquellos países en los que esas mismas élites mantienen a sus pueblos pobres. Las ayudas hacen además más probable el hecho de que el gobierno incompetente, corrupto o brutal sobreviva porque las ayudas proporcionan recursos con los que las élites de gobierno pueden aliviar algunos de los problemas internos provocados por gobiernos pobres e injustos».

Entre los numerosos ejemplos de los problemas relativos a este tipo de ayuda, Booth citó el ejemplo de una investigación sobre un programa de hospitales rurales en Chad, en 2004, en el que se descubrió que «sólo el 1% del dinero se habría gastado en los proyectos destinados a los hospitales». «No sorprende, por tanto, el hecho de que el 40% de los gastos militares africanos sea involuntariamente financiado por las ayudas».

«La gran parte del mundo subdesarrollado en la época en que se escribió la Populorum Progressio ahora, hablando relativamente, está desarrollada pero es sumamente difícil encontrar pruebas que muestren que las ayudas han tenido éxito en el proceso de desarrollo».

Por Carrie Gress, traducido del italiano por Nieves San Martín

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación