Conservar la sangre del cordón umbilical para salvar vidas humanas

Entrevista con la directora de VidaCord, la doctora Mónica López Barahona

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ROMA, viernes, 23 febrero 2007 (ZENIT.org).- Conservar la sangre la sangre del cordón umbilical para salvar vidas humanas es el objetivo con el que nace VidaCord, institución privada que armoniza investigación científica y respeto de la vida humana, según explica su directora general a nivel científico y técnico.

La doctora Mónica López Barahona (Madrid, 1965), se encuentra en Roma participando en el Congreso de la Academia Pontificia para la Vida (PAV), de la que ha sido nombrada miembro ordinario por Benedicto XVI. Hasta ahora era directora del Instituto de Bioética de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid.

Para una madre, considera, conservar el cordón «puede ser tan útil como para salvar la vida de ese hijo o de un hermano suyo».

–¿Qué es VidaCord? ¿A qué se dedica y qué fines tiene?

–López Barahona: VidaCord es un Banco privado destinado a criopreservar la sangre de cordón de las familias que lo deseen. El compromiso con la salud de VidaCord es estar próximos en un momento único e irrepetible, el nacimiento de un bebé, haciendo posible la conservación de las células madre presentes en su cordón umbilical, en tanto pueden servir a lo largo de su vida para preservar su salud, la de un hermano, o incluso, la de otra persona.

VidaCord está al servicio de la libertad de los padres, facilitándoles la mejor opción para preservar aquello que consideran de valor para su familia, su salud presente y futura.

Su actividad la avala un consejo asesor científico y ético de primera línea internacional. Entre sus miembros está el doctor John Wagner, referencia mundial en el transplante de células de cordón

Entre sus objetivos inmediatos se encuentra el de arrancar su actividad en Madrid el próximo mes de marzo.

Una vez iniciada la actividad de criopreservación de sangre de cordón, VidaCord tiene previsto arrancar líneas de investigación que permitan conocer mejor este tipo de células y que contribuyan al avance en sus potenciales aplicaciones terapéuticas.

–¿Por qué ha aceptado la dirección científico y técnica de VidaCord?

–López Barahona: A lo largo de mi vida profesional he tratado siempre de buscar una dimensión trascendente más allá de la mera técnica o investigación a mi trabajo. Estudié Ciencias Químicas (especialidad de Bioquímica) y finalicé mi tesis doctoral en el MD Anderson Cancer Center de Houston, mi línea de investigación básica siempre se ha desarrollado entorno a las bases moleculares del cáncer tanto en centros nacionales (Hospital Gregorio Marañón, CISC, Antibióticos Farma….; como en centros internacionales Max-Planck Institut, IMP de Viena, MD Anderson Cancer Center de Houston o Bristol-Myeres Squibb en Princeton).

No cabe duda que el lugar en el que he pasado mis últimos diez años de vida profesional, la Universidad Francisco de Vitoria, que es una institución del Regnum Cristi regentada por los Legionarios de Cristo, me ha ofrecido la oportunidad de un desarrollo académico, profesional espiritual que comparto. En Francisco de Vitoria se ha desarrollado la parte de mi carrera científica que se vincula con la Bioética.

VidaCord es un banco privado de sangre de cordón umbilical, aconfesional, que me ofrece la posibilidad de mostrar desde la investigación lo que desde la Bioética llevo defendiendo vivamente muchos años: no es ni razonable científicamente ni aceptable éticamente la investigación con células madre embrionarias pues para obtenerlas es necesario matar un embrión y sus aplicaciones terapéuticas a día de hoy son inexistentes.

–¿Matar un embrión? ¿Es el embrión humano el futuro de una vida o una vida humana?

–López Barahona: El embrión humano es una vida humana. Un individuo de la especie humana merecedor de todos los derechos y poseedor de la misma dignidad que los demás individuos de la especie humana en cualquiera que sea la fase de su ciclo vital en que se encuentre. Es una vida humana en acto no en potencia un ser humano real y no el futuro de un ser humano.

Por tanto, cualquier técnica que conlleve la destrucción de un embrión es un acto positivo que provoca su muerte.

–¿Cuáles son sus objetivos en VidaCord?

–López Barahona: El primero establecer los parámetros de calidad que garanticen el buen procesamiento y criopreservación de la sangre de cordón de las familias que deseen conservarla con nosotros.

El segundo establecer las líneas de investigación oportunas que permitan un mejor conocimiento de las células de cordón y sus posibles aplicaciones en avenidas terapéuticas que comienzan ahora a explorarse.

–¿Cuál es su opinión en relación al Real decreto que regula los bancos de cordón?

–López Barahona: Considero que en él no se respeta la libertad de las familias pues se exige a toda familia que desee conservar la sangre del cordón de su hijo en España que lo done. Considero que una donación debe siempre ser voluntaria y el Estado no puede obligar a nadie a donar nada.

No obstante, el respeto a las normas establecidas en el mismo por parte de VidaCord será absoluto.

–¿Es útil conservar el cordón de un hijo en un banco privado?

–López Barahona: Puede ser tan útil como para salvar la vida de ese hijo o de un hermano suyo. Las posibilidades de compatibilidad entre hermanos es muy alta. Si bien el uso autólogo del cordón puede darse y de hecho existen casos publicados de uso terapéutico exitoso en transplantes autólogos, las posibilidades de utilidad en uso intrafamiliar son muy altas.

En cualquier caso, el cordón es un material biológico que ofrece posibilidades muy amplias y que en ningún caso debería tirarse. Donarlo o conservarlo, en el ejercicio pleno de la libertad de cada familia, pero nunca tirarlo sería mi recomendación.

–¿Ve algún problema ético en la conservación del cordón?

–López Barahona: No existe problema ético en la conservación de la sangre de cordón o en su donación, este hecho tiene las mismas implicaciones éticas que la donación o conservación de sangre periférica para una intervención quirúrgica. Se trata de un tejido, no de una vida humana y de un tejido con demostrada eficacia terapéutica.

–¿Los límites éticos en la investigación con embriones humanos, son límites y oposición al desarrollo científico y a las esperanzas terapéuticas para la humanidad?

–López Barahona: La investigación con células madre embrionarias debe descartarse por razones de índole científica que soportan las razones éticas.

El embrión humano es un individuo de la especie humana desde el momento en que se genera, es decir desde que el óvulo es fecundado por el espermatozoide generándose el cigoto o embrión unicelular: una nueva vida humana.

Por ello, el embrión humano posee una dignidad equivalente a cualquier individuo de la especie humana que se encuentre en una fase diferente de su desarrollo.

Además, los ensayos in vitro y en modelos de experimentación animal que han tratado de diferenciar las células madre embrionarias hacia otros tipos celulares han puesto de manifiesto que estas células generan tumores muy agresivos.

Por ello, hoy no existe ningún ensayo clínico aprobado con células madre embrionarias frente a los mas de 500 que hay en curso con células madre adultas y mas de 50 con células de cordón umbilical (www.clinicaltrials.gov)

Por todo lo anteriormente mencionado, los datos objetivos que la ciencia nos aporta nos indican que esta línea de investigación no tiene hoy por hoy aplicaciones terapéuticas. En cualquier caso, si hubiera una aplicación terapéutica real no es éticamente aceptable destruir u
na vida humana en su fase de desarrollo embrionario para investigar tratar de curar a otro ser humano. La vida de cada ser humano es igualmente digna independientemente de su estado de desarrollo o de su estado de salud.

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ZENIT Staff

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