Consigna del Papa: obispos mensajeros de esperanza ante las plagas sociales de Antillas

En particular, ante el turismo explotador y el tráfico de drogas

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 7 abril 2008 (ZENIT.org).- Turismo explotador y tráfico de drogas y armas amenazan los fundamentos sociales de Antillas, por lo que el Papa llama a los obispos de la región caribeña a ser «heraldos de esperanza».

Es la indicación que se desprende del discurso que Benedicto XVI dirigió este lunes a los prelados de la Conferencia Episcopal de Antillas, recibidos en audiencia con ocasión de su visita «ad limina Apostolorum».

Cinco provincias eclesiásticas, cinco archidiócesis, catorce diócesis y dos misiones «sui iuris» integran el organismo eclesial de Antillas -que preside el arzobispo de Kingston (Jamaica), monseñor Lawrence Aloysius Burke–, cuya asamblea también se acaba de celebrar en Roma, del 27 al 29 de marzo.

Los «aspectos negativos de la industria del entretenimiento», el «turismo basado en la explotación» y la «plaga del tráfico de armas y de drogas» azotan la región, reconoció el Papa ante los prelados.

Son influencias «que no sólo minan la familia y los fundamentos de los valores tradicionales culturales, sino que tienden también a golpear la política local», advierte.

«¡Sed testigos de esperanza!», les exhorta el Santo Padre ante este «inquietante» panorama; «¡sed testigos audaces de la luz de Cristo, que da a las familias orientación y meta!», «predicadores del Evangelio», de donde se obtienen «criterios de juicio y normas de comportamiento».

El testimonio de los obispos alentará a los fieles «a rechazar las tendencias sociales destructivas y a buscar la «fe en acción», acogiendo todo lo que genera la nueva vida de Pentecostés», subraya.

«Tarea indispensable» en cada diócesis de Antillas, en este contexto, es la «renovación pastoral», y el Papa pide que ésta incluya «a los sacerdotes, a los religiosos y a los laicos».

Asimismo «es de vital importante» la «incansable promoción de las vocaciones –añade-junto a la guía y formación permanente de los sacerdotes».

«A su vez, los sacerdotes alimentarán ciertamente a sus comunidades parroquiales con creciente madurez y prudencia espiritual», señala.

Benedicto XVI recalca el «valor inestimable» que ha tenido la contribución de los religiosos, sacerdotes y religiosas «a la misión de la Iglesia y a la edificación de una sociedad civil» en los países de la región de Antillas.

De ahí que anime a las comunidades religiosas «a reafirmar la propia vocación con confianza» y a que, «guiadas por el Espíritu Santo», propongan «de nuevo a los jóvenes el ideal de consagración y de misión».

Otra indicación del Papa a los prelados de Antillas se centra en la «amplia red de escuelas católicas», que tanto contribuyen a la construcción social.

«Los valores enraizados en el camino de verdad ofrecido por Cristo iluminan la mente y el corazón de los jóvenes y les llevan a seguir el camino de la fidelidad, de la responsabilidad y de la verdadera libertad. ¡Buenos jóvenes cristianos constituyen buenos ciudadanos!», recuerda. Por ello llama a los prelados a que se subraye «la especificad católica» de sus escuelas.

Los jóvenes adultos de las diócesis de Antillas deben saber «discernir que les corresponde a ellos, de manera urgente, contribuir al desarrollo económico y social de la región, pues se trata de una dimensión esencial de su testimonio cristiano», concluye.

En nombre de la Conferencia Episcopal de Antillas, monseñor Burke dirigió previamente al Papa su saludo, constatando los daños que sufre la vida familiar y las vocaciones en la región caribeña, no exenta de secularismo, materialismo, consumismo e individualismo.

El prelado anunció a Benedicto XVI las conclusiones de la asamblea plenaria recientemente celebrada, entre ellas reforzar la presencia católica y los valores en las escuelas cuyo carácter es ese, subrayar la misión como parte integral de la vocación cristiana -siguiendo el mandato de la misión continental de Aparecida–, reforzar el seminario regional y promover las vocaciones sacerdotales.

«Hemos aprobado también la publicación de una carta pastoral, «On the gift of life» («Sobre el don de la vida») -expuso monseñor Burke–, en la que proclamamos, celebramos y servimos el don de la vida y afirmamos la enseñanza de la Iglesia a propósito de la dignidad intrínseca de todo ser humano».

Se trata de una respuesta «al aumento de la criminalidad violenta y a la petición de legalizar el aborto e reintroducir o aplicar la pena de muerte», explicó.

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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