Construir un futuro nuevo

Comunicado de la Hermandad Obrera de Acción Católica y Juventud Obrera Católica ante el 1 de Mayo

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Este 24 de abril, la Hermandad Obrera Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Católica (JOC) de España, hicieron público un comunicado ante la jornada del 1 de Mayo, Día del Trabajo.

“Las reivindicaciones del 1 de mayo se plantean en España, en un escenario con datos tan sangrantes como una cifra que supera los 6 millones de personas desempleadas, y una tasa de paro que entre los jóvenes se sitúa en torno al 55% –afirma el comunicado–. Más de 1,8 millones de hogares tienen a todos sus miembros en paro, la edad de jubilación se ha prolongado más allá de los 65 años, se está produciendo una media de 115 desahucios al día, personas jubiladas estafadas por las preferentes…”.

Este 1 de mayo, recuerdan la HOAC y la JOC está muy marcado por la última Reforma laboral aprobada en febrero de 2012: “La mercantilización del trabajo y las políticas que se vienen practicando, están quebrando el Estado de Bienestar, devaluando el Sector Público y recortando en servicios y prestaciones”, afirman.

“Están profundizando la desigualdad estructural que sufre el mundo obrero y del trabajo, continúan debilitando las relaciones laborales sin garantizar la seguridad de una vida digna para las personas, y están aumentando la vulnerabilidad que sufren las mujeres y los hombres del trabajo, especialmente sus sectores más débiles”, añaden.

Estas duras realidades, según esta asociaciones católicas “están ocasionando terribles costes humanos: Miles de familias que viven con ansiedad e incertidumbre, afectadas en sus relaciones por situaciones de tensión, angustia, estrés, depresión”.

“Una juventud que se siente sin futuro –subrayan–, y que está emigrando fuera del país afectada por el desempleo de larga duración y por la incapacidad de lograr independencia económica debido a la inestabilidad laboral y los bajos salarios. Familias a las que les son arrebatadas sus viviendas porque ya no pueden pagar las hipotecas. Trabajadores de otros lugares que deben volver a sus países de origen por falta de salidas laborales y perspectiva de futuro…”.

Así lo constatan desde las situaciones vitales de precariedad de sus militantes y las personas con las que entran en contacto a través de su trabajo y compromisos.

Tsunami de inmoralidad

“Cada día es más evidente que todo esto que nos está sucediendo es algo mucho más profundo que una crisis económica –afirman–. Es todo el entramado institucional el que ha perdido toda credibilidad. Todo ha quedado como barrido por un tsunami de inmoralidad, por una profunda quiebra moral y ética, a la que no se ha prestado mucha atención hasta que mayoritariamente nos ha tocado el bolsillo, lo que es significativo para evaluar el problema que tenemos”.

“Nos enfrentamos –aseguran- a una crisis de humanidad, que afecta a la persona y a las relaciones sociales e institucionales, y que se materializa en las respuestas mercantilistas y no humanas que estamos dando a los grandes problemas que tenemos”.

En su opinión, la sola recuperación de la economía “no será suficiente para hacer efectivo el derecho al trabajo”, más bien, lo que se está produciendo es “una recuperación económica contra el trabajo, un empobrecimiento de la sociedad, el desarrollo de procesos de bajo costo en las relaciones de producción y consumo”.

“El trabajo como derecho, en los términos y formas en que lo hemos conocido, no volverá, aun en el caso de que se produzca una recuperación económica”, aseguran.

Trabajo, clave esencial

Recuerdan la advertencia del papa Juan Pablo II en la Laborem Exercens, sobre la necesidad de la defensa de la dignidad del trabajo y su centralidad. Hoy este mensaje, afirman, tiene una vigencia plena: “El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social”. “Los pobres (…) aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo –es decir por la plaga del desempleo–, bien porque se desprecia el trabajo y los derechos que fluyen del mismo”.

“Se ha construido la economía –subrayan- de espaldas al trabajo y a las necesidades de las personas. Con los actuales niveles de desempleo, las personas nos vemos presionadas a trabajar bajo condiciones precarias, inseguras y con salarios indecentes. Y de la precariedad a la exclusión hay un margen muy pequeño”.

Como movimientos cristianos en el mundo obrero y del trabajo, consideran que a pesar de la situación caótica actual, también se desarrolla el Plan de Dios: “El Reino de Dios ya está en nosotros y entre nosotros: tenemos que vivir el Reino. O dicho de otro modo: para salir de la crisis en que nos encontramos, el camino consiste en vivir como ciudadanos del Reino de Dios”.

Relaciones de comunión

Esto conlleva –afirman- “establecer relaciones de Comunión guiadas por la vivencia del Mandamiento Nuevo: un amor al prójimo que se fundamenta en el Amor de Dios (podemos amar porque Él nos amó primero). Vivir la comunión es la expresión del Reino de Dios en nuestras actividades cotidianas: empresas, familias, bancos, políticos y políticas, sindicatos, iniciativas de todo tipo…, que busquen comunión y que la construyan”.

La comunión exige, indican “una transformación radical de nuestros modos de sentir, pensar y actuar. Esto es lo que necesitamos personalmente, como movimientos, en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad”.

Y para construir una sociedad humana es ineludible, explican, “luchar por el derecho al trabajo y un trabajo decente, tal y como lo ha definido Benedicto XVI en Caritas in Veritate”.

“La crisis –concluyen- nos llama no a salir de ella para volver a lo que teníamos, sino a construir un futuro nuevo, un mundo más justo y fraterno, un mundo que nos permita vivir como ciudadanos y ciudadanas del Reino de Dios”.

Para saber más: www.hoac.es; www.joc.es.

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ZENIT Staff

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