«Convertios y cambiad de vida», pide un sacerdote a los pedófilos

A ejemplo del asesino de santa María Goretti

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SIRACUSA, domingo, 24 febrero 2008 (ZENIT.org).- «Convertios y cambiad de vida». Es el llamamiento contenido en una carta abierta a los pedófilos que el sacerdote Fortunato Di Noto, fundador de la asociación «Meter» (www.associazionemeter.org), ha escrito con motivo de la llegada de las reliquias de santa María Goretti a la diócesis de Noto, Italia.

Los días 19 y 20 de febrero, las reliquias de la santa fueron expuestas en la cárcel de la ciudad siciliana donde Alessandro Serenelli, que intentó violarla a los doce años, cumplió la pena de treinta años de reclusión antes de retirarse a un convento de los frailes capuchinos en Macerata, donde acabó sus días.

En la carta, don Fortunato pide a quien abusa, en recuerdo de una «pequeña santa que intercede ante Dios por vuestra conversión» que se entregue a la justicia. «Dejaros ayudar, vosotros hombres crueles que violáis la inocencia de los niños, vosotros que negáis el derecho a la existencia», afirma.

«Si habéis realizado violencias a niños, entregaros a la justicia humana y a la misericordia de Dios. Entregaros, vosotros que vivís en la oscuridad y en la sombra. Confesad vuestros delitos, reconoced vuestros errores y cambiad de vida».

En su testamento espiritual escrito en 1961, siendo ya mayor, Alessandro Serenelli, tras haberse arrepentido y reconciliado con Asunta, la madre de María Goretti, invitó a «huir del mal» y «seguir siempre el bien».

«Tengo grabadas todavía en el corazón sus palabras de reproche y de perdón –escribe–. Oró por mí e intercedió por su asesino. María Goretti, ahora santa, fue el ángel bueno que la Providencia había puesto ante mis pasos para salvarme».

En las 14 puñaladas que María Goretti recibió por haber querido mantener intacta su pureza, don Di Noto ve otros tantos golpes a los más pequeños, desde el abuso sexual al tráfico de órganos, desde la falta de cuidados a los «niños invisibles» que no son ni siquiera declarados en el registro, pasando por aquellos sin familia y los desaparecidos.

«María Goretti amonesta, perdona, guía los pasos y pide la conversión», recuerda don Fortunato

«Esta es la única esperanza para que no suceda –concluye–, aunque somos conscientes de que sucede cada minuto, cada día, lo que grita ‘justicia a los ojos de Dios’, aunque también el grito inocente que con fuerza se dirige a los abusadores: convertios y cambiad de vida».

Traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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