Corea del Norte, en estado crítico por hambre

La penuria de las cosechas no permite satisfacer la demanda alimentaria

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SEÚL, viernes, 12 febrero 2010 (ZENIT.org).- La situación alimentaria en Corea del Norte, desde hace tiempo en estado crítico, corre el riesgo de empeorar durante 2010, después que el año pasado la producción de cereales ha marcado una caída de cerca del 5% sobre 2008.

Según una proyección difundida por el Ministerio para la Unificación surcoreano –informa hoy el diario vaticano L’Osservatore Romano–, basada en el análisis de los datos proporcionados en el pasado por el régimen comunista de Pyongyang, en relación a las condiciones climáticas del año pasado en el país, el descenso de las estimaciones del Gobierno de Seúl dibujan un cuadro general alarmante, con un total de al menos 1,3 millones de toneladas de cereales que faltarían para satisfacer la necesidad mínima alimentaria de casi 24 millones de norcoreanos.

La emergencia alimentaria en el país comunista fue indirectamente confirmada recientemente incluso por el líder Kim Jong-il, que, en una intervención publicada en el diario de Estado Rodong Sinmun, renovó la promesa de liberar a su pueblo de las comidas a base de maíz en favor de “arroz blanco, pan y tallarines en cantidad generosa”. El líder comunista, ya con anterioridad había afirmado que “las sopas de carne y arroz blanco” siguen siendo todavía un sueño para la mayor parte de la población.

La crisis alimentaria en Corea del Norte, una de las economías más críticas del planeta, donde buena parte de la población está reducida al hambre, tuvo origen en la gran carestía de 1995-98, que causó cerca de tres millones de muertos tras excepcionales inundaciones, y en el colapso de la Unión Soviética, hasta aquél momento entre los principales apoyos del régimen norcoreano.

Para tener un ulterior término de comparación, Corea del Norte produjo en 2008 1,9 millones de toneladas de arroz, según los últimos datos disponibles, contra los 4,8 millones de Corea del Sur que tiene 50 millones de habitantes.

A pesar de las enormes dificultades de la población norcoreana reducida al hambre, el régimen comunista sigue invirtiendo ingentes sumas para llevar adelante pruebas nucleares y de misiles, desafiando a la comunidad internacional y acentuando su aislamiento.

Aunque hay dificultades en la capital, se pueden imaginar las mayores dificultades en las ciudades pequeñas del campo, donde la gente vive en la oscuridad: la falta de electricidad (en su mayor parte desviada hacia las fábricas), hace que los focos de las calles permanezcan apagados, por lo que, al caer la noche la gente camina en la oscuridad. Y prácticamente en la oscuridad circulan también los atestados viejos trolebuses eléctricos, iluminados por una única lamparita detrás. En Pyongyang se ven pocos coches y los locales públicos y las casas están muy frías para ahorrar energía, a pesar del clima siberiano.

En este sentido, se augura la reanudación de las negociaciones a seis sobre el desarme nuclear norcoreano, que facilitarían la distensión y la reanudación de la ayuda alimentaria por parte de la comunidad internacional.
Por Nieves San Martín
 

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ZENIT Staff

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