Corre peligro la vida de dos sacerdotes católicos en Sri Lanka

Amenazados por su respaldo a la población civil

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JAFFNA, miércoles, 13 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Ser «la voz de quien no tiene voz» -la probada población civil- acarrea en estos momentos peligro de muerte para dos sacerdotes católicos de Jaffna, uno de los escenarios de la escalada de violencia entre el ejército de Sri Lanka y los «Tigres para la Liberación de la Patria Tamil» (LTTE).

La agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) «AsiaNews.it» hizo pública el lunes la alarma por la suerte que podrían correr los dos sacerdotes –en el anonimato, por razones de seguridad-: la misma que otro del mismo lugar, el padre Jim Brown, de 34 años, y la del laico católico que le acompañaba, Wenceslaus Vimalathas -de 40, padre de cinco hijos-.

Ambos fueron vistos por última vez el 20 de agosto en una zona bajo el control de la Marina de Sri Lanka, en Allapiddy, Kayts. La movilización emprendida desde entonces por dar con su paradero sigue sin tener éxito (Zenit, 6 septiembre 2006).

El riesgo para su vida ha forzado ahora que los dos sacerdotes a los que se alude hayan tenido que abandonar sus parroquias.

La Iglesia en Jaffna –norte del país- afirma que ambos han sido amenazados porque siguen defendiendo a los civiles, que pagan el precio de estas renovadas hostilidades entre ejército y LTTE, apunta la agencia del PIME.

Señala que, según el Centro para la Paz y la Reconciliación (CPR) –con sede en Jaffna, es gestionado por la Iglesia-, los dos sacerdotes han sido llamados a la residencia episcopal tras las amenazas «recibidas en particular de las fuerzas de seguridad o de quienes colaboran con éstas».

«La vida de estos sacerdotes está en grave peligro –expresó el Centro el sábado pasado-. Han sido acusados sencillamente de ser la voz de quienes no tienen voz. La única esperanza y consuelo para la gente es que los sacerdotes están con ella. Nadie se animará a hablar a favor de la población si la vida de estos corre riesgos».

De acuerdo con el CPR, uno de los sacerdotes está acusado de haber grabado una declaración en la policía respecto a la desaparición del padre Brown y de su ayudante, Wenceslaus Vimalathas.

El otro huyó de su captura y muerte «por muy poco». «Durante la noche -sigue- un furgón blanco llegó a la parroquia, pero algunas personas allí refugiadas empezaron a gritar para advertir al sacerdote y salvarle la vida. Los intrusos escaparon al ver que se reunía una multitud en el lugar».

Describe la agencia del PIME que la población de Jaffna ya se queda «petrificada» cada vez que ve circular un furgón blanco sin matrícula, «expresión del siniestro sistema de opresión que opera en la ciudad, la llamada “quinta fuerza” (después de la policía, la marina, el ejército y la aviación)».

Un informe publicado a principios de mes por la Comisión Justicia y Paz de la diócesis recoge que «puestos de control, búsquedas y detenciones se han hecho muy comunes».

«Cada día entre cuatro y ocho personas son asesinadas o secuestradas por desconocidos. Éstos parecen ser miembros de las fuerzas de seguridad, presentes en todas partes, o pertenecientes a sus grupos de apoyo», prosigue.

Advierte la citada Comisión que la Iglesia representa un obstáculo para estas personas porque defiende los Derechos Humanos: «El plan parece ser el de eliminar este papel a través de amenazas e intimidaciones, como en el caso de la desaparición del padre Brown y de su ayudante».

No se limita a esta labor, sino que la Iglesia está fuertemente comprometida en la labor material de ayuda a la población. Y es que las autoridades han restringido considerablemente la actividad de las Organizaciones No Gubernamentales –nacionales o extranjeras-.

Mientras, la población civil de la zona está sufriendo enormemente, atrapada en un fuego cruzado y aislada del resto del país, uno de los que registran mayor número de desapariciones sin resolver.

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ZENIT Staff

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