Costa de Marfil: Tras el acuerdo de paz, un callejón sin salida

ABIYÁN, 30 enero 2003 (ZENIT.org ).- El acuerdo de paz firmado el fin de semana pasado en París por los protagonistas de la crisis de Costa de Marfil parece destinado al fracaso según pasan las horas. Los partidarios del presidente Laurent Gbagbo, el ejército y los partidos del gobierno rechazan en este momento el pacto.

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En efecto, los seguidores de Gbagbo consideraron que se habían hecho excesivas concesiones a los rebeldes. Esta semana estallaron las protestas y, considerando a Francia como responsable, han sido objetivo de los manifestantes las instalaciones francesas del país, empezando por la embajada.

El acuerdo prevé el mantenimiento en el poder del presidente Laurant Gbagbo hasta el fin de su mandato y la creación de un gobierno de unidad nacional, abierto a todos los partidos, que tendrá la tarea de preparar nuevas elecciones, definidas en el texto del acuerdo «creíbles y transparentes», en una fecha todavía por establecer. Sabato Seydou Diarra fue nombrado primer ministro del gobierno de unidad nacional.

Los cinco partidos de la mayoría parlamentaria de Costa de Marfil rechazaron el miércoles pasado la decisión tomada por los jefes e Estado africanos con ocasión de la cumbre de París (celebrada el fin de semana), que ha designando al nuevo primer ministro y ha atribuido los ministerios de Defensa e Interior a los rebeldes del Movimiento Patriótico Costa de Marfil (Mpca).

«Estas decisiones son contrarias a los acuerdos de Marcoussis (del viernes) que preveían el nombramiento del primer ministro tras una consulta entre todos los partidos y la atribución de los ministerios de manera equilibrada entre las partes», se lee en una declaración que hicieron a la prensa.

La tensión es elevadísima en la antigua colonia francesa. Mientras evoluciona la situación política, como medida de seguridad ante la tensión que reina en Abiyán, se han registrado ya las primeras evacuaciones de ciudadanos franceses.

Al clima de incertidumbre está contribuyendo el presidente Laurent Gbagbo, quien lleva dos días posponiendo el esperado discurso a la nación.

Si el jefe de Estrado secunda las peticiones internas de no conceder los dos ministerios clave a los rebeldes, podría desencadenarse un recrudecimiento militar por parte de los movimientos armados que se alzaron contra él.

Por otro lado, si Laurent Gbagbo entrega el mando del ministerio de Defensa (ejército) y del Interior (policía) a exponentes nombrados por los insurrectos, se podría encontrar con violentas protestas por parte de sus partidarios, especialmente de los sectores más rebeldes, como los «jóvenes patriotas», protagonistas de la oleada anti-francesa de los últimos días.

En este momento, nadie quiere hacerse responsable de la solución diplomática que la semana pasada permitió desbloquear las negociaciones de París: atribuir a los rebeldes –en importante proporción, amotinados del ejército del país— la dirección de las fuerzas armadas y del ministerio del Interior.

Según Guillaume Soro, portavoz del Movimiento Patriótico de Costa de Marfil (Mpca) –el primero que se alzó contra Gbagbo— fue el propio presidente quien entregó los dos ministerios a la rebelión.

Sin embargo, Alain Toussaint, portavoz del jefe de Estado, sostiene que Gbagbo aceptó la solución propuesta por el presidente francés Jacques Chirac, por el gabonés Omar Bongo y por el secretario general de la ONU Kofi Annan en el curso de la cumbre de jefes de Estado de África Occidental, que cerró las conversaciones de paz de París el fin de semana pasado.

Para complicar aún más el marco político de la crisis, se añaden los partidos del país, entre ellos el «Frente Popular» del propio Gbagbo, quienes declaran un «no» unánime a la entrada de los rebeldes en la dirección de Defensa e Interior, pero aceptan globalmente el plan de paz, solicitando a las Naciones Unidas ayuda para salir nuevamente de este peligrosísimo impasse.

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ZENIT Staff

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