Costa Rica: La Iglesia se duele de los numerosos abusos contra la infancia

Mensaje de los obispos con motivo del “Día del niño y la niña”

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SAN JOSÉ, domingo, 12 septiembre 2010 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Costa Rica hizo público un mensaje con motivo de la celebración el 9 de septiembre del «Día del niño y de la niña» en el país en el que lanza un grito de dolor por los numerosos abusos contra la infancia.

Para los obispos esta celebración implica, principalmente, «asumir con firmeza la defensa de sus derechos, el respeto a su dignidad humana e integridad física, y su protección ante la ley».

Los prelados afirman que esta celebración «se ha distorsionado por un énfasis, meramente, consumista y festivo» por lo que invitan «a fijar la atención sobre algunos aspectos esenciales» que permitan «progresar, integralmente, en la tutela de la dignidad y derechos naturales e inalienables de los niños y niñas, sin perjuicio de los legítimos derechos de los padres».

Los firmantes del mensaje señalan que todos los niños deben ser protegidos pero constatan «con dolor, la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar y de abuso sexual por la que atraviesa un buen número de nuestra niñez, sobre todo en familias irregulares o desintegradas. A esta lista se suman los sectores de la niñez trabajadora, niños de la calle, niños portadores de vih, huérfanos (…) y niños y niñas engañados y expuestos a la pornografía y prostitución forzada, tanto virtual como real».

Ante el hecho de que, en Costa Rica, todavía, miles de niños viven abandonados, desprotegidos, en la miseria, sin vivienda, sin alimentación, sin educación ni servicios de salud, los prelados recuerdan que «tienen derecho a gozar de  protección especial y contar con los recursos necesarios para desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente».

En este sentido, instan a las autoridades de Gobierno «a fortalecer las políticas de bienestar social y de reducción de la pobreza, y a ejecutar aquellos programas de atención infantil como las ‘Redes de cuido’, u otras modalidades de carácter permanente, que garanticen oportunidades de desarrollo para todos los costarricenses».

Subrayan el derecho de todos los niños a una familia «como la unidad natural y fundamental de la sociedad» y «el ambiente propicio de afecto, educación y seguridad moral para los niños». En este sentido, muestran su preocupación por «la creciente tendencia a considerar a los hijos, no como un don sino como un derecho».

Por ello, afirman que «los hijos no pueden ser considerados como un objeto de propiedad, a lo que conduciría el reconocimiento de un pretendido ‘derecho al hijo’: A este respecto, sólo el hijo posee verdaderos derechos: el de ‘ser el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres, y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción'».

Recuerdan que, «aunque la misma Convención sobre los Derechos del Niño establece que deben tomarse todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas adecuadas para proteger al niño de toda forma de violencia física o mental, de traumatismos, de descuidos o tratamiento negligente, de maltrato o de explotación, en especial del abuso sexual, mientras se encuentre al cuidado de sus padres, del guardián legal o de cualquier otra persona que esté al cuidado del niño,  es triste e innegable que, todavía, esta materia siga pendiente».

Constatan que «los medios de comunicación social evidencian, habitualmente, el grave fenómeno del maltrato infantil al que están expuestos gran cantidad de niños quienes, lejos de recibir cuidado y protección por parte de los adultos, son víctimas de negligencia, descuido y violencia al interior de su núcleo familiar e incluso, no pocos son asesinados por sus propios progenitores».

Igualmente, ven con preocupación, cómo muchos de los actos de violencia intrafamiliar hacia los niños «quedan en el más profundo ocultamiento en el seno familiar, trayendo consigo la consecuente impunidad de los perpetradores».

Lamentan «confirmar cómo en nuestro país existe una cultura que promueve y consiente el castigo corporal de los niños y las niñas como método de disciplina».

Por tal razón, apelan al desarrollo de políticas vinculadas a la educación pública «a fin de modificar estos comportamientos en la sociedad y reducir la violencia contra los niños».

A la vez, reconocen el valioso esfuerzo que realizan instancias como la Fundación PANIAMOR, el Viceministerio de Paz y el Patronato Nacional de la Infancia, cuando  promueven y difunden auténticas iniciativas a favor de la defensa y  el  desarrollo integral de nuestros niños y niñas.

Hacen suyo el ideal presentado por la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano: «La niñez, hoy en día, debe ser destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta».

Mientras agradecen «el compromiso heroico y silencioso de gran cantidad de agentes pastorales que trabajan en la misión de servicio de la Iglesia a favor de las niñas y los niños, muchos de ellos vulnerados en sus derechos», ruegan al Padre que «inspire a todos la actitud de Jesús, de respeto y acogida para con los niños, los predilectos del Reino».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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