Crece la biblioteca virtual de los Dominicos con escritos de San Vicente Ferrer

VALENCIA, lunes, 24 octubre 2005 (ZENIT.org).- Dos escritos de San Vicente Ferrer («Tratado de la Vida Espiritual» y el sermón «De la Vida de Cristo representada en la Misa solemne») han aumentado la biblioteca virtual de la Orden de Predicadores en www.dominicos.org.

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Se trata de dos «significativas obras del santo valenciano», según indicaron esta semana a la agencia de noticias del arzobispado de Valencia (AVAN) fuentes de los dominicos del lugar.

Para acceder a estos escritos basta con entrar en la citada web, elegir el enlace de «Publicaciones» y pasar a la «Biblioteca virtual».

El «Tratado de la Vida Espiritual» –donde el santo dominico conjuga la teología del apostolado y el deseo ardiente de perfección– cuenta con una Introducción y traducción castellana de Adolfo Robles Sierra OP.

Por su parte, «De la Vida de Cristo representada en la Misa solemne» está introducido igualmente por el dominico Robles Sierra, junto al dominico valenciano Alfonso Esponera, y su traducción castellana es de Juan Mengual Moll, también de la Orden de Predicadores.

Existen más escritos «on line» de San Vicente Ferrer, como los que se encuentrn en la Biblioteca Valenciana Digital (http://bv2.gva.es).

Entre ellos figura una edición de 1525 de algunos de los sermones de San Vicente en latín así como la versión castellana publicada en 1903 de la «Historia de San Vicente Ferrer» de H. Fages y las «Fiestas seculares» de Serrano Pérez.

Predicador infatigable

Vicente Ferrer nació en Valencia el 23 de enero de 1350, en una familia de seis hermanos.

A los 20 años se incorporó por la profesión a la Orden de Santo Domingo, cuyos archivos biográficos dan cuenta de su inteligencia prodigiosa e ingenio penetrante, junto a un carácter jovial.

Ocho años después se doctoró brillantemente en Teología y durante ocho más se dedicó a la enseñanza de la ciencia sagrada en las universidades de Valencia, Barcelona y Lérida.

Le inquietaba la situación de su cultura, bloqueada por tendencias irreconciliables. Meditaba el Evangelio de Jesucristo, y así como se esforzaron por vivirlo Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, él se sintió llamado por Cristo a evangelizar Europa.

A partir de ese momento recorrió comarcas de España, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia e Inglaterra predicando en plazas, caminos y campos. Su tema era la conversión personal y colectiva; invitaba a salir de costumbres de muerte para lanzarse a los riesgos de una vida nueva, y llamaba a reflexionar sobre el futuro, comenzando su construcción en el presente.

Hizo de la pobreza su actitud más característica y la participación en la Eucaristía y la búsqueda en la oración fueron el centro de su vida.

El dominico confirmaba su predicación con una acción directa con los pobres y necesitados.

Vicente Ferrer reconoció primero al Papa de Avignón, de quien fue confesor y ante quien rechazó el nombramiento de obispo. Posteriormente, viendo el escaso interés de dicho Papa para solucionar el Cisma de Occidente, le abandono y recorrió regiones aconsejando a príncipes y logrando que retiraran su obediencia a los Papas avignonenses, por el bien de la Iglesia. En este propósito coincidió al final con Catalina de Siena.

Murió en la ciudad de Vannes (Francia) –donde se conserva su cuerpo– el 5 de abril de 1419 a la edad de 69 años. Fue canonizado por Calixto III el 29 de junio de 1455.

Describe la Orden de Predicadores a San Vicente Ferrer como el más ejemplar y eficaz predicador de su tiempo: firmaba su predicación con milagros y renovaba espiritualmente regiones enteras llevando por todas partes la paz y la unidad.

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ZENIT Staff

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