Cristo ha quitado a la muerte su sonrisa sarcástica, afirma el Papa

En la octava de los fieles difuntos

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CIUDAD VATICANO, domingo, 5 noviembre 2006 (ZENIT.org).- Quien cree en Cristo y vive como él «queda liberado del miedo de la muerte», aseguró Benedicto XVI este domingo al rezar la oración mariana del Ángelus.

Al dirigirse desde la ventana de su estudio a los varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa consideró que hay que tener más bien miedo de «muerte del alma», es decir, el pecado que separa de Dios.

El pontífice profundizó en la visión cristiana de la muerte recordando que en muchas parroquias del mundo en estos días se vive la octava de los difuntos, semana que tiene lugar después de la conmemoración litúrgica de los fieles difuntos.

Como él mismo reconoció, se tata de «una ocasión propicia para recordar con la oración a nuestros seres queridos y meditar sobre la realidad de la muerte, que la “civilización del bienestar” trata de remover con frecuencia de la conciencia de la gente, sumergida en las preocupaciones de la vida cotidiana».

«Morir –según Benedicto XVI–, en realidad, forma parte de la vida y no sólo de su final, sino también, si prestamos atención, de todo instante».

En ocasiones, añadió, «la pérdida de un ser querido nos hace descubrir el “problema”, haciéndonos sentir la muerte como una presencia radicalmente hostil y contraria a nuestra natural vocación a la vida y a la felicidad».

Ahora bien, como el mismo obispo de Roma explicó, «Jesús revolucionó el sentido de la muerte», pues «muriendo destruyó la muerte».

«El Hijo de Dios quiso compartir hasta el fondo nuestra condición humana para abrirla a la esperanza. En última instancia, nació para poder morir y de este modo liberarnos de la esclavitud de la muerte», recalcó

«A partir de entonces, la muerte ya no es la misma: ha quedado privada por decirlo de algún modo de su “veneno”», aclaró.

De este modo, «si en Cristo la vida humana es un paso “de este mundo al Padre”, la hora de la muerte es el momento en el que este paso tiene lugar de manera concreta y definitiva».

Citando el Cántico de las Criaturas de san Francisco de Asís, el Papa explicó que «quien se compromete a vivir como Él queda liberado del miedo de la muerte, dejando de mostrar la sonrisa sarcástica de una enemiga para ofrecer el rostro amigo de una “hermana”».

Por eso, insistió el Papa desde una visión de fe, «no hay que tener miedo de la muerte del cuerpo», «pues es un sueño del que nos despertaremos un día».

«La auténtica muerte, de la que hay que tener miedo, es la del alma –alertó–, llamada por el Apocalipsis “segunda muerte”».

«Quien muere en pecado mortal, sin arrepentimiento, cerrado en el orgulloso rechazo del amor de Dios –recordó–, se autoexcluye del reino de la vida».

El sucesor del apóstol Pedro concluyó invitando a quienes le escuchaban a prepararse «serenamente para dejar este mundo, cuando Él quiera llamarnos, con la esperanza de poder permanecer eternamente con Él, en compañía de los santos y de nuestros queridos difuntos».

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ZENIT Staff

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