Criterios de un católico para votar en Costa Rica

Mensaje de la Conferencia Episcopal ante las elecciones de febrero 2002

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

SAN JOSÉ, 7 octubre 2001 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de la Conferencia Episcopal de Costa Rica con motivo de las elecciones generales que tendrán lugar el 3 de febrero del 2002.

* * *

I. Introducción

1.- Los Obispos de Costa Rica, en nuestra condición de Pastores de la Iglesia y de ciudadanos preocupados por el bien de nuestra nación, ante un acontecimiento tan importante de la vida nacional como son las elecciones generales del Domingo 3 de Febrero del 2002, dirigimos a todos los costarricenses un mensaje de orientación, aliento y esperanza, desde la fe en Cristo Jesús, Príncipe de la Paz.

2. A la luz de nuestro Ministerio Episcopal queremos ofrecer nuestra contribución en las primeras elecciones nacionales del tercer milenio, con el fin de que Costa Rica continúe viviendo y acrecentando los grandes valores de la paz, la democracia, la tolerancia, el diálogo abierto y la participación en la construcción del bien común.

3. Costa Rica, que siempre se ha distinguido por su madurez democrática, tiene un camino recorrido muy sólido en este sentido. Contamos con una legislación que norma los procesos electorales. Para hacerla cumplir existe el Tribunal Supremo de Elecciones, que lo consideramos como el Cuarto Poder de la República, cuya tarea es la de vigilar para que el proceso electoral sea limpio y transparente. A él corresponde también hacer respetar la voluntad popular y como organismo inapelable, tomar las decisiones que sean necesarias con estricto apego a la ley. El Tribunal Supremo de Elecciones nos da la suficiente seguridad y credibilidad en el resultado de las elecciones, sea cual sea el partido o candidato que resulte ganador. El temor del fraude es un hecho que descartamos los costarricenses.

4. El pueblo de Costa Rica ha optado definitivamente por la democracia como forma de gobierno, participando cada cuatro años en los procesos electorales, emitiendo a conciencia su voto y buscando el bien común. Sin embargo, debemos continuar avanzando hacia la plena madurez política y el perfeccionamiento de nuestra democracia, ya que existen aún fallas que tenemos que superar.

5. Una de esas fallas es el abstencionismo que lamentablemente se sigue dando, sea por una apatía política o por la desconfianza en que el voto no surta efecto para el cumplimiento de programas y promesas. Existe también el temor de que los aspirantes a los cargos públicos no busquen el bien común, sino sus propios intereses. Así las cosas, nuestro deber de Pastores es recordar que sólo por razones graves un ciudadano se puede abstener de votar. La emisión del voto es un deber cívico y moral a la vez. Cabe recordar aquí las siguientes palabras del Concilio: “Recuerden todos los ciudadanos el derecho y al mismo tiempo el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien común” (GS 75).

II.- La democracia

6. La democracia es la forma de gobierno, en la que se da la participación igualitaria de los ciudadanos. A los gobernantes se les elige mediante voto popular, a partir de una mayoría. El gobierno se ejerce mediante organismos independientes: Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

7. La Iglesia como Institución no hace suyo ningún sistema político. Sin embargo ha manifestado su preferencia por el sistema democrático, “en cuanto que éste asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar mediante sus representantes, a sus propios gobernantes e incluso de sustituirlos de manera legal y práctica si fuese necesario” (cf. Juan Pablo II, Centessimus Annus Nº 46).

8. “La Iglesia tiene como misión, como derecho y como deber, enunciar los principios éticos básicos que regulan los cimientos y el correcto funcionamiento de la sociedad, en la que los hombres y mujeres peregrinan hacia su destino final.” (Juan Pablo II, Mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales 1).

9.-Por otra parte, ningún partido político puede representar a la Iglesia. La misión de ésta es ofrecer a los ciudadanos principios y criterios que provienen del Evangelio y del Magisterio Social de la Iglesia, para que ellos con total libertad decidan sus opciones políticas. Por consiguiente, no debe extrañarnos que los católicos libremente puedan afiliarse a diferentes partidos políticos, según su conciencia.

III.- Los partidos políticos

10. Los partidos políticos son aquellas organizaciones que pretenden alcanzar el poder para traducir en acciones de gobierno las demandas y propuestas de los ciudadanos para lograr el bien común. La fuerza de un partido está en la capacidad de responder a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos y en la organización para asegurar la participación de sus afiliados en la toma de decisiones sobre los asuntos públicos y de esta manera participar en la conducción del cambio social. Por ello, los partidos son los principales protagonistas del proceso electoral, que permiten a los ciudadanos hacer sus opciones políticas y elegir entre diversas alternativas la que consideren más apta para resolver los principales problemas nacionales. En Costa Rica se da un pluralismo de partidos, cada uno de los cuales ofrece diferentes programas y busca mantener o conquistar el poder para tomar las decisiones de gobierno.

IV.- Las campañas políticas

11. Cada partido político organiza su campaña para conseguir la afiliación de los ciudadanos y el voto en las elecciones. Durante la campaña dan a conocer los programas, las ideas, los principios, las propuestas, y se esfuerzan para que los candidatos sean suficientemente conocidos por los electores.

12.-Para una elección libre, responsable y consciente, los ciudadanos necesitan conocer a los candidatos, pero no sólo la imagen que de ellos se presenta a través de los medios; ni deben dejarse llevar por frases o anuncios llamativos; es necesario además conocer sus ideas, las propuestas, los programas de gobierno y valorar la capacidad, la experiencia, la honestidad y el compromiso de cara al bien común de la nación. En el caso de que un candidato sostenga políticas contrarias a los principios de la moral o contra la dignidad del ser humano, un católico no puede, en conciencia darle su voto.

13. Una campaña política ha de hacerse con apego a la ley, con tolerancia y respeto entre los diversos partidos que participan. No debe ser causa de divisiones, enemistades o rencores, lo único que debe buscarse es el bien de Costa Rica.

14. Por su influencia en la opinión pública los medios de comunicación social juegan un papel muy importante en el desarrollo de una campaña política. Por ello, tienen la grave responsabilidad de brindar una información veraz, objetiva y honesta sobre las actividades de campaña de los candidatos, respetando siempre la dignidad de las personas. Sería inmoral y deshonesto que los dueños o responsables de los medios de comunicación, comunicadores, periodistas o presentadores de opinión, manipulen la información para favorecer a un candidato en particular o a un partido.

15. El éxito de las elecciones dependerá de la participación y colaboración de todos, de la conciencia cívica de los ciudadanos, del cumplimiento de la ley y del orden que se guarde el día de las votaciones. Exhortamos a todos a poner todo su empeño en evitar cualquier acto de violencia que empañe la jornada festiva de las elecciones que hemos disfrutado como tradición los costarricenses y de lo cual nos enorgullecemos.

V.- El voto

16. En Costa Rica disponemos del voto para participar e influir en la conducción de los asuntos públicos. Sirve también como medio para manifestar nuestra aprobación o desaprobación a los candidatos, a los partidos políticos y a los programas que ofrecen.
17. El voto es un derecho y una obligación que se deben ejercer con gran responsabilidad y conciencia. Para votar responsablemente es necesario conocer y valorar no sólo los programas y propuestas políticas de los partidos, sino la calidad moral de cada candidato, sus antecedentes, su capacidad profesional, su experiencia, su honestidad, la rectitud de su vida personal y familiar y su compromiso con el bien común de Costa Rica.

18. El voto no se compra ni se vende. Es tiempo de superar las prácticas viciosas del voto llamado “clientelar”, del voto basado en presiones o intimidaciones, del voto basado en dádivas o de promesas. Cualquiera de estas formas de obtener votos es deshonesta y censurable, y constituye una manipulación de la persona, hiriendo su dignidad, particularmente cuando se utiliza la pobreza e ignorancia de las mismas.

19.-Existen algunos criterios que pueden ayudar para decidir por cual candidato votar. Se deben tener presentes algunos asuntos fundamentales para el bien de nuestro país y saber qué se propone al respecto. Por ejemplo: si se garantiza el derecho inalienable a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, si se apoya la unidad familiar, si existe preocupación por la justicia y la seguridad social, si hay preocupación por el medio ambiente, si se contempla oportunidad de trabajo para todos, si se proponen programas eficaces de lucha contra la corrupción, si se diseñan proyectos tributarios justos, y una atención especial a los más desfavorecidos de la sociedad.

VI.- Llamado a la sociedad

20. Tanto a los sacerdotes como a los religiosos les recordamos que están llamados a ser signo de unidad en medio del pluralismo de partidos políticos, que han de fomentar la paz y la reconciliación y orientar a los fieles sobre los valores de la democracia desde la Doctrina Social de la Iglesia. (cf Can 287,2)

21. Exhortamos a los dirigentes políticos a tener presente que su actividad política es un servicio a la vida democrática del país y a la construcción del bien común. Su servicio generoso y desinteresado a la sociedad, especialmente a los más necesitados es una tarea muy noble. Les invitamos a comprometerse con entusiasmo en la vida pública como verdaderos constructores de la “civilización del amor y de la verdad”.

22 A los medios de comunicación social les pedimos que realicen su servicio de información de una manera profesional, objetiva, honesta, equitativa y apegada a la ética.

23. A todas y todos los costarricenses, que se disponen a emitir el voto, les pedimos que el domingo 3 de febrero del 2002 acudan a las urnas a depositar su voto, conscientes que de esta manera están contribuyendo al bien de todos y de cada uno de los costarricenses. Actúen con libertad y con plena conciencia en la elección de los candidatos que consideren más idóneos para prestar un servicio tan importante a nuestra nación.

24. Invitamos a todas nuestras comunidades que se unan desde ahora en una campaña de oración, con el fin de pedir a Dios, Padre y Señor de la Historia, la sabiduría y el acierto en la elección de los candidatos que regirán desde los diversos ámbitos, los destinos de la Patria.

25. Pedimos a Nuestra Señora de los Ángeles, bajo cuya protección está el Pueblo de Costa Rica, que por su intercesión maternal nos permita buscar el progreso de la Patria por caminos de libertad, solidaridad, paz y justicia.

Monseñor Román Arrieta Villalobos
Arzobispo de San José y Presidente de la
Conferencia Episcopal de Costa Rica

Monseñor José Rafael Barquero Arce
Obispo de Alajuela y
Vicepresidente de la CECOR

Monseñor Antonio Troyo Calderón
Obispo Auxiliar de San José y
Secretario General de la CECOR

Monseñor Ignacio Trejos Picado
Obispo de San Isidro de El General

Monseñor Héctor Morera Vega
Obispo de Tilarán

Monseñor José Francisco Ulloa Rojas
Obispo de Limón

Monseñor Ángel San Casimiro Fernández
Obispo de Ciudad Quesada

Monseñor Hugo Barrantes Ureña
Obispo de Puntarenas

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación