Cuando el amor a las mascotas ofusca a la propia pareja

Tendencia a humanizar a los animales, incluso en los cementerios

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ROMA, domingo, 21 febrero 2010 (ZENIT.org).- En el marco de la celebración del día de San Valentín de este año, se hacía pública una sorprendente encuesta que revelaba que cerca de una quinta parte de los adultos preferían celebrar el día con sus animales domésticos o mascotas antes que con su pareja.

En la encuesta se entrevistaron a 24.000 personas de 23 países, según un reportaje de Reuters del 8 de febrero. Se constató que la edad y los ingresos eran factores más determinantes que el género o la nacionalidad. Para los menores de 35 años, cerca de un 25% optaba por su mascota en vez de por su pareja, en comparación con el 18% de los de entre 35 y 54 años, y el 14% de los de más de 55 años.

Quienes preferían a sus mascotas a las personas también era más probable que tuvieran menores ingresos.

La encuesta ha sido sólo la última noticia en la tendencia creciente a la humanización de los animales. El 23 de enero, el periódico británico Telegraph informaba de la vuelta de una antigua práctica pagana, la de los propietarios de mascotas enterrados con sus animales.

El periódico informó de que a inicios de enero, los planificadores de Lincolnshire aprobaron el último de una serie de cementerios conjuntos de animales y humanos.

El artículo citaba a Penny Lally, a cargo de un lugar arbolado de enterramientos en Penwith, en el oeste de Cornualles. Lally declaró al Telegraph que ella ha enterrado a más de 300 propietarios junto a sus animales desde que comenzó a permitir los enterramientos comunes en el 2003, y tiene más de 120 reservas.

«Para muchos, el proceso de pérdida de una mascota no es diferente a la pérdida de un miembro de la familia, dado que las mascotas aportan una estructura y una rutina a las vidas de las personas además de acompañar a las personas mayores», comentaba Elaine Pendlebury, cirujana veterinaria en la organización para animales PDSA.

La idea de cementerios comunes se basa en la costumbre ya existente de cementerios para mascotas. El pasado 26 de octubre, el Chicago Tribune publicaba un artículo sobre el que afirmaban ser el más antiguo en Estados Unidos, el Hinsdale Animal Cemetery de Willowbrook, Illinois, que tiene más de 15.000 mascotas enterradas.

Miembros de la familia

El artículo citaba a Michael Schaffer, autor del libro «One Nation Under Dog» («Una nación bajo el perro»), que afirmaba haber observado cómo los mensajes en los epitafios de las mascotas han evolucionado con el tiempo, reflejando cuánta gente ha hecho que sus mascotas «miembros de hecho y de derecho de sus familias».

«Si se visitan los antiguos cementerios de mascotas, las lápidas más antiguas pueden llegar a decir ‘Aquí descansa Fido, un sirviente leal’, o ‘Aquí descansa Fido, el mejor amigo del hombre'», afirmaba Schaffer. «Hoy son ‘Mi niña’ o ‘Papá y mamá te echan de menos’. La gente ha desarrollado un concepto de sus mascotas como si fueran hijos. Esta evolución es absolutamente dramática».

Y no son sólo sentimientos, puesto que la gente cada vez está más dispuesta a gastar sumas considerables de dinero en sus mascotas. El Chicago Tribune informó de que el propietario de una mascota, Ernie Yamich, gastó 2.100 dólares en el funeral de su mascota, tras haberse gastado más de 7.000 dólares en tratamientos médicos para intentar salvar la vida de su perro.

De hecho, el gasto en mascotas ha subido de forma notable en los últimos años. El 8 de febrero, la Asociación Norteamericana de Fabricantes de Productos para Mascotas (APPA) hacía públicos sus últimos datos anuales sobre este gasto.

El gasto en la industria de las mascotas creció un 5,4%, desde los 43.200 millones de dólares de 2008 hasta un poco más de 45.500 millones de dólares en el 2009. La APPA comentaba que, aunque las cifras económicas de la Oficina del Censo de Estados Unidos sobre la venta al por menor mostraron un descenso general en el 2009 con respecto al 2008, la industria de las mascotas ha seguido creciendo. También se prevé un aumento del 4,9% de gasto en el 2010, hasta los 47.740 millones de dólares.

El mayor incremente del gasto en el 2009 se dedicó a los cuidados sanitarios, con un aumento del 8,5% con respecto al 2008. El informe observaba que los cuidados sanitarios de mascotas van desde escáneres CAT, hasta cirugía de cáncer, así como antidepresivos.

El presidente de la APPA, Bob Vetere, comentaba que debido a la humanización de las mascotas, la diferencia de calidad entre los seres humanos y sus compañeros mascotas está desapareciendo rápidamente en todas las categorías, desde la alimentación y la ropa hasta los cuidados y servicios médicos.

Hasta 1998, el gasto total en la industria de las mascotas era sólo de 23.000 millones de dólares, según los datos de la página web de la APPA. En la pasada década esta cantidad se ha más que doblado.

Otro estudio reciente, hecho público también el 8 de febrero por Global Industry Analysts, se fijaba en el mercado de accesorios para mascotas. Calculaba que el mercado mundial de accesorios para mascotas alcanzará los 17.200 millones de dólares para el año 2015.

«La humanización es una de las más importantes razones del crecimiento del mercado de accesorios para mascotas», afirmaba el comunicado de prensa de Global Industry Analysts. «Los propietarios sienten que sus mascotas, sobre todo perros y gatos, son sus verdaderos compañeros, y desean darles el mismo cuidado que a su pareja o a su hijo», añadía.

¿Personas?

Margaret Somerville, directora del Centro para la Medicina, la Ética y el Derecho en la Universidad McGill, Canadá, comentaba la humanización de las mascotas en un artículo en la página web Mercator Net, el 27 de enero.

Algunos expertos en ética proponen conceder a los animales el estatus de persona, observaba. Esto, sin embargo, no es una buena idea según Somerville, puesto que minaría la idea de que los seres humanos son especiales y merecen ser tratados de modo diferente.

«En otras palabras, si los animales se vuelven personas, las personas humanas se vuelven animales», observaba Somerville.

En lugar de esto, argumentaba, debemos seguir manteniendo que todos los seres humanos son personas y que sólo los seres humanos son personas.

Restringir la categoría de persona a los humanos es una forma con la que podemos fomentar un mayor respeto por la vida humana. De hecho, los tribunales justifican el aborto negando el reconocimiento de personas a los bebés no nacidos, precisaba Somerville.

Olvido de Dios

La aparente contradicción apuntada por Somerville entre la pérdida de respeto por la vida humana y, al mismo tiempo, el poner a los animales en una especie de cuasi nivel humano tiene una dimensión teológica subyacente.

Benedicto XVI hizo una breve referencia a esto en la audiencia general del 11 de enero de 2006. En aquellas fechas estaba comentando los salmos y el que consideraba aquel día era el salmo 144.

Y decía, citando a Orígenes: «‘Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?… Es gran felicidad para el hombre conocer a su Creador. En esto nos diferenciamos de las fieras y de los demás animales, porque sabemos que tenemos nuestro Creador, mientras que ellos no lo saben'».

«Vale la pena meditar un poco estas palabras de Orígenes, que ve la diferencia fundamental entre el hombre y los demás animales en el hecho de que el hombre es capaz de conocer a Dios, su Creador; de que el hombre es capaz de la verdad, capaz de un conocimiento que se transforma en relación, en amistad», afirmaba el Pontífice.

«En nuestro tiempo, es importante que no nos olvidemos de Dios, junto con los demás conocimientos que hemos adquirido mientras tanto, y que son muchos», observaba el Papa. «Pero resultan todos problemáticos, a veces peligrosos, si falta el conocimiento fundamental que da sentido y orie
ntación a todo: el conocimiento de Dios creador», concluía.

De hecho, una de las tendencias más notorias de la sociedad contemporánea es cómo el perder de vista a Dios ha llevado a una mentalidad que también pierde de vista la dignidad de la persona humana. Hay, así, una conexión entre la falta de respeto por la vida humana, vista cada vez más a través de una perspectiva utilitaria, y la humanización de los animales. Un paso más de vuelta hacia una cultura pagana.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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