Cuba: Día de la Paz en la catedral de La Habana

En 2013: benditos los que construyen la paz

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Como es costumbre, cada primero de enero en la catedral de La Habana, Cuba, se celebró una misa dedicada a exponer el tradicional llamamiento de Benedicto XVI a favor de la paz mundial. Ese acontecimiento me motivó a escribir algunas consideraciones sobre la paz, los cristianos y los creyentes en general que quiero compartir con mis lectores habituales. Fue una actividad de abarrote en el espacioso y hermoso templo habanero. Llegué temprano para poder sentarme en los bancos, porque lo contrario me hubiera obligado a ubicarme de pie en los pasillos que se colmaron de participantes que en número creciente acuden a los extraordinarios cultos allí celebrados.

Estos llenos reiteradamente se manifiestan en la catedral habanera así como en múltiples templos cristianos incluyendo a las más diversas manifestaciones religiosas asentadas en la Cuba de hoy, muy a pesar de las opiniones de quienes se esfuerzan en no reconocer la explosión de religiosidad y sentimientos espirituales de los cubanos durante el extenso proceso que data desde el derrumbe del campo socialista y la desaparición de la Unión Soviética a la fecha.

También quiero significar que se producen muy a pesar de las campañas de desprestigio contra el cardenal arzobispo de La Habana y la jerarquía eclesiástica católica, como consecuencia de determinados conceptos políticos que algunos con especial saña dirigen hacia la Iglesia católica cubana en su conjunto, en razón de sus ideas ateístas, de sus criterios personales e incluso de sus rencores ocultos, sin tener en cuenta que en realidad la Iglesia está constituida por el pueblo de Dios que tiene fe, que la conforma y que participa en sus cultos y experiencias espirituales.

En resumen, también extienden su desdén contra quienes modestamente, sin hacerle daño a nadie, ponen en práctica sus creencias y sus cultos. Hacen en definitiva un menosprecio hacia la religiosidad de los católicos cubanos en su conjunto que, como personas y ciudadanos, tenemos todos los derechos humanos de manifestar nuestra fe y actuar como parte de nuestra Iglesia. Ya lo he escrito otras veces y hoy lo reitero, que la Iglesia no se puede confundir sólo con su jerarquía, porque la Iglesia en realidad es la Asamblea del pueblo creyente, algo que no alcanzan a comprender los que se han encargado de difundir estas confusiones favorecedoras del más sutil divisionismo entre la población.

Por otra parte, considero que desde hace algunos años, hablar sobre la paz se ha convertido en una constante referencia de las personalidades políticas e intelectuales en sus discursos e intervenciones públicas, para enfrentar a los muchos conceptos y acontecimientos que la contravienen. En este orden de pensamiento, quiero repetir lo que hemos reiterado recurrentemente los pacificistas de las más diversas creencias, ideologías y tendencias políticas, económicas y sociales: la paz no es sólo la ausencia de la guerra, es por sobre todo justicia social, equidad, estabilidad de la familia y rechazo a los rencores y los odios que colman los más diversos ámbitos de nuestro planeta incluyendo el espacio sideral en el que ya se encuentran armas, artefactos satelitales y otros ingenios tecnológicos, capaces de superar en la realidad las expectativas bélicas que hasta hace tan sólo algunos años eran parte de las novelas de ciencia ficción.

Para los cristianos, muy a pesar de contingencias de violencia y guerras que se han realizado por los poderosos de la tierra en su nombre, la paz es un propósito esencial que forma parte de la doctrina del amor que Jesús vino a proclamar en la Tierra; y el Evangelio constituye una proclamación de Paz: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz…” (Lucas 2, 14); “En cada casa que entréis decid primero: Paz a esta casa…” (Lucas 10,5); “Bienaventurados los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9); “Os dejo la paz, mi paz os doy, no os la doy como la da el mundo… Me voy y volveré a vosotros…” (Juan14, 27 y 28) por sólo expresar algunas de las más especificas afirmaciones evangélicas pacifistas.

Al respecto del Evangelio y su cultura de amor y paz, quiero citar lo que plantea la Iglesia católica cubana en el “Documento Final del ENEC” (Encuentro Nacional Eclesial cubano) de 29 de mayo de 1989: la iglesia trabaja a favor de una civilización del amor y… “no pretende presentarla como una alternativa política, lo cual estaría fuera de la misión que le es propia, sino como una opción ética y espiritual, lo cual si entra en el terreno de la experiencia humana, en el que la Iglesia tiene el deber de hacerse presente con su vida y su palabra, evangélicas y evangelizadoras. Sin pretensiones exclusivistas y mucho menos monopolizadoras, propone –en diálogo franco y respetuoso- su visión del mundo, del hombre y de la convivencia humana para, en colaboración con hombres y mujeres de diversos credos e ideología, trabajar todos juntos en la construcción de un mundo realmente solidario, en el que los hombres puedan crecer como hombres y reconocerse como hermanos…”

A partir de estos conceptos entre otros muy importantes que sería muy extenso citar, la Iglesia se manifiesta a favor de la Paz y el primer día del año, el papa expresa urbi et orbi su mensaje a favor de la paz mundial que el cardenal Jaime Ortega nos presentó. En resumen puedo decir que SS Benedicto XVI, planteó este 2013 que: “… este tiempo nuestro, caracterizado por la globalización, con sus aspectos positivos y negativos, así como por sangrientos conflictos aún en curso, y por amenazas de guerra, reclama un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre”; y proclamó también muy expresamente que sean “Benditos los que construyen la paz”.

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Felix Sautié Mederos

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