Cumbre mundial de institutos seculares: En el mundo sin ser del mundo

Realidades reglamentadas hace 60 años por Pío XII

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 febrero 2007 (ZENIT.org).- «En el mundo sin ser del mundo». Así se puede sintetizar la conclusión del encuentro de cuatrocientos superiores de los institutos seculares de todo el mundo, que se han reunido en el Vaticano del 3 al 4 de febrero.

El simposio internacional ha celebrado los sesenta años de la publicación dalla Constitución Apostólica «Provida Mater Ecclesia» (2 de febrero de 1947) con la que Pío XII reconocía los institutos seculares.

El encuentro fue organizado por la Conferencia Mundial de los Institutos Seculares (CMIS) a la que pertenecen 160 institutos femeninos, 7 institutos masculinos, 15 sacerdotales, y uno con ramas masculina y femenina.

Los miembros de los institutos seculares se comprometen a vivir los consejos evangélicos de castidad, de obediencia y pobreza en el mundo, sin signos exteriores. El Código de Derecho Canónico de 1983 dedicó a estas instituciones los cánones del 710 al 730.

En su intervención Ewa Kusz, presidenta de la CMIS, explicó que «nuestra vocación significa vivir en el siglo, como todos los laicos, pero también en la plena consagración, como todas las personas consagradas, pues todos están llamados a la santidad, y todos están llamados en diferentes lugares y de diferentes maneras. Según nuestra manera, podemos ser santos en el mundo».

«Nuestra vida es diferente a la vida religiosa –aclaró Kusz, que pertenece al instituto Inmaculada Madre de la Iglesia, fundado en Polonia, y presente en Alemania, Ucrania, Eslovaquia, Brasil y Roma–. No tenemos obras, y por tanto no podemos decir lo que hemos hecho. Somos como la sal y la levadura. Los frutos están en los diferentes lugares en los que vivimos».

Para explicar su vocación, citó la Carta a Diogneto, testo cristiano del siglo II de un autor cristiano dirigida a un pagano, en la que, entre otras cosas, se dice: «los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo».

Tras la intervención del cardenal Franc Rodé y del arzobispo Gianfranco Agostino Gardin O.F.M. Conv., prefecto y secretario respectivamente de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y para las Sociedades de Vida Apostólica, intervino el cardenal George Cottier O.P., teólogo emérito de la Casa Pontificia para analizar el término «mundo».

Ante una sociedad que vive «como si Dios no existiera», el creyente tiene la tarea de «purificar y santificar» el mundo, mostrando la obra de Dios que actúa en la vida de las personas, influenciando así los ámbitos de vida y trabajo, aclaró el purpurado suizo.

El profesor Luigi Franco Pizzolato, decano de la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de Milán, ilustró precisamente la Carta a Diogneto, presentándola como un modelo de reflexión sobre la presencia de los cristianos en el mundo.

En este documento, afirmó, «las razones de la distinción entre estar en el mundo y no ser del mundo encuentran su síntesis en la pertenencia del fiel a la Iglesia, que compendia los misterios del testimonio y del conocimiento, de la participación y de la identidad».

Sor Sharon Holland, canonista, jefe de Oficina de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y para las Sociedades de Vida Apostólica, explicó cómo «hacer de Cristo el corazón del mundo» inspirándose en las directrices que el Código de Derecho Canónico da a los institutos seculares.

En el congreso también se escucharon testimonios de vida consagrada en el mundo, como los que ofrecieron Leah Lillera Priscilla de Filipinas, Emilio Sánchez de España, Mirosalw Bogacki de Polonia, Perpétue Kakese de la República Democrática del Congo, Denise Dube, de Canadá, y María Cecilia Comuzzi, de Argentina.

La última intervención corrió a cargo del cardenal Rodé, quien presentó las perspectivas y metas que este encuentro ha planteado a los institutos seculares.

El simposio se clausuró en la Basílica de San Pedro, cuando los representantes de los institutos seculares colocaron ante el altar los compromisos surgidos en estos dos días de estudio, de análisis y de perspectiva.

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ZENIT Staff

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