Curso para sacerdotes: La crisis de la confesión, crisis del sentido del pecado

Constata el regente de la Penitenciaría Apostólica, el padre Girotti

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 25 marzo 2004 (ZENIT.org).- La crisis en la vivencia del sacramento de la Confesión se debe a la crisis del sentido del pecado, afirma uno de los organizadores de un curso que ofrece la Santa Sede a jóvenes sacerdotes.

El intenso curso sobre el «fuero interno» (cuestiones de conciencia) que afronta los presbíteros, especialmente en el sacramento de la Penitencia, tiene lugar del 22 al 27 marzo por iniciativa del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica.

El padre Gianfranco Girotti, OFM Conv, regente de la Penitenciaría ha afrontado junto a los jóvenes sacerdotes las situaciones particularmente delicadas con las que se encuentra todo confesor.

«En una época de profundos cambios, no es difícil constatar que el Sacramento de la Penitencia ha sufrido en los últimos tiempos una ofuscación en la práctica», ha afirmado el sacerdote en declaraciones concedidas este jueves a «Radio Vaticano».

«Un primer aspecto que salta a la vista es la debilitación del sentido del pecado –reconoce–. La debilitada conciencia del pecado corre el riesgo de llevar al penitente a exteriorizar simplemente su estado de ánimo en vez de denunciar su propio pecado».

Para hacer una buena confesión, según el sacerdote franciscano, «es necesario recorrer nuevos «caminos penitenciales». El fiel no tiene que sentir sus propios actos como meras declaraciones de buena voluntad, sino teniendo presente la gracia en la propia vida».

Ante la pregunta sobre si los presbíteros se muestran disponibles para confesar, el religioso explica que «Juan Pablo II ha recordado que los sacerdotes, al impartir a los fieles la gracia y el perdón en el sacramento de la Penitencia, realizan el acto más elevado de su sacerdocio, tras la celebración de la Eucaristía».

«Estoy personalmente convencido de que hay muchos sacerdotes que, en la jerarquía de sus tareas, reservan un papel privilegiado al servicio silencioso y no siempre gratificante desde un punto de vista humano de la Confesión», asegura.

En la administración de este sacramento, afirma el padre Girotti, «un buen confesor debe mostrarse siempre acogedor, sereno, sin prisas, debe mostrar máxima cortesía, sin olvidar que el confesor desempeña una tarea paterna, pues revela a los hombres el corazón del Padre y personifica la imagen de Cristo, buen Pastor».

Para dar a comprender la importancia de la Confesión entre los bautizados, el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica propone «una apropiada y profunda catequesis».

Hay que explica, sugiere, que «en la Reconciliación sacramental el perdón de Dios es fuente de renacimiento espiritual y principio eficaz de santificación».

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ZENIT Staff

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