Custodiar la «gran tradición católica», desafío de los obispos latinoamericanos

Habla el subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos

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ROMA, miércoles, 25 abril 2007 (ZENIT.org).- El desafío crucial que interpela a los obispos que se reunirán en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y del Caribe (CELAM) es lograr custodiar «la gran tradición católica» de este subcontinente.

Lo afirma en una entrevista publicada en el último número de la revista italiana «Il Consulente Re» el profesor Guzmán M. Carriquiry Lecour, subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos y primer laico que accede a tal cargo en un dicasterio vaticano.

Nombrado por Benedicto XVI perito para la Conferencia que el mismo Papa inaugurará el 13 de mayo, el profesor de 63 años de origen uruguayo ha podido seguir de cerca los preparativos del evento, que reunirá a 300 participantes entre obispos delegados y enviados especiales, y cuyas conclusiones servirán para orientar las acciones pastorales de la Iglesia en la región en los próximos años.

La V Conferencia General del CELAM tendrá lugar del 13 al 31 de mayo en el santuario mariano de Aparecida, a 170 kilómetros de Sao Paulo, Brasil, sobre el tema «Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn, 14, 6).

En la entrevista, al comentar los intentos actuales en el continente de revitalizar antiguas prácticas de las civilizaciones precolombinas, el profesor Carriquiry afirma que «los grandes símbolos de la unidad latinoamericana no son los indígenas, dado que antes de la llegada de españoles y portugueses el continente estaba totalmente fragmentado»: «una “babel” sin la más mínima autoconciencia».

«Símbolos verdaderos son Nuestra Señora de Guadalupe, el Cristo de los Andes: la Iglesia como sacramento de unidad de nuestros pueblos en la catolicidad. El Evangelio encarnado en los pueblos es el contenido más profundo de la originalidad histórico-cultural que llamamos América Latina», añade.

El fenómeno al que se asiste en el subcontinente -prosigue- es el de «un gran movimiento de inclusión en la escena pública de sectores indígenas, de campesinos empobrecidos y migrantes hacia las megalópolis desequilibradas, sectores durante demasiado tiempo humillados, explotados, marginados».

«Los indígenas exigen respeto, dignidad, poder gozar de todos los beneficios de la educación, del trabajo, del progreso cultural, de una auténtica promoción humana, de solidaridad y de justicia hacia los más necesitados, de ser verdaderamente integrados en las sociedades nacionales y de participar como ciudadanos de pleno derecho en la construcción de las naciones», subraya.

«Algo profundamente distintos es en cambio pretender hacer resurgir hechiceros, chamanes, las viejas cosmogonías indígenas: intento de un arcaísmo arbitrario, fruto más de manipulación ideológica que de verdadera respuesta a las necesidades y las demandas de las comunidades indígenas», observa.

Sobre el hecho de que por primera vez los representantes de los episcopados de los Estados Unidos, Canadá, España y Portugal, invitados a la V Conferencia General de Aparecida, tendrán derecho a voz y voto, el profesor Carriquiry comenta que se trata de «un gesto muy positivo».

«Aparecida será evento católico. En realidad, la impronta católica se da sobre todo por el hecho de que ha sido el Papa quien ha convocado la Conferencia, ha elegido el tema y ha querido inaugurar personalmente las jornadas de Aparecida, que será “conferencia del Episcopado”, de impulso colegial, en comunión con el sucesor de Pedro», indica.

«La cuestión crucial para los obispos de América Latina es custodiar y reproducir la gran tradición católica de nuestros pueblos -apunta-. Tal tradición, el mayor don para América Latina, las mayor riqueza de sus pueblos, está asediada y a veces erosionada por los rasgos culturales dominantes, transmitidos por los poderes mediáticos transnacionales, cada vez más hostiles al catolicismo».

Sobre la proliferación de grupos evangélicos y pentecostales, el profesor Carriquiry comenta que, en su opinión, no se trata del «desafío principal». «Es fundamental volver a las fuentes de nuestra fe, realizar aquella “esencialización” de la que escribía el cardenal Ratzinger, para no dejarse prender por las cuestiones secundarias», advierte.

En este sentido –añade- «lo primero que hay que hacer es mirar dentro de nosotros, en nuestra casa, para ver si y cómo el acontecimiento de la presencia de Cristo es hecho sorprendente y decisivo en la vida de las personas, de las familias, de las comunidades y de las naciones».

Entre los «signos de muerte» presentes en América Latina, el subsecretario del dicasterio vaticano señala el hambre, las enfermedades, la miseria, el narcotráfico, «la violencia política sin reglas, de las guerrillas e incluso de los métodos terroristas».

«El continente crece económicamente, tal vez con grandes “puestas en escena”, pero la lucha contra la pobreza y el escándalo de las enormes desigualdades no son afrontados adecuadamente», reflexiona.

«En las grandes ciudades, la inseguridad y la delincuencia son cotidianas -lamenta-. Se difunde también una “cultura global” y se ejercen potentes presiones que se orientan a dejar pasar y banalizar incluso los crímenes abominables de la práctica abortiva de masas, la propuesta de la eutanasia y las manipulaciones genéticas».

«Nuestras democracias gracias a Dios resisten -constata-, pero surgen cada vez más desviaciones autocráticas, con el riesgo de sofocar gradualmente aquellas libertades democráticas reconquistadas en los años ‘80 con tantos sufrimientos y sacrificio incluso de vidas humanas».

Entre los problemas que se afrontarán en Aparecida, el subsecretario de Consejo Pontificio para los Laicos indica que «una idea lanzada por el CELAM es la de una gran misión evangelizadora continental “post-Aparecida”».

«Por el momento los perfiles no está todavía definidos. Es importante que la Conferencia logre llegar verdaderamente al corazón de los latinoamericanos, suscitando una gran movilización espiritual y misionera», concluye.

Las Conferencias Generales del CELAM han desempeñado un papel decisivo en la historia de la Iglesia en América Latina en la segunda mitad del siglo XX. Se han celebrado en Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992).

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ZENIT Staff

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