Decisivo encuentro del Papa con los obispos católicos rusos

Los cuatro prelados llegan a Roma para informarle de la coyuntura rusa

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MOSCÚ, 5 febrero 2001 (ZENIT.org).- Ocho años después del renacimiento de la Iglesia católica en Rusia, tras la caída del comunismo, los obispos católicos nombrados en estos años han venido a Roma para cumplir con la visita quinquenal que todos los prelados del mundo realizan al Papa y a la tumba de los apóstoles.

El encuentro culminará el 10 de febrero. Juan Pablo II, en un discurso que publicará la Sala de Prensa de la Santa Sede, analizará con ellos los desafíos que plantea a la Iglesia ese inmenso territorio.

En Rusia, en estos momentos, hay cuatro obispos católicos residentes. En Moscú, se encuentra monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, administrador apostólico de la Rusia europea septentrional. El obispo Clemens Pickel es administrador apostólica de la Rusia europea meridional con sede en Saratov. Las otras dos «diócesis» (todavía no tienen esta atribución jurídica) se encuentran en Siberia. En la región occidental, el administrador apostólico es el obispo Joseph Werth, con sede en Novosibirsk; mientras que en la Siberia oriental y Extremo Oriente se encuentra monseñor Jerzy Mazur con sede en Irkutsk. Se trata de las diócesis más extensas de la Iglesia católica.

Según recuerda un amplio informe publicado por la agencia misionera de la Santa Sede, Fides (http://www.fides.org), Juan Pablo II restableció las sedes canónicas de los católicos en Rusia y Kazakistán en abril de 1991, después de haber instituido en el curso de los años inmediatamente precedentes (1989-90) las estructuras canónicas en los otros países satélites de la ex Unión Soviética y en las otras regiones que se independizaron.

De este modo, explica Fides, se concluía la primera fase del renacimiento eclesiástico católico más allá de la cortina de hierro, tras su derrumbe.

«La urgencia era justificada sobre todo por el temor de que las vicisitudes políticas pudieran imposibilitar nuevamente el nombramiento de obispos y la reapertura de iglesias», indica la agencia vaticana.

No hay que olvidar que en agosto de 1991 tuvo lugar un intento de revancha por parte de los servicios especiales y de las fuerzas reaccionarias que se resistían a la política de Mijaíl Gorbachov, y que provocaron su caída tras el golpe de Estado fracasado, pasando el relevo a Boris Yeltsin.

«El proceso de democratización parece desde entonces irreversible, aun cuando la libertad de movimiento de la que gozó la Iglesia en el trienio 1989-1991 se ha ido reduciendo cada vez más», constata Fides.

Hace cinco años los obispos rusos, entonces sólo eran dos (no existían todavía las sedes de Saratov y de Irkutsk), ya habían ido a Roma ver al Papa en visita «ad limina». Su informe fue claro: la Iglesia había renacido pero le faltaba casi todo: «los fieles comenzaban a aprender de nuevo las oraciones de la misa –recuerda Fides–, la reforma postconciliar era desconocida para los pocos valientes que conservaban la fe en condiciones de clandestinidad y persecución».

Según la agencia misionera, en estos momentos, hay cerca de medio millón de católicos de rito latino en Rusia, aunque las estadísticas oficiales, que calculan los porcentajes según el origen étnico de la población, hablan de 1% de católicos, es decir, cerca de un millón y medio. De éstos, entre 50 y 60 mil están en contacto con la Iglesia.

La mayoría de la población (cerca del 60%) profesa la religión cristiana ortodoxa, con una participación en la misa dominical en torno al 5-6%. Las diversas comunidades protestantes (bautistas, pentecostales, luteranos adventistas y otras) alcanzan el 2-3% frente al 15% de musulmanes (cucásicos y asiáticos), 2 millones de budistas y un millón de hebreos.

En los últimos años, han aumentado también las creencias paganas, o neo-paganas con frecuencia ligadas a fenómenos locales o a pequeños grupos étnicos. Son muy activas también las «sectas» de relevancia mundial. Entre ellas, cabe destacar varias formas de New Age, Scientology y similares hasta otras más organizadas como la Iglesia de la Unificación, Testigos de Jehová, Mormones, Aum-Sinrikyo.

Los católicos han conseguido en estos años reabrir cerca de 190 parroquias, superando el número precedente a la primera persecución, que era de cerca de 150.

Los sacerdotes que trabajan en las cuatro administraciones («diócesis») son poco más de doscientos, la gran mayoría extranjeros, en buena parte polacos (lo que corresponde al origen polaco de muchos católicos rusos).

Los católicos de origen alemán han disminuido mucho en estos años, pues aprovecharon en buena parte de la posibilidad de unirse a su madre-patria. Muchos de los sacerdotes pertenecen a comunidades religiosas, entre las que destacan por número y energía misionera los salesianos, franciscanos, jesuitas y misioneros del Verbo Divino.

Hay religiosas en casi todas las parroquias. Hay también varios misioneros de movimientos eclesiales, como los focolares, neocatecumenales, Comunión y Liberación, etc.

El seminario fue reabierto en 1993 y, desde 1995, ocupa nuevamente la sede histórica de San Petersburgo. En Novosibirsk, además, hay un pre-seminario bienal. Asimismo hay un College de teología para laicos en Moscú, con filiales en San Petersburgo, Kaliningrado, Novosibirsk, Saratov y Orenburg.

La Cáritas, institución que canaliza en buena parte la ayuda de promoción integral sostenida por la Iglesia, está bien expandida en todo el territorio.

Existe, además, un semanario católico, varias publicaciones mensuales o trimestrales, algunos grupos editoriales, una librería católica de las Paulinas en el centro de Moscú, un centro de TV en Novosibirsk; dos canales de radio, en San Petersburgo y Moscú.

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ZENIT Staff

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