Declaración conjunta del Papa y del patriarca ortodoxo de Rumanía

La evangelización no se basa en la «competencia»

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CIUDAD DEL VATICANO, 13 octubre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II y el patriarca ortodoxo de Rumanía, Teoctist, se unieron este sábado en un simbólico abrazo y firmaron una Declaración conjunta en el que ambas Iglesias se comprometen a buscar la unidad entre ortodoxos y católicos.

El encuentro entre los dos líderes religiosos, que tuvo lugar en la biblioteca privada del pontífice, fue uno de los momentos más importantes de la visita de una semana del líder religioso rumano a Roma, en agradecimiento por el viaje papal a Bucarest de mayo de 1999, la primera vez que un Papa pisaba tierras ortodoxas.

«Nuestro encuentro debe ser considerado como un ejemplo: los hermanos tienen que volver a encontrarse para hacer las paces, para reflexionar juntos, para descubrir la manera de llegar a entendimientos, para exponer y explicar las razones de los unos y de los otros», dice el texto de la Declaración conjunta.

La Declaración toca argumentos como el del anuncio del Evangelio en tierras ortodoxas por parte de católicos que constituye motivo de críticas del patriarcado ortodoxo de Moscú a Roma (usa el término «proselitismo»).

«Estamos de acuerdo en reconocer la tradición religiosa y cultural de todo pueblo, así como la libertad religiosa. La evangelización no puede basarse en un espíritu de competencia, sino en el respeto recíproco y en la cooperación, que reconocen a cada uno la libertad de vivir según las propias convicciones, en el respeto de la propia pertenencia religiosa», dice el documento conjunto.

Tras evocar el grito «¡Unidad! ¡unidad!», que los jóvenes rumanos entonaron cuando el Papa visitó al patriarca Teoctist, los dos líderes afirman que el testimonio cristiano será mucho más creíble, especialmente en Europa, si es ofrecido en unidad.

En su discurso al patriarca, Juan Pablo II había respondido a las acusaciones de «proselitismo» antes de firmar de la Declaración.

Reconoció la misión que las Iglesias ortodoxas «están llamadas a desempeñar en los países en los que están arraigadas desde hace siglos» y al mismo tiempo aclaró que la Iglesia católica «sólo desea ayudar y colaborar en esta misión», desempeñando «su tarea pastoral con sus fieles y con los que se dirigen a ella libremente».

Eventuales incomprensiones, siguió aclarando, pueden ser afrontadas a través de un «diálogo fraterno y franco». Por eso, propuso la creación de una «sólida estructura institucional» que sirva «de comunicación e intercambio regular y recíproco de informaciones» entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas, tanto a nivel particular como en su conjunto.

Actualmente, existe una Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas, que concluyó su última reunión en Baltimore (Estados Unidos), en el año 2000, sin acuerdos finales.

En su discurso, el jefe de la Iglesia ortodoxa rumana recordó ante todo las dificultades que experimentó su Iglesia hasta el final del «totalitarismo ateo» y criticó la «competencia» que a veces se constata «en las relaciones entre cristianos», que en ocasiones ha provocado «decepción» y «desconfianza».

Pero confirmó la firme voluntad de su Iglesia, que quiere trabajar asiduamente a favor de «la unidad de la Iglesia», como lo demuestran prometedores proyectos de diálogo que han surgido en su país.

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ZENIT Staff

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