Declaración sobre la carta del Papa a los católicos chinos

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 30 junio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración que ha publicado la Santa Sede al hacer pública la Carta de Benedicto XI a los obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China.

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La carta puede leerse en italiano, francés, inglés y chino en la página web de la Santa Sede (www.vatican.va).

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Con la carta que se publica hoy, el Papa Benedicto XVI desea manifestar su amor y su cercanía a la comunidad católica que está en China.

Del texto del documento pontifico emergen dos actitudes fundamentales: por una parte, un profundo afecto espiritual por todos los católicos en China y una cordial estima por el pueblo chino y, por otra parte, una cálida evocación de los perennes principios de la tradición católica y del Concilio Vaticano II sobre la eclesiología. Se trata, por tanto, de una apasionada invitación a la caridad, a la unidad y a la verdad.

La carta está dirigida a la Iglesia en China y afronta cuestiones eminentemente religiosas, respondiendo a peticiones precisas planteadas desde hace tiempo a la Santa Sede por parte de obispos y sacerdotes chinos. No se trata, por tanto, de un documento político, ni mucho menos quiere ser una acusación contra las autoridades gubernamentales, aunque no puede ignorar las conocidas dificultades que tiene que afrontar diariamente la Iglesia en China.

El Santo Padre recuerda el «designio originario» que Cristo ha tenido para su Iglesia y que confió a los apóstoles y a sus sucesores, los obispos. Desde este punto de vista, afronta los diferentes problemas de la vida de la Iglesia en China, que han surgido en los últimos cincuenta años. De este «designio» saca inspiración y orientaciones para afrontar y resolver, con espíritu de comunión y de verdad, estos problemas.

En la carta, Benedicto XVI dice que se muestra plenamente disponible y abierto a un diálogo sereno y constructivo con las autoridades civiles para encontrar una solución a los diferentes problemas que afectan a la comunidad católica y llegar así a la deseada normalización de las relaciones entre la Santa Sede y el Gobierno de la República Popular China, con la certeza de que los católicos, con la libre profesión de su fe y con un testimonio generoso de vida, contribuyen como buenos ciudadanos al bien del pueblo chino.

Sábado, 30 de junio de 2007
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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