Defender los derechos de la mujer en Etiopía

Entrevista con el obispo Rodrigo Mejía Saldarriaga

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SODDO, domingo 20 de junio de 2010 (ZENIT.org).- El jesuita colombiano que ejerce su ministerio como vicario de Soddo, Etiopía, ha asumido la causa de los derechos de la mujer como una de sus prioridades.

Enseñar a los etíopes la verdad evangélica de que hombres y mujeres son iguales en dignidad es un desafío que debe afrontarse especialmente en este país, afirma monseñor Rodrigo Mejía Saldarriaga.

El vicario apostólico de Soddo nació en Medellín, Colombia, en 1938, y llegó a África por primera vez en 1964. Tras 20 años en la República del Congo, pasó 14 años en Kenia, y ahora lleva 12 años en Etiopía.

En esta entrevista,el obispo habla de los desafíos del ecumenismo en Etiopía y del porqué ha hecho de la defensa de los derechos de la mujer una de sus prioridades.

-¿Es difícil ser obispo de una comunidad pequeña? (Etiopía es mayoritariamente una nación ortodoxa y protestante con sólo una pequeña presencia católica).

Monseñor Mejía Saldarriaga: Diría que tiene ventajas y desventajas. El hecho de que la comunidad no sea muy grande hace que no haya muchas preocupaciones con respecto a la administración, pero, el hecho de que la comunidad sea pequeña plantea también grandes desafíos pastorales, sobre todo en las relaciones con otras iglesias.

-¿Puede darnos ejemplos de estas importantes relaciones?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Somos todos cristianos: iglesias católicas, ortodoxas y protestantes. La Iglesia ortodoxa, siendo la iglesia original en Etiopía, nos plantea desafíos; desafíos para entrar en diálogo y en relaciones ecuménicas con ellos.

-¿Es posible este diálogo con la Iglesia ortodoxa?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Pienso que es posible, sobre todo a nivel personal. A este nivel, diría que tenemos buenas relaciones con los obispos y sacerdotes locales. Es más difícil a nivel nacional porque esto implica acuerdos y políticas.

-¿Puede darnos un ejemplo de uno de sus diálogos con la Iglesia ortodoxa?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Uno de los principales diálogos al más alto nivel es la colaboración de todos los líderes religiosos por la paz. Durante la última guerra con Eritrea, los líderes religiosos se reunieron y publicaron una declaración conjunta a favor de la paz. Invitaron a todos a participar en esta lucha por la paz.

-Usted se ha expresado con notable amplitud a favor de los derechos de la mujer. ¿Por qué es necesario esto?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Es necesario porque es uno de los aspectos de la cultura africana que requiere la evangelización. El Papa Pablo VI en su encíclica Evangelii Nuntiandi subrayaba el hecho de que es la cultura la que tiene que ser evangelizada. Es en este punto, creo, en el que la cultura africana necesita que el Evangelio les diga que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad humana que los hombres y, por ello, no pueden ser tratadas como ciudadanas de segunda clase.

-¿Cómo va a lograr la Iglesia esto?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Creo que uno de los métodos más eficaces es a través de la educación. Si se educa a las mujeres, serán más apreciadas y podrán ser capaces de actuar como ciudadanas de la sociedad.

-¿Por qué lucha usted, si se puede decir así, por los derechos de la mujer?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Porque, sobre todo desde que llegué a este vicariato en Etiopía, me di cuenta de que, en comparación con otros países africanos en los que he vivido, el papel de las mujeres está infravalorado. He tenido muy buenas experiencias de trabajo pastoral tanto en el Congo como en Kenia, con mujeres catequistas, líderes de pequeñas comunidades cristianas, y como colaboradoras. Y cuando he intentado hacer lo mismo en Etiopía, desde los mismos inicios, me he encontrado con una gran resistencia y asombro de los hombres e incluso malinterpretaciones. Por eso me dije a mí mismo que aquí había un desafío y que se requería evangelización en este sector.

-¿Usted tiene también que evangelizar a los hombres?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Sí, y a toda la sociedad, especialmente a los jóvenes; para cambiar su mentalidad y mostrarles que vivimos en este mundo y somos todos iguales y para enseñarles derechos humanos y que estos derechos se aplican a ambos.

-¿Cómo podrá enseñar estos derechos humanos? ¿Tiene colegios católicos?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Si, tenemos. Tenemos 16 escuelas primarias y tres secundarias en nuestro vicariato. La Iglesia católica está bien por toda Etiopía debido a la educación; la calidad y el número de instituciones educativas católicas.

-¿Qué tipo de estudiantes vienen a estas escuelas?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Están abiertas a todos. Esta es la característica de las instituciones católicas tanto educativas como sanitarias. Servimos a todos y no sólo a los católicos. Podemos ser una minoría pero nuestras instituciones están abiertas a todos y el gobierno y las demás iglesias lo aprecian.

-Hay todavía muchas tribus en su diócesis. ¿Hasta qué punto es importante preservar estas tradiciones tribales?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Es una diócesis multicultural y rural y se encuentra a unos 400 kilómetros al sur de Addis Abeba, en la frontera con Kenia. Estas tradiciones están muy vivas y es importante preservarlas porque hay grandes valores en ellas. No podemos simplemente destruir estos valores culturales tribales sin reemplazarlos con algo mejor; esto causaría un grave daño a la gente y a las generaciones que vengan.

-¿Pueden combinarse estos valores con los valores de la Iglesia católica?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Muchos de ellos sí, especialmente la solidaridad, por ejemplo, el respeto por la vida humana, el servicio y los valores familiares – la unidad y la cohesión familiar, son valores tradicionales africanos, y otros como la hospitalidad hacia los huéspedes. Estos son grandes valores.

-¿Son muchos de estos miembros de tribus de su diócesis católicos u ortodoxos?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Pertenecen a diversas confesiones – ortodoxos, protestantes e incluso musulmanes. Las tribus al sur del río Omo son más primitivas que las demás y no han sido evangelizadas. Hay 16 tribus y practican las religiones tradicionales africanas.

-¿Y esto está dentro de su diócesis?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Sí, sigue siendo mi diócesis y es un desafío para nosotros.

-¿Cómo le va con estas tribus?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Intentamos estar presentes entre ellas pero es un desafío en términos de personal – sacerdotes, religiosos, hermanas, además de los desafíos económicos que se requieren para construir infraestructuras para estar presentes allí.

-¿Qué lema escogió usted al convertirse en obispo?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Elegí el nuevo mandamiento de Jesús: “Amaos los unos a los otros”, y está traducido al amárico. Elegí este lema porque me di cuenta que, especialmente en la región donde soy obispo, hay mucho tribalismo y división, lo que causa tensiones, y quiero traer este mensaje fundamental a mi vicariato.

-¿Explica usted su lema cuando visita las parroquias?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Sí, lo hago cuando visito las parroquias para las confirmaciones, o cuando celebro la Eucaristía. Hablo a la gente para explicarles mi meta y mi programa que es simple: Amaos los unos a los otros.

-¿Qué lengua utiliza?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Utilizo el amárico, que aprendí en Addis Abeba, y durante la época del emperador Haile Selassie esta era la lengua oficial. Ahora, la situación ha cambiado y Etiopía es una república federal y los diferentes estados han desarrollado las lenguas locales, y es por lo que, en mi vicariato, utilizado
al menos cuatro lenguas diferentes. No las conozco todas pero utilizo el amárico porque todavía es usado por la generación más adulta. Aprendí a leer en las otras tres lenguas locales para celebrar la Eucaristía.

-¿Todavía se siente un misionero en Etiopía?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Sí, técnicamente todavía me considero un misionero en Etiopía, puesto que por misionero se entiende quien viene de otro país – la noción tradicional de misionero. Me veo, sin embargo, como un siervo de la iglesia local en Etiopía.

-¿Se siente usted más africano que sudamericano?

Monseñor Mejía Saldarriaga: Diría que sí. No soy muy consciente de ello cuando estoy en África pero me doy cuenta cuando vuelvo a Colombia. Me siento como un extranjero en mi propio país.

-¿Cuál es su esperanza para la Iglesia católica en Etiopía?

Monseñor Mejía Saldarriaga: No podemos predecir el futuro, pero mi esperanza es que la Iglesia católica sea más aceptada; que los prejuicios contra la Iglesia católica se eliminen y que pueda entrar en un mejor diálogo con la Iglesia ortodoxa. También espero sobre todo que tengamos libertad completa y posibilidades para nuestras instituciones. La Iglesia católica ahora se ha embarcado en un gran proyecto para comenzar una universidad católica en el país que se localizará en Addis Abeba.

-¿Cómo podemos colaborar con la Iglesia católica etíope?

Monseñor Mejía Saldarriaga: en primer lugar, puede hacer lo que ahora mismo está haciendo con esta entrevista, darnos la oportunidad de ser conocidos por otros católicos del mundo. Hacerles saber que aunque la Iglesia sea pequeña está presente allí. De la Iglesia universal también esperamos apoyo moral y oraciones así como asistencia económica, que siempre es necesaria.


Esta entrevista fue realizada por Marie-Pauline Meyer para Dios llora en la Tierra, un programa semana radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.orgwww.aischile.cl  

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ZENIT Staff

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