Defender los derechos humanos, también para resolver la crisis financiera

Intervención de la Santa Sede en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU

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GINEBRA, domingo 7 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- La defensa de los derechos humanos puede contribuir a resolver la crisis financiera actual, afirmó la Santa Sede en la ONU, que invitó a superar “la dicotomía obsoleta” entre las esferas económica, social y ecológica.

“La delegación de la Santa Sede quiere reafirmar su convicción de que la perspectiva de los derechos humanos ofrece una contribución positiva para una solución de la crisis financiera actual”, declaró monseñor Tomasi.

Y explicó: “Si bien es cierto que parecen visibles algunos signos de recuperación, la crisis continúa empeorando la situación de millones de personas en su acceso a necesidades fundamentales de la vida” y “compromete los planes de jubilación” de muchos.

Una oportunidad única

En resumen, hace falta una “nueva regulación” y un “sistema mundial de gobernanza” para asegurar a todos un desarrollo “duradero y global”.

Monseñor Tomasi ve una “oportunidad única” de atacar las “raíces de la crisis” aplicando los derechos humanos en los ámbitos “económico, civil y político”.

El representante de la Santa Sede se detuvo en el Informe de Naciones Unidas sobre las consecuencias negativas de la crisis financiera: el escándalo del hambre, crecientes desigualdades en el mundo, millones de desocupados, millones de nuevos pobres, fracaso de las instituciones, falta de protección social para las personas vulnerables, etcétera.

Citando la encíclica social de Benedicto XVI “Caritas in veritate”, destacó que estos desequilibrios se producen al “separar la gestión económica, a la que correspondería únicamente producir riqueza, de la acción política, que tendría el papel de conseguir la justicia mediante la redistribución” (n. 36).

Prioridad a los cambios sobre el terreno

“La igualdad y la justicia son los criterios esenciales para gestionar la economía mundial”, insistió monseñor Tomasi.

Ahora, añadió, es posible disfrutar de los derechos humanos “cuando los Estados traducen los principios en leyes y hacen realidad los cambios sobre el terreno”.

Porque, indica monseñor Tomasi, el Estado constituye “el primer actor” de la aplicación de los derechos humanos.

No debe faltar sin embargo la colaboración”con los demás actores de la sociedad civil y con la comunidad internacional”, en este mundo “globalizado” e “interdependiente”.

Monseñor Tomasi recuerda que “el objetivo común es la protección de la dignidad humana que conecta a toda la familia humana”, una unidad “arraigada en estos cuatro principios fundamentales: carácter central de la persona humana, solidaridad, subsidiariedad y bien común”.

El representante de la Santa Sede exhortó a donar prioridad a los cambios “sobre el terreno” y a la “aplicación concreta” de los derechos humanos.

Y dio una pista, también a partir de la “Caritas in veritate”: hay que superar “la dicotomía obsoleta” entre las esferas económica, social y ecológica”, haciendo respetar los principios de “honestidad, justicia y solidaridad”, “de reciprocidad y de don” (n. 25).

La persona humana, primer capital a proteger

El prelado alertó contra las soluciones a la crisis que consideran la “reforma del sistema financiero” o de los “modelos económicos” sin tener en cuenta las necesidades de las personas.

Al contrario, hay que garantizar “el acceso a los recursos para mejorar sus condiciones de vida” y permitirles “poner sus talentos al servicio de su comunidad local y del bien común universal”.

Ése siempre ha sido “el objetivo de la doctrina social de la Iglesia” católica, con una “preocupación particular por los miembros más vulnerables de la sociedad”, dijo monseñor Tomasi.

El representante de la Santa Sede también dijo que, para “dar prioridad a los seres humanos y crear un orden que les apoye en su viaje por la tierra”, hay que “modificar las reglas que gobiernan el sistema financiero” , en vistas a “cambios concretos”.

En este sentido, pidió “modificar las viejas formas de codicia que han conducido a la crisis actual” y promover un “desarrollo integral efectivo y la aplicación de los derechos humanos” porque “el hombre, la persona, en su integridad, es el primer capital a proteger y valorar” (Caritas in Veritate n. 25).

[Por Anita S. Bourdin, traducción del francés por Patricia Navas]

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ZENIT Staff

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