''¡Dejad a Gaza vivir en paz!''

Escribe el párroco de rito latino en la Franja Jorge Hernández, IVE

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GAZA, martes 20 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Nuevo mensaje angustiado de la única parroquia de rito latino que hay en la Franja de Gaza. El padre Jorge Hernández, del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), escribe sobre la vida de la gente allí, y de los católicos, un pequeño rebajo de doscientas personas. Aunque no se hacen distingos a la hora de ayudar a la población.

«Les escribo desde nuestra parroquia de La Sagrada Familia, en Gaza, perteneciente al Patriarcado Latino de Jerusalén y que cuenta con unos doscientos católicos. El lugar es conocido por todos, pues además del complejo parroquial hay un colegio que alberga los niños, cristianos y musulmanes, como en una sola familia», afirma el sacerdote del IVE.

«Es ya conocida la tensión que se vive en la franja de Gaza desde el pasado sábado 10 de noviembre y que se ha recrudecido, especialmente a partir del miércoles 14. La situación no ha cambiado, más bien empeora con el paso de los días. El trascurso del tiempo hace que se empiece a sentir cada vez más la presión que significan los bombardeos continuos, diurnos y nocturnos».

«El estruendo ensordecedor de las bombas, la inseguridad y el miedo hacen que este pueblo padezca una tortura, no solo cruenta, sino también cruel y despiadada en lo espiritual y en lo psíquico. Baste por el ejemplo, el caso de una niña de nuestra parroquia que padece de una crisis nerviosa a causa de los bombardeos. No es ella el primer caso, es simplemente uno de tantos. Cabe recordar aquí a la niña Cristina Wadi Al Turk, cristiana muerta durante la guerra del 2008-2009, por causa de un ictus cardíaco debido al frío y el miedo!.

«El atento lector se preguntará: ¿Como está la gente? ¿Qué experimenta?… La gente está asustada, y no puede ser de otro modo. Los misiles no entienden de ética ni de moral, no diferencian entre joven o anciano, cristiano o musulmán, varón o mujer… Simplemente caen y destruyen. Cuando se escuchan los aviones y la posterior descarga de los misiles, experimentan una congoja interior muy grande y, algunos, el alivio de no haber sido alcanzado por los mismos. Y siempre la constante pregunta: “¿Hasta cuándo?”. El común de la gente no quiere otra cosa sino, simplemente, vivir sus vidas. ¡Decimos entonces: dejad, pues, a Gaza vivir en paz!».

«Nos preguntan por los cristianos que sufren. Sufren si, por ser cristianos, pero también sufren por ser palestinos. Si como palestinos padecen la injusta agresión a la par que sus hermanos musulmanes, como cristianos se resignan y se encomiendan a la divina providencia de Dios Padre, con un simple AlHamdu lil’a: ¡laus Deo! Allí se entiende esa extraordinaria fortaleza en el sufrimiento que los caracteriza y que tanto edifica».

«Y, ¿ustedes misioneros? Nosotros gracias a Dios estamos bien. Nuestra misión es estar junto a los cristianos de Gaza. Acompañarlos, llevar junto con ellos esta cruz. Así es que los llamamos por teléfono, los animamos y consolamos, al tiempo que les enseñamos el verdadero sentido del dolor cristiano, es decir, esa participación en los dolores de Cristo. Y este gesto nuestro, lo reconocen, lo valoran y lo agradecen. Incluso, lo piden: ‘no se vayan’… ‘entendemos que se tengan que ir, pero mejor sería que se queden con nosotros’… estas y otras muchas son las frases que nos dicen nuestros parroquianos. Y esto porque, el solo hecho de saberse acompañado en el dolor es ya un enorme alivio. Pues bien, esa es nuestra tarea».

«Sería largo, sin embargo, describir cual es la actitud interior del pastor, de los religiosos y misioneros en circunstancias como estas. En la celebración de la Santa Misa, en el silencio de la adoración eucarística, en el rezo del santo rosario, tenemos presentes a todos los que sufren. Se aprende además, a estar preparado en todo momento, a poner el corazón en las cosas del cielo, a pensar las cosas sub ratio aeternitatis. Por cada bomba que cae, una oración se eleva al Buen Dios para que acoja esas pobres almas y tenga piedad de ellas. Y reflexionamos: ¡Cuántas muertes en vano! ¡Cuántos inocentes muertos por una causa que ni conocen! ¡Cuántos huérfanos y viudas por causa de los ataques! … Pues bien, por todos y cada uno de ellos se eleva al cielo una oración».

«No somos pioneros en esto. Consolar y compadecer es oficio de la Iglesia madre, es oficio y tarea también del sacerdote. Y de entre tantos, del padre Manuel Musallam, quien fuera párroco de esta comunidad en tiempos difíciles, tiempos de guerra, y que aun hoy nos acompaña y nos enseña».

«Digno de mención y reconocimiento es el edificante ejemplo de valor y entrega total e incondicionada de las religiosas que están en nuestra parroquia, quienes pudiendo haberse ido prefieren quedarse y llevar esta cruz junto a los demás. Tres son las congregaciones de religiosas presentes en Gaza: Las Hermanas del Rosario, Las Hermanas de la Caridad y Las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matara. Sus rezos y oraciones son una bendición y Dios sabrá recompensarles tanta generosidad».

«Para finalizar, recordar lo tremendo que es una guerra. En una guerra nadie gana. Diría más bien, se pierde. Cada una de las partes deberá pagar, a modo suo, las consecuencias de una guerra. Consecuencias de todo tipo, incluso la consecuencia de haber perdido lo más propio del hombre: “la humanidad”.

«Que Nuestro Señor Jesucristo, ‘príncipe de la paz’ y Dios misericordioso, proteja a este pueblo, que lo acogió en su huida a Egipto, que ilumine a sus gobernantes y lo bendiga con el don de la paz». «Nos encomendamos a vuestras oraciones, en Cristo y María Santísima».

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ZENIT Staff

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