«Dejad que nuestros sacerdotes de tierras de misión vuelvan a su país»

Nuncio en Guinea: «Son muy valiosos para el anuncio del Evangelio»

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ROMA, 13 junio 2001 (ZENIT.org).- «Es un escándalo retener en Europa a los sacerdotes africanos, cuando en las tierras de misión tenemos necesidad vital de alimentar a las Iglesias que están creciendo».

No usa paños calientes el arzobispo Alberto Bottari De Castello para explicar los numerosos casos de sacerdotes africanos y asiáticos que trabajan en Occidente, denunciada este martes por la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, que ha llevado a escribir una Instrucción vaticana Zenit, 12 de junio de 2001.

En su opinión quien no anima con firmeza a los sacerdotes a volver a su país de origen no conoce la durísima realidad del cristianismo en Africa y en Asia.

El arzobispo Bottari ha pasado 12 años como rector del Seminario de Camerún y desde hace tres es nuncio en Guinea, con competencias en Gambia, Liberia y Sierra Leona.

En los países en los que es nuncio monseñor Bottari, los católicos son el 1 o el 2% de la población y en consecuencia el número de ordenaciones es reducido. Este año, en Guinea, han sido ordenados dos sacerdotes, lo que es muchísimo en estas latitudes.

«Sin embargo, cuando era rector en Camerún –explica al diario de los católicos italianos, Avvenire–, hemos tenido muchas veces dificultades similares a las que subraya el documento del cardenal Jozef Tomko–. Recuerdo que un sacerdote, enviado a Roma para perfeccionar los estudios, hacía todo lo posible para retardar su regreso. Otro, en cambio, que todavía está en Europa, ha pedido varias veces a su obispo prolongar la permanencia lejos de Africa».

La culpa evidentemente si es de alguien no es sólo de los jóvenes sacerdotes, sino de la situación que encuentran en el país de acogida. Algunas parroquias europeas los incorporan con gusto a su labor pastoral.

«Sí, es una tendencia que conocemos. Estas diócesis sin embargo –añade el nuncio– no se dan cuenta de que, para resolver un pequeño problema suyo, nos crean a nosotros uno inmenso. En África, pero también en otras regiones del tercer mundo, un solo sacerdote es un patrimonio insustituible. No podemos prescindir de ninguno».

«Sólo ellos están preparados para comprender en profundidad la mentalidad africana y de desenvolverse entre cultos y creencias que para nosotros los europeos son difícilmente descifrables», puntualiza monseñor Bottari.

Por último, el arzobispo hace un llamamiento a las Universidades pontificias y a otras instituciones académicas católicas para que den una formación específica a estos jóvenes de los países de misión.

«Quizá deberíamos dejar la línea intelectualista y apuntar a lo esencial de la formación», sugiere. Según él, la solución pasa por «abrir una Universidad Católica en Guinea de la que estamos hablando desde hace tiempo. Serviría también para Senegal, Costa de Marfil y otros países de la región. Ojalá no tengamos que esperar demasiado».

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ZENIT Staff

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