«Desaliento» y «cansancio», los peligros del misionero; según el Papa

Se encuentra con los superiores y superioras de los misioneros consagrados

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CIUDAD DEL VATICANO, 31 mayo 2002 (ZENIT.org).- «Desaliento», «cansancio», «rutina», «aridez espiritual» son los riesgos más grandes del misionero, según Juan Pablo II.

El pontífice afrontó este viernes los desafíos personales de estos hombres y mujeres que han decidido entregar su vida para anunciar a Cristo en tierras para ellos desconocidas al encontrarse con los superiores y superioras de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica dedicadas particularmente a las misiones.

Ha sido la primera reunión de estas características organizada por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cuyo prefecto es el cardenal Crescenzio Sepe, del 27 al 31 de mayo con la participación de 240 superiores generales de familias religiosas.

«La misión ciertamente es exigente y, frente a los problemas, las molestias, las incomprensiones, al descenso de las vocaciones misioneras consagradas de por vida, podría asomarse la tentación del desaliento y del cansancio», dijo el Papa a los superiores.

«Podrías contagiaros con el peligro de la rutina cotidiana y de una cierta aridez espiritual» añadió.

Para poder «resistir ante estos riesgos», el Santo Padre aconsejó a los misioneros y misioneras buscar «en la unión profunda con Dios el vigor para superar todo obstáculo».

«El Señor está siempre con nosotros, en los momentos de intensidad espiritual y de «cosecha de frutos», al igual que en los momentos del cansancio y el dolor de la «siembra»».

Por último, el pontífice recordó que la misión no es algo opcional para los consagrados.

«Dado que la dimensión misionera forma parte de la naturaleza misma de la Iglesia, no pude ser ciertamente facultativa para los religiosos y las religiosas», afirmó el Papa.

«Se puede decir –insistió–, que el carácter misionero forma parte del corazón mismo de toda forma de vida consagrada».

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ZENIT Staff

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