Desarme nuclear, una “buena noticia” para la Santa Sede

Reacción del portavoz vaticano ante la firma del Start-2

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 11 de abril de 2010 (ZENIT.org). – Una «buena noticia». Con estas palabras ha acogido la Santa Sede la firma del tratado Start-2 entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia para la reducción de armamentos nucleares estratégicos.

La firma tuvo lugar el 8 de abril en la sala española del Castillo presidencial de Praga, donde el Papa se dirigió al Cuerpo Diplomático el 26 de septiembre pasado para exigir «nuevos modelos en la vida pública y de solidaridad entre naciones y pueblos, sin los cuales el futuro de justicia, paz y prosperidad» quedará sin respuesta.

El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en el editorial del último número de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano, considera que desde este punto de vista expuesto por el Papa el tratado Start-2 «es una buena noticia».

De hecho, constata, con él «se supera una situación de estancamiento y se reanuda el camino hacia la reducción y –esperamos– la eliminación de los arsenales bélicos más peligrosos».

El tratado limita el número de cabezas nucleares desplegadas a 1.550, el de portadores (misiles en tierra, en submarinos y a bordo de bombarderos estratégicos) a 700 y las unidades desde donde son disparadas (lanzaderas, sumergibles y aviones) a 800, tanto si están activas como si no. Supone, por tanto, una disminución de las ojivas atómicas del 30% con respecto al Dsnp y del 74% en relación con el Start-1.

Las armas nucleares permitidas por el tratado «siguen siendo suficientes para destruir nuestro planeta, pero su número es inferior al de los tiempos de la carrera de armamentos nuclear sin límites, inútil y loca».

«Hablar de paz, de confianza, y de solidaridad, cuando todavía se calibran miles de cabezas nucleares potentísimas es probablemente optimista, pero el camino es el adecuado, y es urgente continuar recorriéndolo», reconoce el padre Lombardi.

«De este modo –subraya–, hay más credibilidad para hablar de no proliferación nuclear a los demás países con ambiciones nucleares, y se pueden destinar recursos económicos, científicos y humanos inmensos a las necesidades más urgentes de la humanidad y de su desarrollo».

«Todo esfuerzo en este sentido debe ser alentado y la Iglesia siempre estará de parte de los agentes de paz», concluye.

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ZENIT Staff

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