Desarrollo duradero: se debe facilitar el acceso a las técnicas

Intervención de monseñor Follo, observador vaticano ante la UNESCO

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PARÍS, viernes, 16 abril 2010 (ZENIT.org).- “Nuestros problemas globales necesitan respuestas globales, y el acceso a las técnicas y a los métodos debe ser facilitado a todos los hombres”, declaró monseñor Francesco Follo, observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Lo dijo en su intervención del 9 de abril en la Asamblea Plenaria del Consejo Ejecutivo de este organismo, sobre “Educación y Desarrollo duradero”, en París.

El representante vaticano subrayó que la Santa Sede “desea hacer su aportación a la reflexión sobre las formas de educación y de formación que vayan a responder a los desafíos del tiempo presente y futuro”.

Para monseñor Follo, “los problemas más evidentes residen en los desafíos técnicos que nos esperan en un contexto de crisis del medio ambiente global”.

Subrayó dos series de problemas. Por una parte, la sobreexplotación “de los recursos naturales consumiéndolos por intereses económicos a corto plazo, y sin ser capaces de evaluar las consecuencias de esta sobreexplotación para las generaciones futuras”.

Y, por otra parte, “la destrucción cada vez más extendida del medio ambiente que se convierte en materia de preocupación para todos los países. Ciertas intervenciones en el equilibrio ecológico se volverán contra la humanidad, y a veces cruelmente. En consecuencia, es necesario desarrollar cada vez más estrategias para controlar mejor las repercusiones de nuestra gestión de la economía”.

En este contexto, “el lugar de la educación y de la formación es inmenso”. Monseñor Follo citó las palabras de Benedicto XVI a Mary Ann Glendon, presidenta de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, a propósito de la XIII sesión plenaria, el 28 de abril de 2007: “Todo lo que la tierra produce, y todo los que el hombre transforma y produce, todo su conocimiento y su tecnología, están destinados al desarrollo material y espiritual de la familia humana y de todos sus miembros”.

“Nuestros problemas globales –subrayó monseñor Follo- necesitan respuestas globales, y el acceso a las técnicas y a los métodos debe ser facilitado para todos los hombres. Así  son también las inmensas potencialidades intelectuales de los hombres que hasta ahora no han podido encontrar el acceso a la formación y al conocimiento que podrían desarrollarse en beneficio de toda la humanidad”.

Denunció los “problemas sociales” subyacentes : “la distribución injusta de las tierras y del capital perpetúa una disfunción técnica que repercute al mismo tiempo en los países ricos, lo que sigue siendo el mayor escándalo de nuestro tiempo”.

Señaló una prioridad : “Es importante que los niños, los adolescentes y los adultos redescubran la solidaridad” y se congratuló de las iniciativas de la UNESCO que van en este sentido. Pero monseñor Follo diagnosticó también las “cuestiones morales” y “religiosas”.

Se centró luego en la noción de “durabilidad”, lo que implica la “racionabilidad”. En este campo también indicó el apoyo de la Santa Sede a “la acción del Sector de Ciencias Naturales de la UNESCO y de todos sus programas”, como los de geología, el MAB (hombre y biosfera), de la COI (océanos), el PHI (agua) “que trabajan en la formación de los estudiantes” y “contribuyen al desarrollo de los países, en las dimensiones ecológicas, sociales y económicas”.

La Santa Sede impulsa, añadió monseñor Follo, “los programas educativos que van en el sentido de la coherencia de los saberes: por ejemplo, propone que los científicos y los ingenieros reciban cursos de filosofía con el fin de aprender también a razonar en abstracto”. Propone igualmente “que las formaciones filosóficas y literarias integren en su programa el razonamiento analítico de los científicos”.

Citó por ejemplo el “Proyecto STOQ” (Ciencia, Tenología y Cuestión Ontológica) que tiene como objetivo “promover el diálogo entre ciencias, filosofía y teología y de dar cuenta de la visión cristiana de la persona y de la sociedad en función de los desafíos teóricos, éticos y culturales”.

“En el momento en que los hombres comprenden que el mundo es mucho más que la tierra que trabajan con sus conceptos técnicos y económicos, sus horizontes estrechos se extienden a las cuestiones que les preocupan. Deberemos darnos cuenta de que el verdadero realismo no puede aparecer sino cuando el hombre está preparado para verse desde el futuro, un futuro que le trasciende”, concluyó monseñor Follo.

Por Anita S. Bourdin, traducido del francés por Nieves San Martín
 


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ZENIT Staff

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