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Domingo 27 de diciembre de 2015

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Homilía del papa Francisco en la fiesta de la Sagrada Familia

Texto completo. El Santo Padre pide que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado en el que se experimenta la alegría del perdón

En el marco del Jubileo de las Familias, celebrado con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia en la basílica de San Pedro, el papa Francisco señaló este domingo la misión de la célula fundamental de la sociedad sobre la cual se construyen los Estados y la Iglesia.

Durante su homilía, el Pontífice destacó el papel formativo que desempeña la familia especialmente en lo que se refiere a la fe, la oración y el perdón. Además, invitó a caminar juntos a los padres y a los hijos, para alcanzar la misma meta.

A continuación, publicamos las palabras del Santo Padre:

Las Lecturas bíblicas que hemos escuchado nos presentan la imagen de dos familias que hacen su peregrinación hacia la casa de Dios. Elcaná y Ana llevan a su hijo Samuel al templo de Siló y lo consagran al Señor (cf. 1 S 1,20- 22,24-28). Del mismo modo, José y María, junto con Jesús, se ponen en marcha hacia Jerusalén para la fiesta de Pascua (cf. Lc 2,41-52).

Podemos ver a menudo a los peregrinos que acuden a los santuarios y lugares entrañables para la piedad popular. En estos días, muchos han puesto en camino para llegar a la Puerta Santa abierta en todas las catedrales del mundo y también en tantos santuarios. Pero lo más hermoso que hoy pone de relieve la Palabra de Dios es que la peregrinación la hace toda la familia. Papá, mamá y los hijos, van juntos a la casa del Señor para santificar la fiesta con la oración. Es una lección importante que se ofrece también a nuestras familias. Es más, podemos decir que la vida de la familia es un conjunto de pequeñas y grandes peregrinaciones.

Por ejemplo, cuánto bien nos hace pensar que María y José enseñaron a Jesús a decir sus oraciones, y esta es una peregrinación, la peregrinación de la educación a la oración. Y también nos hace bien saber que durante la jornada rezaban juntos; y que el sábado iban juntos a la sinagoga para escuchar las Escrituras de la Ley y los Profetas, y alabar al Señor con todo el pueblo. Y, durante la peregrinación a Jerusalén, ciertamente han rezado cantando con las palabras del Salmo: «¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén» (122,1-2).

Qué importante es para nuestras familias peregrinar juntos, caminar juntos para alcanzar una misma meta. Sabemos que tenemos un itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con dificultades, pero también con momentos de alegría y de consuelo. En esta peregrinación de la vida compartimos también el tiempo de oración. ¿Qué puede ser más bello para un padre y una madre que bendecir a sus hijos al comienzo de la jornada y cuando concluye? Hacer en su frente la señal de la cruz como el día del Bautismo. ¿No es esta la oración más sencilla de los padres para con sus hijos? Bendecirlos, es decir, encomendarles al Señor, –como hicieron Elcaná y Ana, José y María– para que sea él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día. Qué importante es para la familia encontrarse también en un breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por estos dones, y para aprender a compartir lo que hemos recibido con quien más lo necesita. Son pequeños gestos que, sin embargo, expresan el gran papel formativo que la familia desempeña en la peregrinación de todos los días.

Al final de aquella peregrinación, Jesús volvió a Nazaret y vivía sujeto a sus padres (cf. Lc 2,51). Esta imagen tiene también una buena enseñanza para nuestras familias. En efecto, la peregrinación no termina cuando se ha llegado a la meta del santuario, sino cuando se regresa a casa y se reanuda la vida de cada día, poniendo en práctica los frutos espirituales de la experiencia vivida. Sabemos lo que hizo Jesús aquella vez. En lugar de volver a casa con los suyos, se había quedado en el Templo de Jerusalén, causando una gran pena a María y José, que no lo encontraban. Por su «aventura», probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos suponer. La pregunta de María, además, manifiesta un cierto reproche, mostrando claramente la preocupación y angustia, suya y de José. Al regresar a casa, Jesús se unió estrechamente a ellos, para demostrar todo su afecto y obediencia. También forman parte de la peregrinación de la familia estos momentos que, con el Señor, se transforman en oportunidad de crecimiento, en ocasión para pedir perdón y recibirlo, de demostrar el amor y la obediencia.

Que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado de esta peregrinación en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio. Pobres de nosotros, si Dios no nos perdonase. En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no obstante los errores que se puedan cometer.

No perdamos la confianza en la familia. Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón. Os encomiendo a vosotras, queridas familias, esta peregrinación doméstica de todos los días, esta misión tan importante, de la que el mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca.

 

Francisco: «No perdamos la confianza en la familia»

En la celebración del Jubileo de las Familias, el Santo Padre explicó este domingo que la vida familiar es un conjunto de pequeñas y grandes peregrinaciones

El papa Francisco presidió este domingo –a las 10 de la mañana– la Misa por la fiesta de la Sagrada Familia y el Jubileo de las Familias. “No perdamos la confianza en la familia. Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón”. Esta fue la idea central del Pontífice durante la homilía que pronunció en la basílica de San Pedro. 

Frente a muchas familias romanas y numerosos peregrinos venidos de diferentes países, el Santo Padre afirmó que “tenemos un itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con dificultades, pero también con momentos de alegría y de consuelo”. “Podemos decir que la vida de la familia es un conjunto de pequeñas y grandes peregrinaciones”, destacó.

Así, Francisco preguntó a los presentes: “¿Qué puede ser más bello para un padre y una madre que bendecir a sus hijos al comienzo de la jornada y cuando concluye?”. “Hacer en su frente la señal de la cruz como el día del Bautismo”, dijo. “¿No es esta la oración más sencilla de los padres para con sus hijos?”, prosiguió. “Bendecirlos, es decir, encomendarles al Señor, –como hicieron Elcaná y Ana, José y María– para que sea él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día”, insistió. 

“Qué importante es para nuestras familias peregrinar juntos, caminar juntos para alcanzar una misma meta”, aseguró. “Qué importante es para la familia encontrarse también en un breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por estos dones, y para aprender a compartir lo que hemos recibido con quien más lo necesita”, añadió. 

“Son pequeños gestos que, sin embargo, expresan el gran papel formativo que la familia desempeña en la peregrinación de todos los días”, explicó. “Os encomiendo a vosotras, queridas familias, esta peregrinación doméstica de todos los días, esta misión tan importante, de la que el
mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca”, subrayó.

Al término de sus palabras, el Papa pidió “que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado de esta peregrinación en el que se experimenta la alegría del perdón”. “El perdón –indicó– es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio”. “Pobres de nosotros, si Dios no nos perdonase”, enfatizó. “En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no obstante los errores que se puedan cometer”, concluyó.

Se trató de una celebración muy familiar, ya que había muchos niños pequeños durmiendo en brazos de sus padres o sus madres y se pudieron escuchar algunos lloros ocasionales.

Además, cabe destacar la hermosa decoración floral en torno al altar y el acompañamiento musical del coro de la Capilla Sixtina. Como en otros grandes eventos jubilares, las lecturas y las ofrendas corrieron a cargo de los participantes en la Eucaristía.

Homilía del papa Francisco en la fiesta de la Sagrada Familia

 

El Papa en el ángelus: 'La Sagrada Familia es una auténtica escuela del Evangelio'

Texto completo. El Santo Padre afirmó este domingo que la familia está sometida a incomprensiones y dificultades de varios tipos que la debilitan

En la fiesta de la Sagrada Familia, el papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro. Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo después de escuchar un tradicional villancico italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Que bien cantan estos chicos, ¿eh? Son buenos.

En el clima de alegría que es propio de la Navidad, celebramos en este domingo la fiesta de la Sagrada Familia. Vuelvo a pensar en el gran encuentro de Filadelfia, en septiembre pasado; en las muchas familias encontradas en los viajes apostólicos, y en las de todo el mundo. Quisiera saludarlas a todas con afecto y reconocimiento, especialmente en este tiempo nuestro, en el que la familia está sometida a incomprensiones y dificultades de varios tipos que la debilitan.

El Evangelio de hoy invita a las familias a acoger la luz de esperanza que proviene de la casa de Nazaret, en la cual se ha desarrollado en la alegría la infancia de Jesús, el cual –dice san Lucas– “crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres”. El núcleo familiar de Jesús, María y José es para todo creyente, y en especial para las familias, una auténtica escuela del Evangelio. Aquí admiramos el cumplimiento del plan divino de hacer de la familia una especial comunidad de vida y de amor. Aquí aprendemos que todo núcleo familiar cristiano está llamado a ser “iglesia doméstica”, para hacer resplandecer las virtudes evangélicas y llegar a ser fermento de bien en la sociedad. Los rasgos típicos de la Sagrada Familia son: recogimiento y oración, mutua comprensión y respeto, espíritu de sacrificio, trabajo y solidaridad.

Del ejemplo y del testimonio de la Sagrada Familia, cada familia puede extraer indicaciones preciosas para el estilo y las opciones de vida, y puede sacar fuerza y sabiduría para el camino de cada día. La Virgen y san José enseñan a acoger a los hijos como don de Dios, a generarlos y educarlos cooperando de forma maravillosa con la obra del Creador y donando al mundo, en cada niño, una sonrisa nueva. Es en la familia unida donde los hijos alcanzan la madurez de su existencia, su personalidad, viviendo la experiencia significativa y eficaz del amor gratuito, de la ternura, del respeto recíproco, de la comprensión mutua, del perdón y de la alegría.

Quisiera detenerme sobre todo en la alegría. La verdadera alegría que se experimenta en la familia no es algo casual y fortuito. Es una alegría que es fruto de la armonía profunda entre las personas, que hace gustar la belleza de estar juntos, de sostenernos mutuamente en el camino de la vida. Pero en la base de la alegría está la presencia de Dios, su amor acogedor, misericordioso y paciente hacia todos. Si no se abre la puerta de la familia a la presencia de Dios y a su amor, la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos y se apaga la alegría. Sin embargo, la familia que vive la alegría de la vida, la alegría de la fe, la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.

Que Jesús, María y José bendigan y protejan a todas las familias del mundo, para que en ellas reinen la serenidad y la alegría, la justicia y la paz, que Cristo naciendo ha traído como don para la humanidad.

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:

Angelus Domini nuntiavit Mariae…

Al concluir la plegaria, Francisco recordó el sufrimiento de numerosos emigrantes cubanos:

Queridos hermanos y hermanas,

Mi pensamiento se dirige en este momento a los numerosos emigrantes cubanos que se encuentran en dificultades en Centroamérica, muchos de los cuales son víctimas del tráfico de seres humanos. Invito a los países de la región a renovar, con generosidad, todos los esfuerzos necesarios para encontrar una solución oportuna a este drama humanitario.

A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:

Un cordial saludo va ahora a las familias presentes en la plaza. ¡A todas! Gracias por vuestro testimonio. Que el Señor os acompañe con su gracia y os sostenga en vuestro camino cotidiano.

Os saludo a todos vosotros, peregrinos provenientes de todas las partes del mundo. En especial a los jóvenes de la diócesis de Bérgamo que han recibido la Confirmación.

También agradezco a todos los chicos y niños que han cantado tan bien y seguirán haciéndolo… Una canción de Navidad en honor de las familias.

El Obispo de Roma terminó su intervención diciendo:

A todos os deseo un feliz domingo. Os agradezco una vez más vuestras felicitaciones y vuestras oraciones. Y por favor, continuad rezando por mí ¡Buen almuerzo y hasta pronto! 

(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)

 

El Santo Padre pide una solución a la crisis migratoria cubana en Centroamérica

Miles de personas procedentes de la Isla se encuentran varadas en Costa Rica, a la espera de poder continuar su viaje hacia Estados Unidos

El papa Francisco instó este domingo por la mañana a los gobiernos de Centroamérica a que realicen “los esfuerzos necesarios para encontrar una solución oportuna” a la crisis migratoria cubana, que describió como un “drama humanitario”.

“Mi pensamiento se dirige en este momento a los numerosos emigrantes cubanos que se encuentran en dificultades en Centroamérica, muchos de los cuales son víctimas del tráfico de seres humanos”, dijo el Santo Padre desde la ventana del palacio apostólico tras el rezo del Ángelus.

“Invito a los países de la región a renovar, con generosidad, todos los esfuerzos necesarios para encontrar una solución oportuna a este drama humanitario”, añadió el Pontífice.

Miles de cubanos se encuentran varados en Costa Rica, a la espera de poder continuar su viaje hacia Estados Unidos, y después de que Nicaragua decidiera cerrar sus fronteras con el argumento de evitar una crisis humanitaria y la emigración ilegal.

La semana pasada, el Gobierno nicaragüense prop
uso que el Ejecutivo norteamericano traslade por vía aérea a los migrantes directamente desde Costa Rica a Estados Unidos.

Por su parte, las autoridades costarricenses han intentado convencer tanto a Belice como a Guatemala para que permitan llegar a México a los migrantes procedentes de la Isla. Se estima que hay unos cinco mil ciudadanos cubanos retenidos en la frontera.

 

El Papa envía sus condolencias a las víctimas de la explosión en Nigeria

La tragedia ocurrió esta semana en la ciudad de Nnewi, donde decenas de personas murieron a causa de la explosión de un camión en un almacén de gas

El papa Francisco ha enviado un mensaje con sus condolencias a las familias de los fallecidos y los afectados por la tragedia ocurrida esta semana en la ciudad nigeriana de Nnewi, donde decenas de personas murieron a causa de la explosión de un camión en un almacén de gas.

En un comunicado, la Santa Sede informó este domingo de que “el Santo Padre se entristeció profundamente al enterarse de la trágica explosión en una planta de gas en Nnewi, en la que tantas personas murieron o resultaron gravemente heridas”.

El Pontífice “ha enviado sus sentidas condolencias a los familiares de los fallecidos y heridos, a las autoridades y a toda la Nación. Su Santidad, encomendando las almas de los difuntos a la misericordia de Dios, invoca los abundantes dones divinos del consuelo y fortaleza a los que lloran y sobre todos los que han sido afectados por esta tragedia”, añadió la Oficina de Prensa en la nota.

El suceso provocó la muerte de decenas de personas pero además destruyó numerosos edificios y calcinó una cincuentena de vehículos que se encontraban junto a la planta de gas. Entre los afectados por el siniestro se cuentan clientes, trabajadores de la planta, conductores que circulaban por la zona y vecinos cuyas casas han sido derruidas.

 

Francisco lamenta el reciente atentado terrorista en Filipinas

En un telegrama de condolencias, el Pontífice condena el asesinato sin sentido de personas inocentes en Mindanao y aboga por el diálogo, la tolerancia y la paz

El Papa Francisco ha expresado su pesar por las víctimas de un atentado terrorista en Filipinas. El telegrama de condolencias, escrito en inglés y firmado el cardenal Pietro Parolin, ha sido difundido este domingo por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

“El Santo Padre se entristeció profundamente al conocer el asesinato sin sentido de personas inocentes en Mindanao, y envía sus condolencias a las familias de los que perdieron la vida”, señala el mensaje.

“Su Santidad reza para que el orden y la seguridad sean restablecidas para toda la gente en la región, de modo que el diálogo, la tolerancia y la paz puedan permitir a cada persona vivir sin temor”, añade la nota.

Asimismo, el Pontífice “pide a todos los creyentes rechazar la violencia en nombre de Dios que es amor, e invoca abundantes dones divinos de consuelo, piedad y fuerza sobre aquellos que sufrieron esta tragedia”.

Este jueves, 24 de diciembre, el grupo Luchadores por la Libertad Islámica del Bangsamoro (BIFF, por sus siglas en inglés) atacó una aldea cristiana en un centro agrícola en la provincia de Sultán Kudarat, al sur de Filipinas, asesinando al menos a unos siete fieles.

 

El Santo Padre a los jóvenes de Taizé: 'Descubrir el rostro de la misericordia del Padre'

Del 28 de diciembre al 1 de enero, se reunirán en Valencia unos 30 mil chicos y chicas de toda Europa en una nueva etapa de la “peregrinación de confianza a través de la tierra”

El papa Francisco ha dirigido un mensaje al 38° Encuentro Europeo organizado por la Comunidad ecuménica de Taizé, que comienza el próximo lunes en Valencia (España), en el que anima a los más de 30 mil jóvenes participantes previstos a “tener el coraje de la misericordia para estar cerca de las personas más desamparadas”.

En este sentido, el Santo Padre cita de forma especial “a los muchos emigrantes que necesitan nuestra acogida”. Además, el Pontífice invita a los asistentes a que “durante estos hermosos días, en los cuales os reunís en Valencia, rezando y compartiendo, podáis descubrir mejor a Cristo, el rostro de la misericordia del Padre”.

La comunidad ecuménica de Taizé ha elegido esta ciudad española como sede de su próximo encuentro europeo de oración, que tendrá lugar del 28 de diciembre al 1 de enero. La archidiócesis de Valencia ha habilitado la catedral, más de 150 parroquias e iglesias y dos carpas gigantes para acoger a los miles de participantes previstos para la reunión.

Los jóvenes de toda Europa, que tienen edades comprendidas entre los 17 y los 35 años, ya están siendo acogidos en familias y comunidades cristianas de la ciudad y su área metropolitana.

A partir de mañana, los participantes de este encuentro ecuménico vivirán cinco días de oración y diálogo, acogiendo lo diverso y buscando la unidad por encima de la división, en una etapa más de la “peregrinación de confianza a través de la tierra” iniciada por el hermano Roger a finales de los años 70.

A continuación, publicamos el texto íntegro que ha hecho público este domingo la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos jóvenes,

Miles de vosotros os habéis reunido en Valencia, España, con ocasión del 38° Encuentro Europeo organizado por la Comunidad de Taizé. El tema de la misericordia, que os reúne y en el que vais a profundizar durante el 2016 hace que el Papa Francisco se sienta especialmente cercano a vosotros, sobre todo después del inicio del Jubileo de la Misericordia el 8 de diciembre. Es su deseo que “los cristianos puedan reflexionar durante el Jubileo sobre las obras de Misericordia” (Documento de Indicción del Jubileo Extraordinario de la Misericordia). El Santo Padre os agradece de todo corazón que os dediquéis a esta tarea con toda la fuerza creativa y la imaginación de vuestra juventud.

Vosotros queréis también que la Misericordia se manifieste en todas sus formas, incluida su esfera social. El Papa os anima a continuar por este camino y a tener el coraje de la misericordia, el cual os va a guiar no solamente a recibirla vosotros en vuestras vidas, sino también para estar cerca de las personas más desamparadas. Vosotros sabéis que la Iglesia está aquí para toda la humanidad y “allí donde están los cristianos, todos tendrían que encontrar un oasis de misericordia”. Esto es en lo que se pueden convertir vuestras comunidades.

Esto se aplica de manera particular a los muchos emigrantes que necesitan nuestra acogida. El Papa escribió hace algunos meses al Hermano Alois por el centenario del nacimiento del Hermano Roger: “el Hermano Roger amaba a los pobres, a los más desamparados, a los que aparentemente a nadie importan. Él ha demostrado con su vida y la de sus hermanos que la oración va unida con la solidaridad humana”. A través de vuestra práctica de la solidaridad y de la misericordia, podréis vivir esta alegría exigente, rica de significado, a la cual os llama
el Evangelio.

El Santo Padre os desea que durante estos hermosos días, en los cuales os reunís en Valencia, rezando y compartiendo, podáis descubrir mejor a Cristo, “el rostro de la misericordia del Padre”. Él ha hablado ya a través del Profeta Oseas cuando ha transmitido a su pueblo el mensaje “yo deseo misericordia y no sacrificios”.

De todo corazón el Papa Francisco manda su bendición a los jóvenes que participan en el Encuentro, a los Hermanos de Taizé y a todas las familias que acogerán en Valencia y en los alrededores.

Cardenal Pietro Parolin
Secretario de Estado de Su Santidad

 

Santa Catalina (Caterina) Volpicelli – 28 de diciembre

«Esta fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón tenía un amor inmenso a Jesús Sacramentado. Es el sello que ostentan sus numerosas obras. Fue impulsora del primer Congreso Eucarístico Nacional en Nápoles»

Hoy festividad de los Santos Inocentes, la Iglesia celebra también la vida de santa Catalina. «Ser de Cristo, para llevar a Cristo», fueron las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en el transcurso de la homilía el día que fue canonizada por él, sintetizando lo esencial de la vida de esta santa fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón.

Nació en Nápoles, Italia, el 21 de enero de 1839 en el seno de una familia aristocrática. Hasta su adolescencia nada hacía presagiar que su destino fuera ser fundadora y que alcanzaría la santidad. Había recibido una educación esmerada en consonancia con su posición social, y no ocultó su dilección por las fugaces seducciones de una vida acomodada que la envolvía en ciertos oropeles. En el Colegio Real de San Marcelino había tenido el privilegio de ser formada por la que sería cofundadora de las Hermanas Franciscanas Elisabettiane Bigie, Margarita Salatino. Dominaba varios idiomas y se ejercitó en la música, completando el estudio de las letras. Las vanidades y anhelos de poseer un brillo más fulgurante que el de su hermana desaparecieron súbitamente al recibir respuesta a su frecuente pregunta: «Señor, ¿qué quieres que haga?», que formulaba ante el «Ecce Homo» instalado en su casa. La urgencia divina se manifestaba sobre ella protegiéndola y rescatándola de lo efímero, al tiempo que la predisponía a emprender un nuevo camino.

Tenía 15 años cuando conoció a san Ludovico de Casoria, y él le sugirió que acudiera a la Orden Franciscana Seglar, infundiéndole singular amor al Sagrado Corazón de Jesús, una devoción que mantuvo viva hasta que exhaló el último suspiro. El beato le decía. «Caterina, el mundo te atrae, pero Dios vence […]. Llegará un día en el que cerrarás todos los libros y Jesús te abrirá su corazón donde la primera página, la segunda y las demás no dirán otra cosa que Amor… Amor… Amor»Estaba convencido de que la joven podía hacer inmenso bien. Además, su privilegiado estatus social le permitiría convertirse en «pescadora de almas». Y no erró en su juicio. Oración, mortificación, lectura del evangelio y obras de místicos, fueron el alimento de la santa.

En 1859 por influjo de su confesor, padre Leonardo Matera, ingresó en las Adoradoras perpetuas de Jesús Sacramentado. Pero no era su destino permanecer junto a ellas. Graves problemas de salud se interpusieron en el camino, y tuvo que dejar esta vía. El vaticinio del padre Ludovico que le había dicho: «El Corazón de Jesús, oh Catalina, ¡ésta es tu obra!», se abría paso en su acontecer. Su confesor puso en sus manos la hoja «Le Messager du Coeur de Jesús» editada por el Apostolado de la Oración, y Catalina no se lo pensó dos veces. Dirigió una carta al padre Enrique Ramière, máximo responsable de este movimiento en Francia, y éste le entregó el diploma de celadora al tiempo que le proporcionaba la información que solicitó.

La espiritualidad subyacente al apostolado fue el germen de la fundación que la santa impulsó en Nápoles. En el estío de 1867 el padre Ramière visitó la que sería sede de las actividades apostólicas, Largo Petrone en La Salud. El objetivo de la obra que estaba a punto de fundar sería adorar a Cristo Sacramentado con el anhelo de transmitir la noticia de su inmenso amor a todos, con especial dilección por los que sufren. El cardenal de Nápoles, siervo de Dios Sforza, que vio en el movimiento una novedad dentro de una época de intensa convulsión social, política y eclesial, aprobó el naciente Instituto de «Esclavas del Sagrado Corazón» que Catalina había puesto en marcha junto a doce mujeres en 1874.

Los primeros momentos fueron difíciles. Hubo incomprensiones por parte de miembros de la Iglesia, y la fundación fue vista con recelos por la masonería que pensaba que las religiosas atentaban contra sus intereses. Ignoraban que el único afán de Catalina y de sus hermanas era llevar el amor del Corazón de Cristo por doquier. Incansable apóstol, rebosante de caridad hacia su prójimo, creó la Asociación de las Hijas de María, un asilo para huérfanas, y una biblioteca de carácter circulante, vehículo que facilitaría a cualquier interesado su acceso a la cultura. En 1884 durante la epidemia de cólera se volcó en los damnificados. Ese año fue consagrado el santuario dedicado al Sagrado Corazón de Jesús mandado erigir por Catalina para la adoración reparadora solicitada por el papa; un instrumento apostólico para difusión del evangelio y de ayuda a la Iglesia.

Catalina abrió nuevas casas, alentó y participó en el primer Congreso Eucarístico Nacional realizado en Nápoles en 1891, que culminó con la confesión y comunión de los participantes. Por influjo de esta santa se produjeron grandes conversiones. Entre otras, la del beato Bartolomé Longo que había sido afín al espiritismo y a la superstición. Catalina murió en Nápoles el 28 de diciembre de 1894, ofreciendo sus sufrimientos por la Iglesia y por el papa. Juan Pablo II la beatificó el 29 de abril de 2001. Y Benedicto XVI la canonizó el 26 de abril de 2009.

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ZENIT Staff

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