Desciende el número de conflictos militares

Nuevos informes dan cierta base al optimismo

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COLLEGE PARK, Maryland, sábado, 9 julio 2005 (ZENIT.org).- A pesar de los temores sobre la inseguridad global, sigue bajando el número de conflictos armados. El 1 de junio el Center for International Development and Conflict Management, de la Universidad de Maryland, publicaba una visión de la situación mundial.

Escrito por Monty Marshall y Ted Robert Gurr, el informe, «Peace and Conflict 2005: A Global Survey of Armed Conflicts, Self-Determination Movements, and Democracy» (Paz y Conflicto 2005: Un Examen Global de los Conflictos Armados, los Movimientos de Autodeterminación, y la Democracia), presenta algunas tendencias positivas. Entre ellas:

– Un descenso en el número a nivel mundial de conflictos armados, tras los máximos de principios de los años noventa. Las grandes guerras bajaron de 12, a finales del 2002, a 8, a principios del 2005. Y, según los cálculos del informe, la intensidad en general de las guerras en el mundo ha descendido más de un 60% desde los máximos registrados a mediados de los ochenta, cayendo a finales del 2004 a su nivel más bajo desde finales de los cincuenta. A principios del 2005 había 18 países con grandes conflictos armados en curso, y en dos de estos había dos guerras en curso, de un total de 20 conflictos armados en el mundo.

– La mayoría de los regímenes democráticos establecidos durante los años ochenta y noventa ha perdurado a pesar de las crisis políticas y económicas. Además, ha habido un aumento en la actividad de las fuerzas populares, como en Bolivia, Georgia, Filipinas y Ucrania, que promueven principios democráticos y el respaldo a líderes responsables.

– En Oriente Medio, la democracia en Afganistán e Irak ha ganado apoyo, y se han dado pasos hacia la reforma política en otras autocracias árabes.

– Las guerras de independencia basadas en motivaciones étnicas, una significativa amenaza para la paz civil en los años noventa, han seguido descendiendo en número hasta su nivel más bajo desde 1960. En el periodo 2001-2004, los 13 conflictos más importantes por la autodeterminación se estancaron o contuvieron, compensados por media docena de nuevos o renovados conflictos.

– Ha descendido significativamente la represión y la discriminación política contra las minorías étnicas, coincidiendo con el dramático descenso de los regímenes autocráticos desde últimos de los ochenta. Desde 1950, el número de minorías que se han beneficiado de políticas destinadas a remediar la discriminación política del pasado se ha multiplicado por cinco.

El informe advertía: «Estas tendencias positivas no son garantía para un optimismo irresponsable sobre el futuro de la paz mundial». Por ejemplo, no hay garantías de que las estrategias que han causado las recientes mejoras sirvan en el futuro, afirmaba el informe. Además, existen dificultades a la hora de lograr el nivel de cooperación internacional necesario para superar los desafíos de la paz.

Tendencias regionales
El informe utiliza un sistema de banderas rojas y amarillas para llamar la atención sobre las áreas de potencial conflicto. La edición de 2005 da una bandera roja a 31 de los 161 países examinados, por debajo de los 34 del informe de 2003. Diecisiete países africanos se llevan la bandera roja. Otros puntos peligrosos son Armenia, Camboya, Haití, Irán, Líbano y Pakistán.

Otros 51 países son señalados con banderas amarillas, de los que 19 están en el África subsahariana, 10 en África del Norte y Oriente Medio, y 12 en la región de Asia-Pacífico. Resumiendo, el informe observa, «que la mitad de los países del mundo tienen graves deficiencias que exigen supervisión y gestión internacional».

Una de las regiones particularmente preocupantes es África. «Los países africanos tienen por lo general una baja capacidad de gestión de conflictos y, en el 2005, siguen haciendo frente a graves y complejos desafíos para la paz y estabilidad», indicaba el informe. Sin embargo, se observa que se han hecho progresos en el aumento de la cooperación regional. Además, existen importantes diferencias dentro de la región.

Además, una de las cosas que distingue África de otras regiones del mundo es la juventud de sus sistemas políticos, indicaba el informe. Todos menos cuatro de los 50 países africanos han obtenido su independencia en la segunda mitad del siglo XX. «La construcción del estado no es una tarea simple», observa el informe, «y la construcción de un estado moderno y viable se ha visto aquejada en todas partes, y en todas las épocas, por enormes dificultades».

Se considera que los países musulmanes tienen un perfil comparable al de los países africanos, con un gran número de fuentes de potencial conflicto. A diferencia de África, sin embargo, los conflictos armados en las zonas musulmanas han descendido más de un 60% desde 1991, una tendencia similar a la reducción mundial general.

Asia es también una zona con problemas. Junto con África, cuenta con la mayoría de los principales conflictos armados del mundo desde el fin de la Guerra Fría.

En Sudamérica, algunos países se han visto afectados por crisis económicas y financieras que han llevado a demostraciones de masas y a las dimisiones de líderes electos. Al contrario que en el pasado, esta vez las fuerzas armadas normalmente se han quedado al margen, observaba el informe.

Terrorismo
El informe observaba que el terrorismo, aunque recibe una gran atención de los medios, causa relativamente pocas muertes en comparación con otros conflictos. Ha habido 10 incidentes en los últimos 7 años que han causado más de 100 muertos. Durante los años 90 había cerca de 300 muertes al año causadas por el terrorismo internacional y 3.000 al año por actos de terrorismo local.

En contraste, ha habido más de 300.000 muertes al año en conflictos armados en los años 90. La mayoría de las víctimas eran no combatientes. El informe reconoce el potencial de peligro si los terroristas obtienen armas de destrucción masiva, pero la probabilidad de que esto ocurra resulta difícil de evaluar.

En general, concluye el informe, aunque el terrorismo causa mucho miedo, «nuestros mayores temores pueden hacerse realidad cuando el estado se convierte en terrorista, o cuando las poderosas armas creadas por el estado caen en manos de malhechores».

Próximos desafíos

El informe también subraya algunos desafíos que se presentarán en el futuro. Éstos incluyen:

– La herencia de sociedades heridas y estados malogrados que emergen de años de conflicto destructivo.

– El remanente abandonado de personal y material de guerra que amenaza el mercado global. Esto no sólo aprovisiona al crimen organizado sino que en general crea problemas de seguridad.

– La formación de guetos en grandes áreas del mundo, donde se deterioran las condiciones sociales que marginan a poblaciones enteras y limitan gravemente su acceso a los beneficios de la economía global.

– La grave desigualdad en la distribución de la riqueza y los recursos que contribuye a que se mantengan regímenes autocráticos y aumenten el terrorismo y las insurrecciones en el mundo musulmán.

– La responsabilidad y transparencia de los regímenes de posguerra y la puesta en marcha de acuerdos de paz e integración de las poblaciones desarraigadas.

Benedicto XVI, en su alocución del 12 de mayo al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, hablaba de sus propios orígenes al haber vivido en un país asolado por la guerra. Indicaba: «Soy particularmente sensible al diálogo entre todos los hombres, para superar toda forma de conflicto y tensión, y para hacer que nuestra tierra sea una tierra de paz y fraternidad».

Animaba a los cristianos y a los líderes políticos a combinar sus esfuerzos para «construir una sociedad pacífica, para vencer la tentación de enfrentamientos entre
culturas, etnias y mundos diferentes».

El Papa observaba que la Iglesia sigue proclamando y defendiendo los derechos humanos fundamentales, que a menudo siguen siendo violados en muchas regiones. Y aseguraba: «que la Iglesia católica, en el ámbito y con los medios que son propios de ella, seguirá ofreciendo su colaboración con vistas a la salvaguardia de la dignidad de todo hombre y al servicio del bien común».

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ZENIT Staff

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