Desde Aparecida a la misión

Editorial del portavoz vaticano

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ROMA, domingo, 3 junio 2007 (ZENIT.org).- «El camino abierto por el gran discurso de Benedicto XVI el 13 de mayo ha dado sus primeros frutos», reconoce el portavoz vaticano recién concluida la V Conferencia General de los Obispos de Latinoamérica y del Caribe (celebrada en Aparecida, Brasil).

 

«Decimos «primeros» porque los verdaderos frutos deberán llegar de ahora en adelante en la vida de la Iglesias del Continente. Pero el impulso y la dirección son motivo de gran confianza», subraya el padre Federico Lombardi S.I., director de la Sala de Prensa de la Santa Sede.

 

En su editorial de la última cita de «Octava Dies» -semanario producido por el «Centro Televisivo Vaticano» (del que es también director) y difundido por canales católicos de televisión de todo el mundo-, el sacerdote contempla la gran cita eclesial, clausurada el pasado jueves. «Naturalmente -apunta-, quien esperase novedades extraordinarias se habrá quedado desilusionado».

 

«Pero lo que cuenta es el sentido vivo de la identidad de la comunidad eclesial que se compromete en una nueva «misión continental», cuyas prioridades claras son: el anuncio del Reino de Dios y la promoción humana», recalca.

 

En la reflexión de los obispos del Continente «han estado bien presentes» «los grandes desafíos del tiempo» -comenta el padre Lombardi-, tales como «la dificultad en la transmisión de la fe, la globalización» o la «injusticia estructural».

 

En este contexto, «a partir de la fe en Jesucristo, que nos revela el amor de Dios Padre, las comunidades eclesiales se deben renovar en su pastoral y en su testimonio de vida cristiana», añade.

 

Como explica el portavoz vaticano, «la «opción preferencial por los pobres» -que Benedicto XVI había declarado «implícita en la fe en un Dios que se ha hecho pobre por nosotros»- se declara de nuevo en voz alta, introducida en un horizonte de compromisos de amplio radio, que van desde la promoción de la justicia internacional a la defensa del matrimonio, de la familia, de la vida y de la creación».

 

Se trata, por lo tanto, de una evangelización «encarnada e inculturada, que reabra a los jóvenes -a esos jóvenes que hemos visto con tanta confianza abrazados a Benedicto XVI en Brasil- la esperanza a la que tienen derecho», insiste.

 

«La Iglesia universal se siente unida a la latinoamericana en su renovada condición de «misión permanente»», concluye.

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ZENIT Staff

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